Buenos dias, miercoles nublado. Como dijo alguien por ahi: Che, primavera, si no te haces cargo de que sos primavera, las cosas se van a
poner fuleras. Yo voy a poner mi granito de arena: ¿se acuerdan que hay un
nuevo Musica Cretina? Estoy seguro de que se los dije. Pero no importa, lo
vuelvo a decir. Hay un nuevo no-programa, acá abajo tienen el link para escucharlo
enterito, ¿qué están esperando? Y como ya hablamos del tema de Sturgill Simpson
que abre el Lado A, y tambien del que le sigue, uno de Andrés Calamaro,
hablemos del que viene a continuación: la buen Chrissie Hynde haciendo una
versión en vivo de lo que ella anuncia como su tema preferido de Morrissey. No
lo encontré en vivo, así que compartamos su grabación con The Pretenders.
Espero que lo disfruten tanto como yo. Cantemos todos, con los brazos hacia las
nubes: "Esta es una ciudad costera, que se olvidaron de clausurar. Vení,
apocalipsis. Vení, bomba nuclear".
No me gustaría que se olviden que tenemos un nuevo Música
Cretina. Bah, no tan nuevo, pero lo hemos caminado tan poco, que ahí está, casi
por estrenar. Lo dije antes, lo repito ahora: este año tuve la cabeza en otras
cosas, y por eso cada no-programa se fue retrasando. Tanto, que tal vez lo
lógico hubiese sido directamente asumir una pausa. Pero las canciones me
trajeron de vuelta. Fueron ellas las que pedían una y otra vez ser reunidas,
alineadas, multiplicadas, compartidas. Al menos se negaban a salir de mi
cabeza, rebotando ahí adentro. Ni siquiera las canciones enteras, sino
estribillos, versos, entonaciones. Uno de esos fantasmas pidiendo ser liberados
es esta maravilla incluida en el último disco de Palo Pandolfo, que está de
regreso. En realidad, Palo nunca se fue a ningún lado, siempre estuvo ahi.
Pero, en materia discográfica, vuelve a mostrar su mejor rostro en su último
álbum. Un disco que sale ganando por el hecho de que el ex Don Cornelio ha
mantenido banda y equipo de trabajo por primera vez en mucho tiempo durante dos
discos seguidos, y esa constancia se percibe en el resultado final. Transformación es un discazo, y ahí anda desde la portada Palo
Querido transformado en una suerte de Cupido todo tapado, semi glam, un
angelito sin alas y con la mirada baja, pero tiene la flecha lista en el arco.
Siempre me parecio que, dentro de eso que de vez en cuando seguimos llamado
rock nacional, Palo forma parte de un grupo de artistas que estaban llamados a
ser el siguiente escalón de un linaje cuyos ultimos herederos fueron Cerati,
Calamaro, Fito Páez y Vicentico. Cuatro artistas nacidos de grupos que nacieron
en la post dictadura --Soda, los Abuelos, los Cadillacs y tomemos a Paez como
emergente de la Trova Rosarina--, y fueron encadenando, con o sin sus grupos,
un recorrido que marcó cada una de sus épocas, llenando estadios y alcanzando
las tapas de los diarios. Ese lado del rock nacional, el más Florido ante el
Boedismo pappista y ricotero (si, ya se, nunca es tan asi, no están tan
separados, pero permítanme la indulgencia y simplificación para poder volver a
Palo), tuvo tres posibles herederos de fines de los 80 y comienzos de los 90,
artistas que lo tuvieron todo, poetas extraordinarios y claramente
continuadores --al menos cuando aún se pensaba que era posible una
continuidad-- de esa estética, aún a su pesar. Ellos son Francisco Bochaton,
Rosario Bléfari y Palo Pandolfo. A pesar de que soy capaz de enumerar --así, al
tun-tun, como esta pret-a-portheory que acabo de escupir-- muchas razones,
tanto personales como del contexto, por las cuales no llegaron a la masividad, convocar
estadios o llegar a las tapas de los diarios, para mi cualquiera de ellos tres
son artistas mayores, genios con un toque unico, que solo necesitan justamente
del aval de la estadística para ser reconocidos por los escépticos de todo lo
que sabemos los conversos. Hay una anécdota que Palo me contó y siempre me
pareció que resumia de manera admirable su relación, justamente, con todo eso.
Cuando Don Cornelio salió elegido como grupo revelación en la encuesta por
entonces casi consagratoria del Sí de Clarín por su primer disco, Palo --como
cantante del grupo-- fue invitado a participar de la producción fotográfica que
reunía a todos los ganadores. Palo fue, estuvo casi donde tenía que estar, dia,
hora y lugar, pero se quedó afuera de la foto porque nunca encontró a los
fotógrafos. Siempre me pareció que eso resume el lugar --o no-lugar-- de Palo
dentro del linaje del rock nacional: es invitado a formar parte, acepta y busca aparecer, pero se
pierde y no aparece. Sin embargo la pertinencia de ese lugar, por ejemplo,
queda en evidencia con un temazo como este Un reflejo, el mejor
tema spinettiano aparecido en estos años en que tanto se homenajea a Spinetta,
algo que lejos de convocarlo solo hace extrañarlo cada vez mas. Y Palo lo
encarna casi sin esforzarse, de la misma manera que canalizaba a Pescado en Don
Cornelio. Asi que a desperezarse en ese lunes nubladísimo y feriado,
prestandole la oreja a Pandofo junto a su grupo, La Hermandad, todos hermanados
y findesemanizados. Y cretinos también, qué tanto.