viernes, 31 de enero de 2020

Riki Musso, "La antorcha humana"


La irrisoria estadística punto uno en un millón/ es un montón si justo te toca a vos

Uno de los discos perdidos de la década pasada —al menos de este lado del Río de La Plata— es el que contiene la canción en la que brilla el verso que reproduzco acá arriba. Se trata de ¡Formidable!, el disco solista con el que Riki Musso nos hizo recordar a todos (a todos los que lo escuchamos, claro está) que un ex integrante del Cuarteto de Nos —como los presidentes norteamericanos o los Beatles— nunca es un ex, sino que, si quiere, es para siempre parte del Cuarteto. Y Riki quiso, al menos para este disco y la posterior encarnación de Sus Fabulosos Los Formidables, que en realidad eran casi Los Problems con Riki al frente en lugar del Eté (gran fan de ¡Formidable!, por cierto). Con ellos fue que incluso llegó a tocar en Buenos Aires un par de veces, la primera antes de La Vela Puerta, nada menos que en el Luna Park (y hubo nota en Radar, por supuesto). Aquella noche supe surfear gozoso entre los presentes para estar bien adelante y al medio, y al fin poder cantar bien fuerte todos esos estribillos que hasta entonces sólo habíamos compartido en casa o con amigos, aunque no recuerdo bien si sonó realmente este tema o sólo lo estoy imaginando. Quiso el destino —o simplemente Riki— que ¡Formidable! apareciera justo cuando El Cuarteto ya con un sólo Musso, luego de conquistar América (un suceso impensado para quienes amamos al grupo desde fuera de las fronteras naturales de su éxito, o sea el paisito), decidiese probar con una onda medio de autoayuda (?) en sus temas, o como quieran llamarlo. El Cuarteto pareció haber decidido perder filo a ver si cortaba mas lejos, mientras que Riki hizo estallar esa bomba oscura y delirante que fue ¡Formidable!, recordándonos a quienes los escuchábamos desde siempre realmente de qué se trataba amar al Cuarteto. En Uruguay, por supuesto, en su momento hubo polémica. Pasó el tiempo, sin embargo, y el Cuarteto sigue y sigue. De Riki, por ahora, nos queda un ¡Formidable! del que, como dije antes, al menos desde este lado del charco, aún tenemos mucho que descubrir. En estos días estivales en los que estamos rescatando no-programas vintage, La antorcha humana brilla en el Lado B del que repasamos esta semana, y agradezco el recuerdo porque me había olvidado de esta milonga delirante y de morbosa psicodelia, hija ilegítima de Zitarrosa, Masliah y Felisberto. Erque, charango y bombo/ bola de fuego para bailar, se entusiasma Riki en un tema que carga con medalla de humor negro, negrísimo, literalmente incendiario, en el que una hermana arde y se retuerce de dolor, mientras las otras dos se ríen de la antorcha humana. Un delirio que llega a la cumbre con ese estribillo con el que abren estas líneas, que apenas los escuché me dije que tenía que incluir el tema en algún no-programa sólo para poderlas reproducir. Y acá están, nuevamente. En este último viernes de enero del 2020, los invito a escuchar completito nuestro primer Rescate de Verano, y esperar a que al promediar el Lado B suenen estas líneas, y el fresquete de estos días se caliente con la combustión espontánea del buen Riki, Cretino forever, una y otra vez.

miércoles, 29 de enero de 2020

Billy Bragg, "The warmest room"

No te puedo culpar a vos/ Pero quedé inflamado/ con pensamientos de lujuria y pensamientos de poder/ pensamientos de amor y pensamientos en el comandante Mao

