jueves, 30 de junio de 2016

Don Covay, "I was checking out, she was checking in"


Quise decirle algo/ pero no había nada que decir

El tipo acaba de salir del hotel con su amante. Después de dejar la llave de la habitación y pagar la cuenta, se demoran besándose y abrazándose dentro de su auto, aprovechando la oscuridad del estacionamiento. Justo entonces entra otro auto, del que se baja una pareja, a la que en la recepción les ofrecen la misma llave que el tipo acaba de dejar. Y entonces él se desespera, porque la mujer de esa pareja es en realidad su mujer, que ha llegado al hotel con su propio amante. Se suponía que debía estar cuidando a los chicos, se lamenta el tipo, y agrega: los dos nos estabamos engañando. Y ahí viene el estribillo, que es también el título de la canción, y se puede traducir así: Cuando yo estaba haciendo el check out, ella estaba haciendo el check in. El que canta, o más bien recita, se llama Don Covay, y es algo así como una leyenda del soul, al menos para los conocedores, ya que es nada menos que el autor, entre otros, de --de pie, señores-- Chain of fools, el tema que inmortalizó Aretha Franklin. Al empezar a desgranar la lista de este Musica Cretina, confesé que un par de elegidos habían sido casi sugerencias de ese gran dilettante musical que es Peter Wolf, todas pistas que fueron apareciendo cuando empecé a leer sobre su último disco, el que Covay aparece como coautor de un tema que Wolf siempre soñó con hacer junto a Bobby Womack. Pero Womack ya no está con nosotros, y tampoco lo está Covay, a quien Wolf conoce en realidad desde hace mucho tiempo atrás, ya que fue justamente un grupo de canciones que co escribieron juntos y rechazaron los de J Geils Band, algo que desencadenó la salida de Wolf del grupo, hacia comienzos de la década del 80. Cuando Covay falleció, en enero del año pasado, fue Wolf el que se encargó de su necrológica en la Rolling Stone, donde recuerda que Covay abría los shows de Little Richard mientras se hacía un nombre propio como compositor, de la misma manera que Womack hacía lo propio para Wilson Pickett. Y revela que Keith Richards le comentó alguna vez que, si alguien comparase en una gráfica la onda sonora generada por la voz de Mick y la de Don, estas serían practicamente inéditas. Hay una anécdota genial con la que Wolf termina su necrológica, en la que dice que Don le contó alguna vez que justo cuando Chain of fools estaba al tope de las listas, y Atlantic estaba feliz por haber conseguido finalmente un éxito para Aretha, llamó desde su hotel a Jerry Wexler diciendole que tenía una canción que era mejor que Chain of fools. Wexler lo invitó a su oficina, para que se la hicera escuchar, y él le dijo que no, que la tenia en su cabeza, y que como estaba en un hotel, necesitaba que le mandase un teclado que había visto en tal negocio. Volvió a llamar a Wexler unas horas después, diciéndole que necesitaba una guitarra. Y después hizo lo mismo pidiendo un equipo de bajo. El cuento que Wolf le escuchó contar a Covay no terminaba con un nuevo tema escalando aun mas alto en las listas que Chain of fools, sino con todos los instrumentos y equipos enviados a su hotel por Wexler a cuenta de Atlantic convenientemente vendidos al mejor postor. ¿Por qué? Porque Covay sabía, le explicó a Wolf, que cuando llegase el momento de cobrar sus regalías como autor de la canción, lo iban a estafar, como siempre hacían. Así que él había decidido pagarles con un poco de la misma medicina. "Típico de Don", escribe Wolf para cerrar su necrológica, y en Musica Cretina también dejamos sonar este tema típico de Don, que asoma al promediar el Lado A, después de lo nuevo de John Doe y justo antes de la versionaza de Velvet Underground que Paula Trama hace al frente de Los Besos. Pasen y escuchen, en un jueves luminoso, justo antes de que llegue la tormenta perfecta del fin de semana que todos andan anunciando. 

