Vos estás apuntándole a las estrellas/ yo prefiero quedarme embarrada
Se las presento: la chica de la foto se llama Jamila Woods,
y es maestra, poeta y cantante. Es oriunda de Chicago, como sus colegas Chance
The Rapper o No Name, y después de haber puesto su voz aquí y allá (por
ejemplo, formando parte de Donny Trumpet and The Social Experiment, cuyo disco
supo asomar en una de las listas de fin de año compiladas para Radar), tres
años atrás editó su debut como solista, Heavn. Así, como se lee: “cielo” sin la
“e”. Allí retrata —al decir del crítico Greg Kot, del Chicago Tribune— su
experiencia como mujer afroamericana y su complicada relación con su ciudad
natal. Ahora, con 29 años, Jamila acaba de editar su muy celebrado sucesor,
bautizado Legacy! Legacy!, compuesto por doce temas que llevan apenas un nombre
como título, todos ellos una suerte de autorretrato homenajeando al personaje
histórico y artístico al que se refiere cada uno de esos nombres. Manifiesto
artístico, y al mismo tiempo de clase y de raza, entre sus celebrados —ninguno
de ellos blanco, por supuesto— aparecen principalmente mujeres (y escritoras)
como Eartha (Kitt), Zora (Neale Hurston), Sonia (Sánchez), Octavia (Butler) o
(Nikki) Giovanni, pero no faltan hombres como James (Baldwin), (Jean Michel)
Basquiat o Sun Ra. Y así como está Miles (Davis) también está su mujer Bettye
(Davis), que junto al nombre de Frida (Kahlo, por supuesto), completa una
suerte de díptico de mujeres casadas en su momento con hombres más famosos que
ellas. Pero el tema más contundente del lote es Muddy, referido al bluesman
Muddy Waters, al menos por un verso inicial tan explícito que hace que no se lo
pueda encontrar online. Los hijos de puta no se callan, es lo primero que
escupe Woods para empezar el tema, poniendo en boca de Waters su legendaria
queja porque su público no dejaba de conversar, lo que lo llevó a electrificar
su sonido para cerrarles el pico. En una muy buena nota publicada por
Pitchfork, Jamila explica que tomó ese verso del poeta y activista Kevin Coval,
también oriundo de Chicago. Coval le había dado su poema para que le ponga música, pero ella se dio cuenta que no sabía mucho sobre Muddy, así que
se puso a investigar, y escuchando entrevistas online descubrió algo que iba a
funcionar como leit motiv para su disco: la desfachatada actitud de los
entrevistados ante las preguntas de periodistas, invariablemente blancos, que
no sabían muy bien de lo que estaban hablando. Por ejemplo, recuerda Woods,
cuando le comentan a Muddy que algunos jóvenes blancos parecen muy
entusiasmados con su música y le preguntan si cree que van a llegar a tocar el
blues como él, su respuesta es breve y contundente, y también tiene forma de
pregunta, acompañada por una sonrisa entre incrédula y juguetona: “¿Como yo?”
Lo que no dice Muddy lo explicita Woods al celebrarlo, señalando que cuando la cultura
blanca participa de culturas creadas por los negros, se lleva a cabo una
invisibilizacion. Pero que, al mismo tiempo, resulta algo imposible de
falsificar. “Sí, hay soul de ojos azules, y hay rappers blancos, pero no es que
hayan robado nada, porque no se les puede robar el hip-hop o el blues a los
negros”, explica Jamila. “En esa respuesta, lo que Muddy está diciendo es que
por supuesto esos jóvenes pueden tocar blues, pero nunca lo van a poder tocar
como él. Es algo que me resultó empoderador”, agrega la cantante, y es un
comentario que me recuerda eso tan enriquecedor que sucede con las copias. Que
como no pueden ser perfectas, terminan abriendo el camino hacia algo original,
eso que sucedió con el rock en castellano, por ejemplo. Me recuerda las razones
por las que uno siempre celebra la antropofagia cultural, los pensamientos
artísticos sobre algo, y que no hay robos cuando se trata de arte, simplemente
se trata de un diálogo que se continúa. Lo demás, es contabilidad. Y, cuando
efectivamente se trata de robos, no se trata de arte. A menos que estemos
hablando de Rififi, claro. Pero esa es otra cultura popular. Pero volviendo al
verso de Coval, al disco de Jamila, y al buen Muddy, siempre es bueno recordar
que los hijos de puta no se callan, así que hay que callarlos. Subamos el
volumen de una vez. Y, si quieren escuchar el tema, los invito a que hagan play
en el último Música Cretina. No se impacienten, lo
van a escuchar sonar a poco de empezar el Lado A de un no-programa que todavía
tiene mucho para revelar.
Gracias por la recomendacion me gusto mucho el blog!
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