domingo, 12 de febrero de 2017

La Costa Brava, "Justicia poética"


En el desierto no encontré/ ni espejismos ni mi sed

Supongo que una de las posibles definiciones de Música Cretina sería simplemente "cualquier canción de La Costa Brava". Porque no hay canción del grupo de Sergio Algora y Fran Fernández que no pueda sonar en cualquier no-programa. Desde su primer disco, los fui coleccionando todos, uno a uno. Un fanatismo que empezó siendo, debo confesarlo, una extensión del que siempre le profesé a El Niño Gusano, grupo al que me acerqué gracias al vínculo que me unió a Zona de Obras, revista afincada en Zaragoza, tierra niñogusana por excelencia. Ya lo he dicho por ahí: en mi breve paso por la ciudad a fines de los 90, tuve el honor de dormir rodeado de cajas llenas de discos de Grabaciones en el Mar, el sello local que editaba al grupo, y siempre me gustó pensar que esa noche mi sueño fue custodiado por la música de El Niño Gusano. Pero hay más: ese justo descanso nos lo ganamos luego de trasnochar en un bar llamado El Fantasma de los Ojos Azules, atendido por el baterista del grupo, Andrés Perruca, con el que pinchamos una y otra vez en una bandeja el disco que acababa de salir de los Teenage Fanclub, Grand Prix, y luego creo recordar que apareció Algora y algo más habremos bebido, incluyendo en la conversación también al hamster blanco que era la mascota del lugar. Como podrán ver, ya hay en este difuso recuerdo material suficiente como para alumbrar una canción del grupo que Algora formaría con Fran luego de la disolución del Niño. Hace poco finalmente llegó a mi casa el muy buscado Los idiotas prefieren la montaña (Xórdica), breve libro con el que Aloma Rodríguez, escritora y también moza del Bacharach, el bar de Algora, recuerda y despide al cantante, que falleció de pronto en el 2008, cuando aún no había cumplido 40 años. En el emotivo libro de Aloma, que me leí de una sentada, como si hubiese encontrado de pronto el agua necesaria para saciar una sed que ni siquiera sabía que tenía, me enteré que el delicado problema coronario que Algora arrastró durante casi toda su vida adulta, apareció a la altura del último disco del grupo y su posterior separación. El corazón le avisó a Sergio que estaba en problemas, y así se terminó el Niño Gusano y después de atravesar durante un tiempo el desierto finalmente encontró su Costa Brava. Siempre me gustó la música del Niño, mas que nada porque era uno de los pocos grupos del indie español de la época que porfiaba en cantar en castellano. Los demás lo hacían en inglés, algo absurdo --y sumamente snob-- en una tierra en la que todo se dobla y nada se subtitula. Hay algo de, justamente, justicia poética en que el socio de Sergio en su última cruzada musical haya sido Fran Fernandez, integrante del grupo más descarado de esos indies españoles falsamente anglosajones, Australian Blonde. Tengo todos sus discos, creo. Y también los del Niño --sólo me falta su primer disco, el mítico Palencia EP, si alguien quiere desprenderse de él, aquí tendrá un hogar--, pero no todos sus temas podrían ser parte de Musica Cretina. En cambio con La Costa Brava es algo que sucede casi naturalmente. Lo prueba el hecho de que en su primer disco tienen un hermoso cover traducido al castellano de los Flaming Lips. Y que el segundo está todo dedicado a versiones de grupos amigos. La esencia de Musica Cretina hecha grupo. Y dicho todo esto, solo me queda, primero, celebrar el libro de Aloma, que es una celebración de la vida y la obra de Sergio, y también del amor y la admiración que muchos hemos profesado por él. Tengo un par de mails que intercambié con Sergio cuando apareció Llamadas perdidas, el cuarto disco del grupo, y armé una nota de una paginita en Radar, y tal como Aloma confiesa en su libro que ha hecho con los suyos, no los he borrado, San Gmail los mantiene con vida. Supe de la existencia de Aloma cuando recibí como un mazazo la noticia de la muerte de Sergio, y lo despedí en otra página de Radar, una labor que atesoro con mucho cariño. Buscando información en las redes, descubrí lo que había escrito la entonces apenas moza, que reproduje en mi artículo. Supongo que eso que encontré entonces debió haber sido la semilla de este hermoso libro. Y en esta letanía entonces llega el momento de hablar de Justicia poética, el tema que nos atañe en esta tarde de domingo agobiante. En las letras más pequeñas que acompañan las ya pequeñas letras de los temas incluidas en el librillo que acompaña Velocidad de crucero, se aclara que el tema fue hecho en honor de un amigo que, cada vez que acertaba con el azar, celebraba al grito de "justicia poética". Y esas letras pequeñas también confiesan que pretendía sonar como una mezcla entre Velvet Underground y Os Mutantes. "Vaya tontería" apostrofa el redactor de esas liner notes mínimas, pero desde aquí celebramos el comentario como un gol, porque confirma la idea que inauguró este texto: más Música Cretina, imposible. Asi que acá está el tema que les alegrará lo que queda del domingo, y quien te dice, también este fin de semana extendido. Usenló con cuidado, se les puede meter en la cabeza, y hacerlos absurdamente felices durante el resto de sus vidas. Y lo mismo puedo decir del Música Cretina completo. Es domingo, tienen tiempo, hagan play y siéntense a esperar la Justica poética. Después me cuentan si valió o no la pena.

3 comentarios:

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  2. Excelente... Martín, no te gustaría crear un usuario en Spotify? Así subís los podcasts y/o playlists allí. Y te escuchamos también por esa vía. Una idea, nomás. Abrazo y buen presente. El Oma de Haedo.

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  3. Hola Oma, cualquier opcion para escuchar Musica Cretina es bienvenida. Debere aprender a hacerlo, no manejo Spotify... ni siquiera Twitter! Pero recomienden y difundan, que para eso estan las redes...

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