jueves, 2 de agosto de 2018

American Music Club, "I broke my promise"



En un mundo ideal no debería tener que presentarlos, pero por ahora hay que conformarse con el que tenemos así que acá va: estos son los American Music Club, el grupo de Mark Eitzel, un cantautor extraordinario de San Francisco, que aún hoy sigue sacando discos encantadores y siempre cretinos. Eitzel comenzó a construir su brillante repertorio al frente del grupo desde mediados de los 80, en un principio de manera errática, hasta llegar a una cumbre apenas despuntados los 90 para luego irse deshaciendo demasiado rápidamente por las expectativas puestas en ellos. Rompí mi promesa/ de que no iba a escribir otra canción de amor sobre vos, arranca cantando el hermoso tema que suena en uno de los últimos Música Cretina rescatados para FM Universidad de La Plata, todos los sábados de 23 a 24, ya saben. Eso sí, van a tener que esperar un poco, porque la voz de Mark aparece recién al promediar el Lado B, después de Leandro y Los Ninjas y antes de Lisa Germano. Pero este frío jueves invernal se merece un no-programa completo al sol, permítanselo. Y mientras tanto les puedo contar algunas cosas más sobre el buen Mark, uno de esos tipos que andan por ahí con el corazón en la mano. O al menos así se lo percibe en sus mejores canciones, siempre confesionales y de corazón roto, pero nunca deshecho en lágrimas sino mas bien sanando como puede. Al teléfono sonabas alegre/ pero un corazón puede llorar y uno puede no ver las lágrimas, sigue cantando Eitzel, y no hace falta explicar más de qué van sus canciones, aunque habría que avisar que el tema en cuestión lejos de ser desgarrador es celebratorio. Estoy contento de que hayas vuelto, reza una y otra vez el estribillo, y entonces supongo que sí puedo dar por presentada la clase de canciones que entrega Eitzel, al que tuve la suerte de ver en vivo en Los Angeles a fines de los 90, cuando American Music Club ya se había desbandado, y había empezado su carrera solista. Estaba en la ciudad al final de un viaje que incluyó tres notas: seguir el micro de Los Fabulosos Cadillacs en una gira que desembocó en la ciudad, y presenciar la grabación de sendos discos de Divididos y Los Caballeros de la Quema. El viaje lo pagó BMG y las notas fueron saliendo en los primeros números de la Rolling Stone, de menor a mayor: Cadillacs tapa, Divididos grande pero sin tapa, Caballeros un par de paginitas nomas. Pero con los Caballeros estaba mi amigo Martín Rea, y una noche aunque estábamos totalmente agotados nos fuimos igual hasta un lugar muy simpático llamado Largo, porque yo había leído que tocaba Eitzel y no me lo quería perder. Tan cansado estaba que no recuerdo mucho del asunto, y hasta creo que no llegamos escuchar todo el show, nos tuvimos que ir porque nos dormíamos esperando que empiece. Pero alcancé a acercarme a Eitzel para saludarlo, diciéndole que venía desde Argentina para escucharlo. Flaco y muy alto, con los hombros eternamente encorvados, ni me miró a los ojos, y me extendió una mano feta para sacarme lo más rápido posible de encima. Supongo que yo hubiese hecho lo mismo si se me hubiese acercado un sudaca agotado e hiperexitado al mismo tiempo, queriéndome saludar. Pero esa mano fría y feta me persigue cada vez que pienso en él. Pero es una imagen que se aleja cada vez que pongo ese hermoso disco en vivo solito con su guitarra llamado Songs of love, un pirata hecho oficial grabado en Londres, en enero del 91, cuando todavía todo era posible. American Music Club estaba por sacar el que para muchos es su mejor disco, Everclear, e iba a conseguir un contrato con Reprise. El mundo pronto iba a estar a sus pies. Pero a ellos también les pasaron cosas. El sol de California siempre brilla, pero San Francisco es un lugar frío, sigue cantando Mark en el tema que disparó estos recuerdos, y tal vez esa frase alcance como explicación de todo lo que estamos hablando. Y sino, igual dejemos que siga sonando. Claro que sí, Mark. Estamos felices de que hayas vuelto.

No hay comentarios:

Publicar un comentario