miércoles, 5 de diciembre de 2018

Andrés Calamaro, "Diego armando canciones"


Ando como el perejil/ condimentando el potaje

Creo que una de las razones para armar el último Música Cretina cosecha 2018, un no-programa lleno de nuevas canciones de clásicos cretinos, fue este temazo de Andres Calamaro. Es el que mejor brilla en su nuevo disco, Cargar la suerte, muy en la vena yupanquista que tan bien había habitado con La libertad, aquel himno post salmon y veintidosagostista que terminaría inmortalizado en El cantante. Y el vínculo es menos caprichoso si se tiene en cuenta que Cargar la suerte ha terminado marcando el regreso de un Calamaro con plenos poderes, con las manos llenas de rimas y versos, en vena casi de fin de siglo pero esta vez sin kriptonita. Apenas con la compañía de sus amargos de sol a sol, los discos ajenos de siempre y tambien los de hoy, y las ganas diarias de prepararse su propia comida. Alguna vez Andrés explicó que, después de su regreso de las selvas camboyanas, Javier Limón le había devuelto la música, Bersuit la confianza, Litto Nebbia la humildad y Cachorro López las canciones. En el último tiempo, sin embargo, su ruta se había separado en dos caminos paralelos, bien ejemplificados en sus dos discos previos, Romaphonic Sessions y Volumen 11, ambos editados el mismo año, uno vinculado a lo que Limón suele llamar la gran música y el otro más de sala de ensayo rockera. Una puja que Cargar la suerte resuelve fantásticamente, reuniendo ambas sensibilidades en una sola, con su responsable abriendo los brazos como en el dibujo de portada, entregado y desarmado, descubriéndose como una misma persona, musical y rockera. Para qué aburrir el termo/ con el agua casi hervida. Hay mucha tela para cortar en Cargar la suerte, grandes temas para ir descubriendo y también vínculos con su propia obra, pero lo que más celebro personalmente es que el proceso de su creación parece haberlo liberado. Cuando se hablaba de dos posibles discos en carpeta, uno con los grabaciones de sus últimos shows en vivo (algo así como un Rompahonic redux) y otro de duetos recorriendo con invitados ilustres toda su discografía, Cargar... apareció prácticamente de la nada, pidiendo pista, como si las canciones hubiesen elegido a su autor y no al revés. Recuerdo que durante el año pasado estuvimos escribiéndonos para una entrevista que me habían encargado de la revista del diario El País español. La nota no salía porque en realidad no había mucho que contar (o al menos nada que yo tuviese intenciones de revelar en una nota), hasta que, a fin de año, ante la inminencia de su aniversario numero 40 con la música, encontramos algo de qué charlar. Pero mientras el artículo empezó a girar alrededor de ese contundente número redondo y el inminente álbum celebratorio de duetos que estaba terminando --lo produce Carlos Narea, y el último invitado de una larga lista que sorprenderá a muchos, nada menos que Milton Nascimento, se grabó por la época del viaje a Los Angeles a registrar los nuevos temas--, sus respuestas empezaron a aflojarse y extenderse, como mostrando una sonrisa de satisfaccion: mientras charlábamos no sólo estaban apareciendo nuevos temas, sino que lo estaban dejando contento. Al punto de que una noche, entre mails que iban y venían, sin aviso llegó una letra, esta letra, la de Diego armando canciones. Aún no tenía música, aunque su versos podían ser tanto de blues como de folklore, aclaró entonces casi al pasar. (también confesó, recién, que después de finalmente haberle puesto música y grabarla para el disco aparecieron las dudas, y pensó en cambiar perejil por caracú y potaje por puchero... hay agradecerle a Gustavo Borner, el productor, haber --segun dice Andrés-- visto algo en ella y hacerla pasar al frente). Cuando me atreví a preguntarle si podía incluirla en la nota, me dijo que no pusiera la parte del estribillo, porque ahí estaba el título, que también estaba siendo considerado para bautizar ese próximo disco que aún no tenía forma, y ni siquiera canciones, solo letras. Que seguían llegando y pidiendo pista día a día en sus sesiones de composición junto a Germán Wiedemer en Benavídez. Había disco, terminó confesando y permitiéndomelo publicar, aunque --aclaró-- sería recién un disco después. Pero no hubo caso, las canciones querían salir y hubo que dejarlas: había disco, sí, y además sería el próximo, o sea éste. Brindemos entonces por Cargar la suerte, y por un Gauchito Nuevo que confía en sus poderes y además es capaz de abrir los brazos. Y brindemos también por ese para qué quiero enemigos, si tengo tantos hermanos. No se si lo estoy imaginando, o si realmente se trata del presente Andrés. Pero hay que saber disfrutar de semejantes regalos, y de creer en lo que merece creerse. Es la mejor forma de que algo efectivamente exista. Algo como, por ejemplo, el nuevo Música Cretina cosecha 2018, en el que Diego armando canciones asoma casi al comienzo del Lado A, justo después de un Tom Petty que llega desde el más allá. Bienvenidos todos entonces, que las canciones se armen nomás, que el mas allá nos quede cerca y al mismo tiempo bien lejos, y --lo mas importante-- que sigamos armando, porque los que desarman son demasiados. Pero nunca Diego, por suerte.

1 comentario:


  1. Hola te dejo los acordes de Andres Calamaro. https://acordesweb.com/artista/andres-calamaro

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