jueves, 13 de febrero de 2020

Beverley Martyn, "Women and malt whisky"

Mujeres y whisky de malta/ te van a llevar a la tumba

Se las presento: la señora de la foto se llama Beverley Martyn, y leo por ahí que es considerada como la abeja reina del folk británico, ya que cantó con todos y todos parecen haber tocado con ella. Bert Jansch le enseñó a tocar la guitarra; Jimmy Page, John Paul Jones y Nicky Hopkins grabaron en su primer simple como solista —su apellido entonces era Kutner, pero ella firmaba simplemente como Beverley— y su amigo Paul Simon la invitó a tocar en el Festival de Monterey. Pero el que más tocó con ella es el músico que le terminó dando su apellido, y que conoció después de aquellos primeros pasos, un borracho de voz increíble llamado John Martyn. Si al rock local le suena su nombre es porque, fruto de su inmensa sabiduría musical, Luca Prodan supo no sólo elogiarlo sino incluso llegó a versionar su tema Solid air en las grabaciones caseras que terminaron compiladas de manera póstuma en un par de albums solistas (Solid air está en Perdedores hermosos, el segundo de esos discos). Pero volvamos a Beverley, que luego de aquellos comienzos fue que conoció a John, se casaron, y juntos grabaron dos discos que hoy son considerados clásicos pero que en ese entonces —fines de los sesenta, comienzos de los setenta— fueron tal fracaso comercial que el sello Island le sugirió a John que siguiese con su carrera en solitario. A Beverley nadie le sugirió nada, así que se quedó en casa, cuidando a sus hijos, y —por supuesto— colaborando en los discos de su marido, pero ya sin agregar su nombre en la portada. Rock me, Baby… y ya que estás cocinate algo. Justamente, al comienzo de sus memorias, Beverley recuerda que la gota que colmó el vaso de aquel arreglo doméstico que sobrevivió a los tumbos durante una década cayó una noche en que su negativa a hacerles la comida a su marido y sus amigos derivó en una pelea doméstica con un cuchillo incluido --lo sostenía ella, mientras él gritaba: "dale, matame, te encantaría, ¿no?"-- ante la mirada incrédula de los invitados. Terminaba la década del setenta y comenzaba la de los ochenta, y Beverley se retiró de todo, mientras John bebió y bebió hasta que le terminaron amputando un pie y murió como una de las grandes leyendas del folk británico. De eso habla el verso y el tema con el que comienzan estas líneas, una canción incluida en el que hasta ahora es el último álbum solista de Beverley Martyn, llamado The phoenix and the turtle (2014), un título que es inevitable no remitirlo a ella y John, una suerte de versión aún más extrema que la liebre y la tortuga. En ese hermoso disco crepuscular Beverley interpreta canciones que recorren toda su vida, incluyendo una colaboración con Nick Drake que había quedado inédita hasta entonces, llamada Reckless Jane. Pero Mujeres y whisky de malta es el tema de ese álbum que suena en el Rescate de Verano 2020 que venimos escuchando esta semana en Música Cretina, y la razón por la que estamos recordando a esta mujer que dentro de un mes estará cumpliendo 73 años y actualmente parece retirada de todo. Pero resulta imposible retirarse de sus canciones, ya sea las que grabó con su ex marido y padre de sus hijxs, como las que supo grabar sola, dueña de su destino, siempre con alguna ayudita de sus amigos. Canciones como ésta, que los invito a dejar que suene bajo el sol de este verano, o que mejor nos permitamos escuchar cuando llegue la noche, y con ella todo lo que invita a que el ciclo se cierre, y también que se reinvente y vuelva a comenzar.

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