martes, 4 de febrero de 2020

Dan Penn, "Come into my heart"

El joven de la foto se llama Dan Penn, y aún en el caso de que sepan de quién hablo seguro que no lo reconocerán en esa imagen. Porque Penn es más que nada celebrado como productor y compositor de algunos de los clásicos más inmortales del repertorio del soul y el rhythm’n’blues. Creo que el primero de esos clásicos que conocí —o que pude reconocer, mucho antes de saber quién era su autor— fue Dark end of the street, tal vez en una versión de Ry Cooder, ¿por qué no? Son canciones fáciles de reconocer fuera de su entorno natural, porque siempre se destacan. Existen en su propio tiempo, y entonces cuando un artista popular intenta honrarlos o queda en ridículo, y entonces es un bache dentro de su repertorio, o logra dar en el clavo y hacerlo propio, y termina siendo por lejos el mejor del disco. Es ahí cuando, si está sonando, hace que uno se levante de dónde esté tirado o interrumpa la conversación ocasional para preguntar: ¿esto qué es? Y cuando los nombres al final del particular hilo de ariadna que son los créditos de los temas y grabaciones llevan siempre al mismo destino, es que uno finalmente empieza a reconocer a gente como Dan Penn. Y también por otras historias, claro. Para el joven Alex Chilton cuando estaba al frente de los Box Tops, por ejemplo, Penn era el tirano que —junto a Chips Moman— les decía qué tenían que grabar allá en Memphis. Y ahí estuvo también Penn cuando Aretha dijo presente en los estudios Muscle Shoals para revivir su carrera al sentarse al piano para grabar su mejor disco, que incluye otro hoy eterno clásico suyo, Do right woman do right man. Una de las gemas de mi discoteca es justamente Do right man, el disco solista —producido junto a George Drakoulias a mediados de los 90— en el que grabó sus temas más conocidos, y repasar los nombres justicia el no-somos-dignos, ya que entre ellos aparecen también Cry like a man, It tears me up o I’m your puppet. Y mi preferido, You left the water running, que habla de un amante que se fue tan rápido que dejó la canilla abierta. Todos firmados por Penn junto a otros colaboradores, como su gran compinche, el pianista Spooner Oldham, o el mencionado Moman, y también muchos mas. Pero el que siempre está es Penn. Nada mal para un tipo que confesó que, luego de componer su primer hit, no podía dejar de preguntarse si alguna vez iba a poder componer otro. Y volviendo a la foto que ilustra estas líneas, en la que está irreconocible: es el Penn que nunca fue, el que intentó abrirse paso como cantante. Tenía apenas entonces 21 años, y la rescató el guitarrista que se puede ver a la derecha, Johnny Sandlin, que por entonces —1962— acusaba sólo 17 años pero con el tiempo terminaría siendo conocido como productor de los Allman Brothers. Esta foto del Penn veinteañero ilustra la contraportada del librillo interno de un disco que desde que lo consegui ha pasado a ser otra de las gemas de mi discoteca, en el que se compilan las grabaciones perdidas de Penn en los Fame Studios, ya sea sesiones amateur antes de ser famoso como los demos de esos temas que terminarían siendo clásicos. Lo editó el sello Ace y es una joya. El tema que abre el Lado B del nuevo Rescate de Verano de Música Cretina lleva por nombre Come into my heart, y es uno de los pocas incluidos en el disco que permaneció inédito y sólo lo cantó Penn, que cuenta que para cuando lo grabaron, a mediados de los 60, ya veneraban a Phil Spector, así que el tema tiene una onda The Supremes. Pero nada de pared de sonido para Penn y sus amigos, lo que suena es sólo piano, bajo y batería. “Es la forma en que siempre me gustó grabar”, dice Penn. “Nunca fui un fanático de la guitarra”. Los invito entonces a viajar en el tiempo desde estos nuevos años 20 hasta una época en que todo estaba aún por verse, y un tema como éste —y no los otros— podría haber sido un clásico. Viajemos juntos hasta el mundo de Música Cretina, donde nada importa, ni el calor, ni el verano, y mucho menos siglo en que vivimos. Sólo importa la música. Y que sea Cretina, claro.  

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