A esta altura creo que ya lo conocen, y en el caso que no lo hagan les aseguro que deberían. El tipo de la foto se llama Billy Bragg, y esa imagen lo muestra más o menos en la época que escribió el tema que incluye los versos que están acá arriba, y también la mayoría de los que reproduzco con muchas ganas aquí debajo. Está incluido en un disco extraordinario, aunque más no sea por su título: Hablando de poesía con el recaudador de impuestos. En su versión original, hasta incluía una frasecita en portada que apostillaba: “El difícil tercer disco”. Y “difícil” estaba en cursiva. Lo que me fascinaba –y me sigue fascinando, calculo– de esa época de Bragg, es su honestidad para mezclar militancia y biología. Los protagonistas de sus canciones creían saber qué hacer con la política pero no tenían ni idea de cómo tratar al sexo opuesto. Ni qué hacer con el suyo. Esa dicotomía estalla en este disco, donde conviven canciones de barricada con las confesionales, pero alcanza su mejor momento en el disco siguiente, Worker’s playtime, el de las canciones de amor gramscianas. Sin embargo, el del Recaudador de impuestos tiene alguno de los mejores temas de Bragg –como el formidable Greetings to the new brunette– y este enternecedor The warmest room, que cuenta los problemas en la cabeza de un pibe caliente con su chica, pero que no sabe muy bien qué hacer con eso. Una noche lluviosa/ pasada en el cuarto más caliente/ ella yacía ante mí y dijo/ sí, es verdad que he visto algunos hombres desnudos, arranca Billy. Y sigue: Mientras ella iba hacia la puerta/ dejándome tirado en el piso/ deseé haber cursado biología/ porque dentro mío apareció una urgencia de hacerlo ahí mismo. Esas son apenas las dos primeras estrofas de un tema que bien podría ser presentado como ‘un adolescente enojado, católico y virgen le canta a su novia’, en el que cada verso esconde un tesoro. Como dijo el Hermano Barry/ cuando casó a Marion/ la esposa debe tener tres grandes atributos:/ inteligencia, un cuchillo del ejército suizo y encanto, canta un Bragg que siempre tuvo un don especial para las frases populares, pero que también es capaz de confesar, casi al pasar: Conozco gente cuya idea de diversión/ es arrojar piedras en el rio bajo el sol de la tarde/ Oh, déjenme ser tan libre como ellos. Sí, amo a Billy Bragg, amo este disco, y amo sus canciones más inocentes, ingenuas y honestas, que son capaces de terminar pidiendo cosas como Hagámonos nuestros análisis de sangre ya. Brindo por ellas en la mañana del último miércoles de enero, y brindo también por viejos post como éste que acaban de releer, apenas corregido, para seguir convocando a nuestros Rescates de Verano de no-programas pasados que, al menos según anuncia el mixcloud, no tienen todas las visitas que merecerían. Como les dije ayer y les digo siempre, este es el link al Música Cretina vintage que incluye este tema de nuestro Billy cerrando su Lado A. Pero los invito a hacer play y dejarlo correr desde el comienzo hasta el final, porque no tiene desperdicio.

lunes, 27 de enero de 2020

EMA, "When she comes"


Ella estará buscando recuperar sus cuchillos/ cuando venga

Buenos días lunes, buenos días semana, buenos días verano. Ella es Erika M. Anderson, más conocida como EMA, y este tema es de la época de su segundo disco, The future's void, del 2014. O sea, el vacío del futuro. De ahí es que justamente suena ese verso, esa advertencia, ese rezo con el que arranca el que no es un nuevo Música Cretina, sino uno viejo, pero como --ya les dije-- es verano, en este post vamos a empezar nuestra temporada estival cretina, en la que lxs invitaré a escuchar no-programas ya posteados pero que --según me informa el Mixcloud-- no han sonado lo suficiente. Ema justamente abre un no-programa de aquel año, y yo la conocía entonces porque cuando salió su extraordinario debut, Past life martyred saints (2011), escribí –en mi habitual repaso anual para Radar— que era algo así como un eslabón perdido entre gótico y grunge, entre Siouxie y el Sonic Youth de Kim Gordon. Este extraño cuentito de monstruos vengativos y víctimas propiciatorias suena un poco PJ, otro poco Cat Power, y --ahora que lo pienso-- full Mariana Enriquez, por qué no. Estarán mendigando por sus vidas/ cuando vengan. No me digan que no es el tema ideal para arrancar el lunes, la semana, un Música Cretina ya clásico pero que está casi como nuevo, nuestro primer rescate de este verano 2020.

viernes, 24 de enero de 2020

Los Rodríguez, "Princesa" (Joaquín Sabina)

