sábado, 23 de marzo de 2019

Golden Slumbers, Paul

En una de las brillantes entrevistas que Paul McCartney sigue dando cada tanto a la prensa musical, en la que por suerte parece seguir creyendo, caminaba de aquí para allá por Londres con el cronista en cuestión detrás. Parece ser algo común viniendo de Sir Paul: se han difundido fotos suyas viajando en tren, hace poco fue viral un famoso video en el que canta mientras pasea en auto por Liverpool, incluso dicen que estuvo paseando el bicicleta por la Reserva Ecológica. Paul es algo así como el Beatle humano, el Beatle como nosotros, como vos, como yo. Paul es el que al final del concierto final del grupo en la terraza le dedica sus ultimas palabras en un disco de Los Beatles a una fan, la fan original, la única presente en ese lugar en representación de todas. Como señala Rob Sheffield en el prometedor prólogo de su libro Dreaming The Beatles, el siempre ingenioso Lennon dice al final “Espero que hayamos pasado la audición”. Pero la frase de Paul es simplemente “Gracias Mo”, en referencia a Maureen Cox Starr, la esposa de Ringo, una de las fanáticas originales del grupo desde las épocas de Liverpool, la fan que consiguió casarse con un Beatle: Ringo. Pero cuenta la leyenda que antes incluso consiguió darse unos besos con Paul, que le dedica su gracias final a ella, no a Billy Preston, no a los técnicos ni a los policías, sino a la divina Mo, la encarnación de los fans de los Beatles, las fans, las que importan. O al menos las que siempre le importaron a Paul, eterno caballero inglés, que nunca olvida donde empieza su negocio o su suerte. Ni a quiénes les debe ser Paul McCartney hasta el fin. Pero volvamos a Paul y su caminata por Londres, de aquí para allá, que aquel cronista destaca como sorprendente. Porque le resulta increíble que un Beatle pueda caminar libremente por ahí, tan campante. Hasta que en un momento de esa caminata Paul se detiene a mirar algo, no recuerdo qué, una pintada o un cartel. Y enseguida se empieza a juntar gente a su alrededor. De pronto, dice el cronista, Paul lo mira y le dice: Siempre en movimiento, no hay que olvidarse de eso. Y vuelve a caminar, escapándose de la pequeña multitud que se había reunido a su alrededor y amenazaba con atraparlo. Siempre en movimiento es el consejo de Paul, y tal vez por eso es que no deje de tocar, que siga girando por el mundo, cantando sus canciones. Estar atrapado no es cantar siempre los mismos temas, sino dejar de moverse. Qué ironía que Paul sea entonces el último rolling stone, la piedra rodante que nunca junta moho, el laburante eterno, el músico que gira por el mundo cantando sus canciones para ese mundo que le dio vida, que lo eligió como su sonrisa eterna, y que está dejando de existir lentamente. Anoche Paul durmió en Buenos Aires, cerca nuestro, soñando con nosotros sus sueños de Beatle eterno, y en un rato sus temas Beatle flotarán en el aire, bueno al fin en Buenos Aires. El que dijo que los de la platea podían sacudir sus joyas ya no está en este mundo, así que Paul no dirá nada en ese Campo de Polo, no hablará de riquezas, sólo seguirá trabajando. Porque eso es Paul, un laburante, tocando ante los que pueden pagar la entrada, noche tras noche. Durante el paso de Paul esta semana por Santiago de Chile, Mauricio Redolés celebró en una carta abierta justamente eso, al Beatle laburante, y se preguntaba qué habría soñado en su ciudad. “¿Un sueño santiaguino en el cual lo llega a visitar John para hacerle una vez más bullying por la bella Obla-di-obla-da, llamándola una vez más esa ‘granny shit song’?”, se reía el amigo Mauricio, que enseguida nombraba a una serie de músicos y personajes de Santiago que habían adoptado y popularizado la canción, invocándolos en defensa de Paul, y a los que desde acá podríamos sumar a todas nuestras hinchadas de fútbol, que nunca han olvidado ese tema. También Andrés Calamaro le escribió a Paul, recibiéndolo en Buenos Aires. “Con amor infinito, agradecemos la vida que nos diste”, lo celebra. “Pura vida. Pedazo de obra a tus pies, inventor del invento y del tiempo. Y del viento. Al lado de Lennon y Mozart, que hay tiempo”. Vaya uno a saber qué soñara Paul, qué pensará de todo esto, qué pensará de todos nosotros, si es que nos piensa. Sólo sabemos lo que canta. Y lo que Paul canta, noche tras noche, son canciones de Los Beatles para todos. No hay mayor maravilla en este mundo nuestro, que pese a tener dueños cada vez mas avaros pasa a ser de todos en una canción.

1 comentario:

  1. "No hay mayor maravilla en este mundo nuestro, que pese a tener dueños cada vez mas avaros pasa a ser de todos en una canción."
    Qué palabras hermosas.
    Gracias

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