lunes, 27 de junio de 2016

Música Cretina 2016 #6

ESTO NO ES UN PROGRAMA

17-6-2016

Lado A

"No me fío de los buenos/ mucho menos de ti"

1.- Oscar, Sometimes
2.- Los Fabulosos Cadillacs, Juan
3.- John Doe, Sweet reward
4.- Don Covay, I was checkin' out, she was checkin' in
5.- Los Besos, Soy tu ventana (The Velvet Underground)
6.- The Jayhawks, The devil is inside her eyes
7.- Nadine Shah, The gin one
8.- Lichis, Dinero por nada

Lado B

"Prefiero morir joven/ antes que envejecer sin vos"

9.- Señor Coconut & His Orchestra, Kiss (Prince)
10.- Mi Amigo Invencible, Mas desorden
11.- Shawn Colvin & Steve Earle, Tobacco road (The Nashville Teens)
12.- Otis Clay, Trying to live my life without you
13.- Zeca Baleiro, Era domingo
14.- Johnny Cash, I'd rather die young
15.- Texas Tornados, She never spoke spanish to me (Butch Hancock)
16.- El Estrellero, Medicamentos

jueves, 23 de junio de 2016

Texas Tornados, "She never spoke spanish to me" (Butch Hancock)


Sus poetas preferidos están todos de acuerdo/ el español es la lengua del amor/ Pero ella nunca me habló en español

No hay nada más lindo que cuando los amigos o conocidos se prenden en el juego que propone cada Música Cretina y se largan a preguntar o comentar sobre los temas que van apareciendo en cada no-programa. ¿El artista que abre el Lado A es tal o cual? ¿De que disco es tal tema? Y así. Por eso es que suelo demorar la aparición de la lista de temas, porque quiero darle tiempo a los posibles oyentes para que se sumen, y puedan apretar play sin saber qué es lo que viene, sin tener un mapa a mano que les explique cada curva, cada bache en el camino, para que puedan disfrutar del no-programa tal como me esfuerzo en hacerlo: para sorprender al que lo escucha tema a tema, buscando tanto en el aficionado a la música como en el coleccionista, la sorpresa de lo inesperado, del salto de un mundo a otro, del recuerdo de algo familiar pero olvidado y que no debería aparecer en ese lugar, o de sorprenderlo con algo que no conoce pero igualmente suena familiar. Y eso último justamente fue lo que el amigo Strass me confesó que le sucedió esta semana con este tema de los Texas Tornados, que asoma al final del Lado B, casi cerrando el no-programa. "¿Viste que hay temas que apenas los escuchás, aunque no sepas nada de ellos, sabés inmediatamente que son clásicos? Bueno, este es uno de ellos". Y lo que le pasó a Strass fue lo mismo que me pasó a mi cuando descubrí She never spoke spanish to me, este clásico del supergrupo de Tex Mex que integran Freddy Fender, Doug Sahm, Augie Meyers y --last but not least-- el Flaco Jiménez, que es la razón por la cual yo llegué hasta ellos. Fue Ry Cooder (al que creo que conocí gracias a una nota de Rosso en el Expreso) durante sus aventuras Tex Mex el que en su momento me hizo conocer al Flaco Jiménez, al que con el Rafa Hernández amamos cuando sacó su disco solista Partners, en el que mezclaba con muy buen tino su tradicion chicana con diversos intérpretes del rock norteamericano, y se hizo un clásico del Piso 93. ¿Cómo no pensar que esa misma nota de Rosso, que esos mismos discos de Cooder, que ese mismo respeto por el Flaco es lo que llevó a Calamaro detrás de sus primeras canciones chicanas? Al menos creer eso fue lo que me hizo embanderarme antes que nadie detrás de temas como Adios amigos adios o No tengo tiempo. Es que por ese entonces si te creias rocker era difícil darse el permiso para ir mas allá de la obviedad anglo, por eso las puertas que abrió para nosotros el buen Ry, y también Tom Waits, fueron tan importantes en esos tiempos formativos, demostrando que había otro camino posible, que escuchar podía ser mas libre que esa simple palabrita de la que presumía --e incluso se apropiaba-- cierta cultura rock, pero que en realidad no hacía mas que encorsetar y plantear rigurosos clasismos estilisticos. El Flaco y el Tex Mex fueron la demostración práctica de que se podía ser rocker y chicano, y mirado desde el rock donde a uno le gustaba pararse entonces --generacional y esteticamente-- descubrir eso fue apenas el comienzo. El fin de una inutil guerra del cerdo, y el comienzo de un camino lleno de tesoros, si era que se podia abrir las orejas. Y cómo no abrirlas para los Texas Tornados, ¿no es cierto? Porque, tal como le sucedió a Strass, yo también apenas escuché este tema de su primer disco de 1990 me di cuenta que era un clásico. Es más: lo supuse apenas leí su título, antes incluso de escucharlo. Internet ahora hace todo fácil, y enseguida me entero que es un tema de un tal Butch Hancock, que formó parte de los Flatlanders junto a Joe Ely y Jimmy Dale Gilmore, y enseguida también puedo escuchar en You Tube la hermosa versión --¡esas maracas!-- que grabó Ely en su debut como solista, de 1977. Suena como un clásico apenas uno lo escucha, tal vez por esa referencia en su estribillo al clasiquísimo Spanish is a loving tongue que grabaron desde Bob Dylan hasta Marianne Faithfull (mi version preferida es la de Emmylou Harris), y por eso suena tan bien --como dije-- casi al final del último Música Cretina, del que aún queda mucho por descubrir. O al menos comentar. Así que pueden empezar por apretar play y dejar que sea la banda de sonido de lo que queda de esta mañana soleada de jueves, en que el invierno nos engaña un rato, como siempre y como todos, hasta que llega la noche. O el final del no-programa, cuando confesamos que, si para ella el español era la lengua del amor, bueno, ella nunca nos habló en español.