Ya no te tengo miedo, nena/ pero no puedo seguirte en tu viaje

Se las presento: la chica de la foto se llama Arianne Sved, y fue la musa que le inspiró a Joaquín Sabina su tema Princesa. Hoy Arianne tiene más de 50 años, y vive saludablemente en Barcelona con su marido, pero en la época en que más o menos fue sacada esa foto era una joven que vivía con sus padres en Logroño, y se perdía en Madrid mezclándose entre bares y músicos, tratando de escaparle a lo que consideraba como el sumo aburrimiento de su pueblo. Hija de un húngaro y una española que se conocieron exiliados en Gran Bretaña, donde nació, Arianne creció escuchando a Bowie y T. Rex y yendo a un colegio mixto para de la noche a la mañana —cuando su padre se quedó sin trabajo en Inglaterra, y se instalaron en España, en la casa de la familia de su madre— pasar a un país en el que aún vivía Franco, se escuchaba flamenco pop y tenía que ir a un colegio de monjas. Sólo quedaba el rock’n’roll, o en su defecto un cantautor de Úbeda que iba en camino de hacerse famoso. Durante mucho tiempo nadie supo demasiado sobre quién estaba inspirado el tema que más veces Sabina ha tocado en vivo, pero quince años atrás, en su autobiografía, Joaquín ya había deslizado que, después de varios momentos malos, la chica ya estaba bien y que se alegraba mucho por ella. Y agregaba Sabina que, luego de haber compuesto el tema, en un principio se demoró en grabarlo y cantarlo en vivo porque pensó que se le había ido la mano en el tono agresivo contra su protagonista, pero que se lo terminó imponiendo el publico, y que hoy es insustituible en sus recitales. Lo que leo en internet es que la identidad de la Princesa la terminó revelando a comienzos del año pasado la propia interesada, con la aclaración de que Sabina se había tomado algunas licencias en la letra, ya que ella nunca sufrió ninguna sobredosis, ni mucho menos se vio involucrada en una muerte con asalto a farmacia. Arianne contó su historia en su blog, repetida luego por un par de artículos en la prensa española, en la que confirmaba que el affaire juvenil que mantuvo con Sabina —cuando ella recién cumplía 18 y el cantante ya había pasado los 30— duró aproximadamente un año, y que, sí, ella había estado enganchada con la heroína, pero lo dejó un tiempo después de dejar de verse con Joaquín. “Era una belleza pintada por Botticelli”, la recuerda el cantautor en su libro Sabina en carne viva, y ahora que Los Rodríguez se han reunido para versionar el tema en su disco homenaje (y que cierra el Lado B del último Música Cretina), un rápido repaso por You Tube regala al grupo completo —con Julián Infante incluido, por supuesto— ensayando el tema en sus primeras épocas de comienzos de los ’90, donde el estilo de la canción les calzaba perfecto en su repertorio. Y, yendo aún más lejos, es posible encontrar una temprana versión interpretada por el autor de la música, Juan Antonio Muriel, que la estrenó en un festival en Benidorm, tres años antes de que Sabina la grabase en su disco Juez y parte. Lo fascinante de la interpretación de Muriel es que aquella primera versión tiene versos que fueron decididamente mejorados con el paso del tiempo, y que permiten asomarse al proceso de escritura de Sabina. Por ejemplo, al verso Maldito sea el gurú que levantó entre tu y yo un silencio oscuro, en la versión de Benidorm le sigue del que ya solo sales, señora de mis males, si estás en apuros. Tres años después, el mucho mas apropiado verso definitivo fue: del que ya solo sales, para decirme: vale, préstame veinte duros. Y ni hablar del estribillo, que entonces decía: Llegas demasiado tarde, Princesa/ no hay mas leña que la que arde, Princesa. Calamaro, Rot y Julián Vilella, los Rodríguez aún en pie, cantan en su flamante versión el verso que desde aquel primer registro discográfico coreamos todos cada vez que recordamos el tema: Ahora es demasiado tarde, Princesa/ Búscate otro perro que te ladre, Princesa. No se ustedes, pero yo conocí el tema gracias a aquel tesoro que fue el doble en vivo de Sabina y Viceversa, una suerte de grandes éxitos que recorría toda su carrera y que llegó a mis manos mas o menos en la misma época que en Piso 93 comenzábamos a descubrir temazos —pero, ay, esos teclados—como Oiga doctor o ese himno que es Pacto entre caballeros (¡Mucha, mucha policía!). Desde entonces, cada vez que he cantado ese estribillo supongo que siempre desee realmente poder encarnarlo cual protagonista de serie negra, y al mismo tiempo me parecía demasiado cruel como para dirigírselo a alguien en particular. Supongo también que las canciones no siempre tienen que ser confesionales, y pasan a ser como piezas de teatro en las que unx —quien la escucha— encarna a sus personajes, y disfruta o sufre con sus rezos o evocaciones. Princesa es la canción de alguien capaz de liberarse, y al mismo tiempo la historia de alguien que se hunde, y dependiendo el momento y la noche —o la mañana— es posible ponerse de un lado o del otro del mostrador. Pero el verbo es el mismo, y la melodía también, y ahí vamos, otra vez, a cantar sin importar quién es quién, demasiado tarde y otro perro al mismo tiempo, música y cretina como siempre, por supuesto.

miércoles, 22 de enero de 2020

Jake Xerxes Fussell, "Drinking of the wine"

Estoy en condiciones de adelantarles que el primer Música Cretina de este veinte veinte es inminente, pero mientras tanto no está de más seguir recorriendo la lista de temas del no-programa con el que cerramos el año pasado, y cuando digo 'cerramos' es casi literal, porque alcancé a terminarlo casi sobre los fuegos artificiales en Australia. Por lo tanto, en realidad es lo que venimos deshojando hasta ahora en este nuevo año, y lo que vuelvo a invitarlos a escuchar. A escuchar, por ejemplo, a este muchacho de gorra sentado sonriente en el umbral con su perro. Se llama Jake Xerxes Fussell, y confieso que aunque encontré en las redes fotos en las que posaba con su guitarra más en el estilo de máquina-mata-fascistas, la verdad que todo en su música antes que ir a la guerra clama por la paz. La paz de sentarse con tu perro en el umbral a escuchar buenas canciones, por ejemplo. Eso es lo que parece hacer Fussell, hijo de un recopilador de música autóctona norteamericana que ha heredado esos intereses, al punto de que el repertorio de todos sus discos —ya lleva tres en media década— está basado en canciones del dominio público. Eso no significa que sea un furioso tradicionalista: nada de eso, las adapta y las hace propias, y hasta leí por ahí que confiesa que en el último tiempo el mejor campo donde buscar esos temas… ¡es you tube! Su último disco, el tercero, es el primero que grabó con una banda completa, y se metió en las listas de los mejores discos del año. Y no sólo eso: también venció mis reticencias de no privilegiar a mis músicos cretinos —por eso fue que salió Jamila Woods, a la que ya conocía, y entró Adia Victoria, que descubrí pispeando en listas ajenas— y terminó con un lugar en la selección que suelo hacer para Radar. El tema al promediar el Lado A del Música Cretina que aún sigue siendo el último, y que les estoy invitando a escuchar, lleva por nombre Drinking of the Wine, un clásico gospel que las notas incluidas en el disco detallan como inspirado en la versión de Walter Kegler & The Crew of The Barnegat, un registro rural de 1950, incluido en el disco Virginia Work Songs, editado en 1983, dentro de la colección Virgina Traditions. El tema era un canto con el que los pescadores pedían por su suerte antes del zarpar, pero confieso que nada de eso —se puede buscar la version original en, justamente, you tube— se filtra en lo que canta el buen Xerxes, que cierra su disco con su versión, muy en modo podríamos tocar esto todo el día mientras yo estoy sentado en este umbral acompañado por mi perro. Leí también por ahí —y lo usé para cerrar lo que escribí sobre él en Radar— que tanto Bill Callahan como Wilco se lo han llevado de gira para abrir sus shows, y que habrá que creerle a Bonnie Prince Billy cuando dice que mientras Fussell siga tocando en vivo y sacando discos “hay amplio sustento para el optimismo en este mundo”.

sábado, 18 de enero de 2020

Música Cretina 2019 #12

ESTO NO ES UN PROGRAMA

30-12-2019

Lado A

“Perdón si estoy de nuevo acá/ pensé que habías preguntado por mi”

1.- Beck, Saw lightning
2.- Zelia Duncan, Nem tudo
3.- Jake Xerxes Fussell, Drinking of the wine
4.- Death Cab For Cutie, Hold no guns
5.- Palo Pandolfo, La idea
6.- Judy White, Satisfaction guaranteed
7.- El Mató a un Policía Motorizado, El tesoro

Lado B

“Nunca estuve en el infierno/ pero ellos saben mi teléfono”

8.- Corazones, El brillo del sol
9.- The Coral, It’s you
10.- Loane, Comme si quelqu’un
11.- Mark Eitzel, The last ten years
12.- Bill Callahan, 747
13.- Juliana Hatfield, Next to you (The Police)
14.- Los Rodríguez, Princesa (Joaquín Sabina)