martes, 21 de junio de 2016

Sr. Coconut y Su Orquesta, "Kiss" (Prince)


Dejamelo todo a mi/ te voy a mostrar de qué se trata

Sol de lunes después de la noche mas larga, y con el frío renovado ante la llegada del invierno. Por eso hay que sacudir las cachas, y nada mejor que el amigo Uwe Schmidt, alias Atom Heart, y también alias Sr Coconut, haciendo una versión cha-cha-cha de Kiss, el temazo de Prince, que abre el Lado B del nuevo no-programa honrando al genio de Minneapolis. De hecho, este tema me lo recordó un compilado de la Rolling Stone alemana en su honor, pero data de uno de los tantos discos en serie del Sr Coconut y Su Orquesta, que parece no tener limite para su cretinismo. Según recuerdo, lo conocimos por su disco Pop Artificielle, donde versionaba mas bien en formato trip hop y via vocoder temas como Angie o Jealous Guy, bajo el muy poco descriptivo apodo de LB. Pero enseguida se reconvirtió a Sr Coconut y regresó con aún mas fuerza, con un disco dedicado a temas de Kraftwerk en formato latino. ¡Un aleman haciendo kraftwerk escondido detrás de unas maracas! Era irresistible. Creo que este Kiss llegó ya para el enésimo disco con Su Orquesta, pero no deja de ser algo, ¿no? Por lo menos alcanza para descongelar el lunes, arrancar el invierno y empezar la semana. Demasiado para un país donde la bandera ahora no se jura sino que se puede, corruptores denuncian a los corruptos, y ahora todos se desayunan con que la obra publica se paga con sobreprecio y se desgarran las vestiduras. No tenés que ser rica/ para ser mi chica, canta Uwe mientras tanto, moviendo sus cocos al ritmo del cha-cha-cha, y es hora de ponerse a bailar, porque no hay otra cosa que se pueda hacer hasta que lleguen las antorchas.