Escuchar

jueves, 9 de enero de 2020

Loane, "Comme si quelqu’un"


No puedo evitarlo si soy libre/ es lo único que me queda 

Se las presento: la bella francesa de la foto se llama Loane y nació en París. Casi al comienzo del Lado B de nuestro último programa del 2019 —pero tan al límite que sabíamos que lo habíamos hecho para estos primeros días del 2020— se la puede escuchar cantar este verso que podría definir la ética y estética de algo que hace ya muchos años nos gusta llamar Música Cretina. El tema se llama Comme si quelq’un, o sea "Como si alguien", y forma parte de su álbum debut, Jamais seule, del 2008. Conocí a Loane y al su tema gracias a lo que desde siempre ha sido una de las grandes fuentes de inspiración e influencia de este no-programa, los compilados de la revista francesa Inrockuptibles, que aún siguen saliendo puntualmente en su edición francesa, que hoy tiene periodicidad semanal, y los compilados aparecen más o menos mensualmente. Descubro ahora, googleando para escribir esto, que el apellido de Loane es Rathier, que viene de una familia con influencias musicales, que tocaba Satie y Debussy al piano cuando era pequeña, y que se hizo conocida cuando se ganó una beca de adolescente, salió en la televisión presentando uno de sus temas, y la Virgin/EMI la fichó para sacar este primer disco, producido por dos ex integrantes de un grupo francés que supo ser minimamente conocido por estas pampas, o al menos por los viejos lectores de la Inrocks: Auteur De Lucie. La historia de Loane sigue con un segundo disco más electrónico, duetos con —oh, el irresistible encanto de la voz femenina francesa, aún cantando en inglés— Lenny Kravitz, John Maher y Michel Gondry, entre otros. Y a comienzos del año pasado, finalmente, un tercer disco tras ocho años de silencio discográfico. En las notas promocionales de este nuevo disco, Loane cuenta que siguiendo un amor terminó viviendo tres años en la ciudad de Chicago, pero que ya está de regreso de ese capítulo norteamericano de su vida. A pesar de que en la foto promocional Loane está frente a frente y casi a punto de besarse con otra chica que, si se mira atentamente, parece ser ella misma, su último disco se titula Alone, o sea "Sola". Y tal vez porque la inmediatez de estos tiempos digitales permite hacer play para escucharlo inmediatamente es que nos quedamos con este tema descubierto azarosa y esforzadamente casi una década atrás, de un debut en el que anunciaba eso de Jamás Sola, y cantaba cosas que aún hoy nos sigue gustando escuchar en Música Cretina, eso de que Cada encrucijada/ me muestra el camino correcto. Ojalá que haya sido así para Loane, que empezó diciendo que no a lo que hoy celebra. Y ojalá que el destino nos regale para este año --y esta década-- que recién comienza algo parecido: un cruce de caminos, y un destino.  

viernes, 3 de enero de 2020

Mark Eitzel, "The last ten years"

Pasé los últimos diez años/ tratando de malgastar media hora 

La mirada del hombre de la foto es la de alguien que vivió los versos con los que arrancan estas líneas. Barba y gorrita para Mark Eitzel, que arranca explicando, en la misma canción, que el remero que lo lleva hacia su descanso no le importa si está bendecido o maldito. Pero que, de cualquier manera, le dio todo su efectivo. Soy como un héroe trágico, canta Eitzel, y no le falta razón. El ex líder de American Music Club siempre fue uno de los mejores letristas de su generación, y en el último disco que sacó —con fecha de 2017— lo demuestra largamente, gracias a la inestimable ayuda de Bernard Butler, ex Suede, que pone toda su experiencia musical al servicio de canciones que hablan de la muerte y el destino. El disco se llama Mr. Ferryman, y la canción que los invito a escuchar en el lado B de este nuevo Música Cretina es la que abre el álbum, y lleva por nombre The last ten years, tomado de su estribillo, uno que Eitzel dice haber escrito en su juventud pero al que nunca había usado, hasta ahora. En el infierno no saben quién soy/ pero tienen mi número de teléfono, canta el buen Mark, que hace ya casi una década sufrió un infarto y casi la queda. Por entonces había contratado una prepaga, pero las cuotas habían subido tanto —¿les suena?— que tenía impagas las dos últimas cuando le empezó a doler el corazón, así que en una entrevista contó que mientras sufría el infarto se puso al teléfono tratando de depositarles lo que debía. Una imagen que merecería sin dudas estar en alguna de sus canciones, que siempre coquetean con cada instante y también la eternidad. Si su disco anterior, Don’t be a stranger (2012), grabado un año después del infarto, abre con un tema titulado Te amo pero estás muerto, cinco años más tarde en Mr Ferryman el destinatario de la letra es quien supuestamente lo está acompañando finalmente a cruzar el río, al que el cantante le pregunta si hacen fiestas ahí de donde él viene. ¿Saben dónde ir/ cuando la fiesta se termina? Lennon avisó que el sueño había terminado, y Calamaro cantó que la noche no tiene principio ni tiene final, pero que la fiesta ya terminó. Es el primer viernes del año, y el verano no se por qué nos sigue perdonando. Lo que se terminó para nosotros en realidad es una pesadilla de cuatro años, mientras que en el resto del mundo el reloj del apocalipsis está cada vez más cerca de la medianoche. Hasta que eso llegue, por lo menos tengamos cerca la música. Y que sea Cretina, por favor. O al menos que el que cante sea Eitzel, que —como los borrachos y los locos— siempre dice la verdad: Debe ser una mierda, Sr. Barquero/ escuchar a los famosos hablar/ sobre todas las mentiras que necesitan/ sólo para hacer lo que tienen que hacer.

miércoles, 1 de enero de 2020

Judy White, "Satisfaction guaranteed"


No es lo que te pueden comprar/ sino lo que te pueden dar

La que canta es Judy White, y lo hace en el último Música Cretina, el numero doce del año pasado, que llegó justo antes de que llegue a su fin y por lo tanto recién está empezando a sonar en este aún más flamante año nuevo. Judy canta lo que canta hablándole a sus amigas, a sus pares, a las demás chicas, y se refiere de los hombres, de cómo el aspecto interior no muestra lo que hay dentro, y también de que no hay que apresurarse. Tenés que parar, y tomarte tu tiempo, recomienda Judy, y entonces llega a lo que nos interesa: Satisfacción garantizada, asegura, canta y repite en el estribillo de un tema justamente bautizado como Satisfaction Guaranteed, una conviccion que ya quisiésemos para el año que recién empieza. Y que, más allá de la letra, es lo que garantiza este temazo cantado —y tocado— con el alma, firmado por Eddie Hinton, que debe ser el responsable además de tocar la guitarra, uno de los pocos simples que grabó Judy, la hija del legendario bluesman Josh White, que supo girar como corista junto con su padre en los tempranos sesenta antes de independizarse primero como parte de Bongi & Judy, el dúo que formó junto a la hija de Miriam Makeba, que por entonces tenía su misma edad. Apenas unos simples fueron los que llegó a grabar Judy White antes de retirarse del negocio de la música —sigue cantando aún hoy en la iglesia, leo por ahí—, pero lo que importa también en esta historia es que Satisfaction Guaranteed ha sido compilado en el demoradísimo volumen 5 de las compilaciones de Deep Soul firmadas por el especialista británico Dave Godin, que falleció justo después de terminar el número 4. Completado a quince años de la muerte de Godin, este quinto opus funciona a modo de homenaje, y reune temas que el propio homenajeado había propuesto en su momento a la discográfica Ace, que editó sus Deep Soul Treasures. Recuerdo que ese cuarto disco de Godin salió en la época de Lo Que Más Me Gusta Hacer, aquel añorado programa diario que hicimos con Martín Rea en los mediodías de FM Supernova. Y no me olvido nunca de todo lo que gastamos ese disco, lleno de grandes temas y maravillosas historias, que Godin desarrollaba en el fundamental librillo interno del álbum, y que un seleccionado de especialistas --con Jon Savage a la cabeza-- se encarga de completar en su nombre. Vaya entonces este homenaje a un Cretino honorario como Godin, y también a la voz de Judy White, y —por qué no— también la guitarra del malogrado Eddie Hinton, que merecería un post sólo dedicado a su figura. Y que sirvan también estas líneas para avisar que no sólo hay un año nuevo a estrenar esperándonos, sino también todo un no-programa, el número doce del 2019, esmerada alfombra roja para empezar a caminar como corresponde este anticipadísimo 2020.