lunes, 20 de junio de 2016

Otis Clay, "Trying to live my life without you"


Pensé que cambiar mi forma de vida/ era algo dificil de hacer/ pero el hábito más difícil de romper/ fue mi amor por vos

Tengo que confesar que un par de temas del nuevo Musica Cretina son algo así como sugerencias de Peter Wolf, que cerró de la mejor manera posible --con uno de los temas de su último discazo, A cure for loneliness-- el no-programa anterior. Lo que sucedió es que buscando información sobre el buen Peter para lo que primero iba a ser un post cretino y luego terminó siendo una caprichosa nota en Radar, descubrí que siempre me terminaba distrayendo detrás de pistas musicales de todo tipo, algo en lo que el ex lider de la J Geils Band no sólo siempre es prolífico sino ademas demuestra su muy buen gusto. Después de todo, además de la contundencia rocker de su show en vivo, aquella mitica época inicial del grupo con el que se hizo famoso es deudora en gran parte a un repertorio basado en su colección de discos. Y no parece haber perdido ese toque, al punto que A cure for loneliness es un álbum construido como si fuese la impecable lista de temas de un programa de radio, heterogénea rítmicamente, pero homogénea en términos de, digamos, onda. Eso que le sobra a Wolf, y que despliega en cada una de las entrevistas con las que me fui encontrando en internet donde, casi sin hacer esfuerzo, deja caer una oscura referencia musical tras otra. Una de ellas hacía referencia a Otis Clay y su disco Trying to live my life without you, que Wolf traía a cuento como ejemplo del placer perdido de perder el tiempo curioseando en las bateas de eso que se solía llamar disquería. Porque de pronto te podías encontrar con una tapa como la del disco de Clay, y saber que tenías que llevártelo a casa, aunque no tuvieses idea de qué era. Y la verdad que apenas lo busqué en internet me pasó lo mismo: esas letras gorditas del título, clásicas de los 70, la foto con el tipo sentado en un sillón enorme mirando el teléfono en una mesita al lado del retrato de una mujer que no está, pero se ha dejado el perrito faldero que es su única compañía pero no llega a ocupar el espacio libre en el sillón, y como remate el nombre --Tratando de vivir mi vida si vos-- fueron un combo irresistible. Solía fumarme cinco paquetes de cigarrillos por día/ fue lo más difícil dejarlos de lado/ Bebía cuatro o cinco botellas de vino/ tenía siempre un vaso en la mano, canta Otis desde la entradora primera estrofa del tema que bautizó su debut a comienzos de los 70 para el sello Hi Records, de Memphis, donde grababan por entonces Al Green y Ann Peebles. Nacido en Waxhaw, Mississippi, y afincado en Chicago, Clay --según la siempre confiable All Music Guide-- nunca tuvo un mega hit, pero supo ser un visitante periódico de las listas de rhythm'n'blues y una presencia perdurable en el blues y el soul vintage, encontrando tambien su lugar en el mundo del gospel. Murió muy en silencio en enero de este año, a la más que respetable edad de 73 años, y lo más lejos que llegó en la busqueda de ese hit consagratorio que nunca alcanzó fue este Trying to live my life without you, cuya letra sigue así hasta encontrar su estribillo: Romper esos hábitos fue algo difícil de hacer/ pero nada me preparó para los cambios/ que a los que me obligaste/ Tratar de vivir mi vida sin vos, Nena/ Es lo más difícil que alguna vez tuve que hacer. Gracias Peter y gracias Otis, entonces. Por estar siempre ahí, porque si no fuese por gente como ustedes bien podría terminar sentadito en mi sillón, al lado de una mascota ajena, esperando noticias de una música más cretina. Por eso es que vale la pena parar la oreja, hacer play, y esperar la llegada de Otis promediando ese Lado B todavía por estrenar de un no-programa que parece hecho para este lunes que es domingo, que es feriado y, como si fuese poco, un feriado bien cretino.

sábado, 18 de junio de 2016

Oscar, "Sometimes"


Sólo cuando te miro/ me doy cuenta de las cosas que quiero hacer

Sábado de sol y Música Cretina, y entonces hay que abrirle paso a Oscar Scheller, la cara nueva del pop británico, que acaba de sacar un irresistible álbum debut, Cut and paste. Como para su música Oscar se presenta simplemente así, como Oscar, sin apellido, es dificil googlearlo, porque uno termina siempre en el consabido premio, estatuillas y alfombra roja. Sin embargo, parece que su debut era bastante esperado, después de un EP y algunos simples que habían ido preparando el camino. Aunque tengo que confesar que me enteré de su existencia recién cuando leí una reseña de la NME en donde parecían quejarse de que todos lo venían comparando con Blur y Elástica, pero enseguida agregaban: "y está bien". Asi que allá fui, entonces, y confieso haberme entregado con el primer redoble de batería y la primera vuelta de la infecciosa melodía de Sometimes, en el que suena realmente muy Blur, pero hay otras capas de influencias por ahí, hijito como es del pop y la new wave de los ochenta, pero literalmente, ya que sus padres estaban al frente de un grupo llamado The Regents. Pero basta de trivia, y dejemos sonar al veinteañero y londinense Oscar en este sábado que parece levitar al sol y en medio de una finde extralarge, ideal para dejar sonar completito un nuevo y flamante no-programa, que abre tal como como abre el disco de Oscar, anunciando: Soy lo peor que vas a conocer/ Siempre, siempre.  

sábado, 11 de junio de 2016

Alceu Valenca, "Quando Eduim desce a Ribeira"


Cuando Eduim baje hasta Riveira/ Olinda entera escuchará su afoxé

Según encuentro en el librito que acompaña la reedición en compact de Leque moleque, uno de los tantos discos fallidos que Alceu Valenca grabó en la segunda mitad de los 80, Eduim es el nombre del músico invitado que toca el atabaque como invitado en este tema, claramente un homenaje a quien imagino debía ser --porque no pude encontrar ni una referencia en internet-- un músico popular de la zona. Defensor rocker de los ritmos musicales nativos, Valenca fue uno de los primeros artistas que intentó durante los años 70 --junto a otros musicos nordestinos como Ze Ramalho y Raimundo Fagner, denominados como Os violéctricos-- romper con el eje Rio-San Pablo que desde siempre determinó a la industria de la música brasileña. Encontró su lugar en los 80, gracias a dos discos contundentes como Coracao bobo (1980) y Cavalo de pau (1982), que lo convirtieron en estrella justo cuando el rock brasileño de la década estaba empezando sacar pecho. Hay una historia que pinta de cuerpo entero su leyenda, y tiene que ver con un tema que aún hoy cuando lo escucho me pone la piel de gallina. Se llama Anunciacao, y su estribillo repite una y otra vez: Estás llegando/ yo escucho tus señales. Lo que estaba llegando era la democracia al Brasil, y el tema se convirtió en uno de los himnos del triunfo de Tancredo Neves, algo que quedó claro cuando Alceu se robó el show en la fecha del multitudinario Rock in Rio que se llevó a cabo justo antes de aquellas elecciones, cuando todo el público se quedó coreando su estribillo una vez que había terminado su recital. Mi primer disco de Alceu fue una compilación que tiene todos sus éxitos, incluyendo el tema que tan bien tradujo e interpretó Claudio Kleiman --uno de los pocos fanáticos de Valenca que conozco por estos pagos-- en ese incunable y delicioso cassette titulado Claudio Kleiman y amigos. Para cuando llegó a mis manos Leque moleque, había ahondado un poco mas en la leyenda de Alceu, con las historias que me contó otro amigo, Vitor Ramil, al que conocí durante un viaje a Río para ver a los Rolling Stones antes de que llegasen por primera vez a Buenos Aires, en un hogar que tenia una gran discoteca brasileña que me dedique a investigar concienzudamente durante la semana que pasé allí. Leque moleque --junto a Estacao de luz, otro disco suyo de la misma epoca y similares atributos-- eran los dos vinilos de Alceu que Eduardo Berti tenía en su disquería, que hasta donde yo recuerdo fue bastante efímera, perdida bien en el fondo de una galería que ocupaba la esquina de Pueyrredón y Santa Fe, la misma donde hoy hay un Arredo. Atendí ese minúsculo negocio lleno durante un par de meses, hacia el final de algún año en el que había que juntar plata como fuese, y me dediqué a escuchar una y otra vez esos dos discos, aún a sabiendas que no eran de lo mejor de un artista que me interesaba seguir descubriendo. Aunque tal vez era Brasil el continente por descubrir, pero yo siempre me negué a hacerlo a traves del camino de la MPB, artistas abanderados de los que se iban de vacaciones a Brasil y desdeñaban la Argentina, y también de paso al rock nacional. Mi ruta la fui encontrando a través de estos descastados musicales, y luego lo haría gracias al rock brasilero, que mas tarde me fue devolviendo a esos autores que inicialmente desdeñé, pero a los que evidentemente necesitaba llegar por otro camino. Fue Herbert Vianna el que en su momento me llevó hacia Titas, Legao Urbana e incluso Chico Science --fue él quien me regaló su recién salido primer disco, Da lama ao caos-- y a partir de entonces fui tirando de ese hilo de Ariadna gracias al que la música brasileña dejó de ser un laberinto y pasó a ser una mesa llena de platos que pedían, como las botellitas de Alicia: pruébame, cómeme. Y además fue Joao Barone el que me contó la anécdota de que una noche que no tenía donde parar en Rio, se cruzó en un bar con unos amigos y les contó el problema, y uno de los que compartían la mesa, que él no conocía, lo llamó y le dio la llave de un departamento donde le dijo que podía quedarse. Cuando Joao entró, se dio cuenta que era el departamento donde Alceu guardaba todos sus instrumentos, y hasta había dinero sobre una mesa. Desde entonces y hasta ahora, el batero de los Paralamas no puede creer la generosidad y la confianza de semejante personaje. ¿Como no dejarse llevar por su música, entonces? A pesar de ser un disco fallido, algo que puedo reconocer hoy sin problemas, después de haber conseguido en CD aquellos vinilos que escuché diariamente pero no alcancé a comprar cuando cerró la disquería (ni a vender mientras fui empleado, je), Leque moleque tiene su encanto. Uno que alcanza a este tema que suena casi al comienzo del Lado B, después del gran Chuck Prophet y antes de los norteamericanos Woods. Joven bonita/ serás mi mujer, amenaza Alceu, y el sol del sábado pega más fuerte, mientras los invito a dejar sonar completito un Musica Cretina que todavía merece escucharse de punta a punta.

jueves, 9 de junio de 2016

Andrés Calamaro, "Nueva zamba para mi tierra" (Litto Nebbia)

Si en un espejo nos miramos/ notamos que algo va cambiando/ cada día, cada herida

Fue una década atrás, cuando Fito Páez presentó Moda y Pueblo en el ND/Ateneo. Era la época en que el rosarino argumentaba a favor del nucleo duro del rock nacional, o sea Nebbia, Charly y Spinetta. En un teatro lleno y arengado, tocó Desarma y sangra, de Charly, y todos cantamos. Después vino Muchacha, y también, hubo coro general. Pero cuando siguió con un temazo como El otro cambio, los que se fueron, para mi sorpresa fuimos pocos los que cantamos. Me pareció una injusticia, y me impresionó que sucediese justamente con el público del rosarino más porteño de todos. Pero, unos meses mas tarde, algo parecido sucedió en el show que Calamaro dio para fin de año en la cancha de hockey de Obras, al aire libre. Allí invitó a Litto Nebbia para cantar Yo no permito y Nueva zamba para mi tierra, y el público guardó un cierto silencio no tan reverencial como respetuoso, pero al mismo tiempo fruto de un evidente desconocimiento. Ahi fue cuando terminé de entender un par de cosas. La primera era que, como le decía Peralta Ramos a Tato Bores, había una nueva generación --eran mayoría tanto en el ND/Ateneo como en ese Obras al aire libre-- que no conocía a Litto. Pero también que hay laureles, o bronces, que uno considera establecidos, y no lo son tanto. Por eso es que las historias hay que contarlas una y otra vez, porque se olvidan. Y hay otro detalle con respecto a Litto, que apareció en el tercer acto de esta historia, cuando Andrés se puso en sus manos para El palacio de las flores, el disco que ordenó cierta herencia camboyana después del chispazo orquestado por Javier Limón en El Cantante. Ahi fue cuando se puso en evidencia el rechazo subterráneo --porque nunca lo admitirían a la luz del día-- que despierta Nebbia en diversos estamentos del rock nacional, tanto en un establishment discográfico que lo desprecia por su independencia y rebeldía como en cierto periodismo musical que vaya uno a saber por qué lo hará, quizás porque no sea lo suficientemente moderno para sus buenos gustos porteños. Lo cierto es que esa maravilla que es El palacio... siempre fue consentida mas que abrazada por todo el mundo Calamaro, desde sus fans hasta sus colaboradores, lo que decantó en la rápida salida de escena de Litto, y tambien en que nos hayamos perdido una presentacion en vivo de aquel disco, con Ariel Minimal --guitarrista de esa gloriosa banda rocker de Nebbia-- tocando aquellas canciones codo a codo con Andrés. Por eso celebro que Calamaro abra su nuevo disco con este temazo de Litto, un himno de aquellos años en los que caminábamos aún por la cornisa del fin de la dictadura, rehaciendo y recuperando historia e historias, con mayuscula y minuscula, singulares y plurales. Si mal no recuerdo, Litto lo grabó primero en un disco en vivo con Los Músicos del Centro, y luego en un disco con el Cuarteto Zupay. Es un tema de aquellos años y aquellos cruces, claramente fuera del radar de la tropa moderna de la sangre azul del rock de aquellos años. Y sin embargo, si Calamaro lo toca desde hace tanto, seguro que supo asomar la cabeza por fuera de aquella nube incluso entonces (somos hijos de la Humor y Canta Rock, después de todo), y es un tema que le recuerda tanto aquellos tiempos como estos. Pasó una década de aquellos silencios, y la historia de Litto se ha vuelto a contar varias veces, y hasta fue tapa de la Rolling Stone local, un lugar mil veces merecido. Hace semanas que vengo cantando casi sin darme cuenta los versos de su Nueva Zamba, aquí y allá, esperando el ascensor, haciendo la cola en la panadería. Por eso nada mejor que dejar que suene en esta mañana de jueves, en una semana cada vez más fría. Y también esperarla hasta que llegue casi cerrando el Lado B del último Música Cretina. Nadie dice que te quiere, Mi Tierra/ nunca mientras te camina, canta Nebbia y canta Calamaro, que ya no necesitan amanecer en Montevideo para saber de dónde es que son. A ver cuándo aprendemos a sentir lo mismo, y recordamos de una vez también quiénes somos, y reconocemos las historias que mejor nos cuentan una realidad que no nació hecha, sino que construimos entre todos día a día. Mientras otros tantos se empecinan en destruirla.  

lunes, 6 de junio de 2016

Música Cretina 2016 #5

ESTO NO ES UN PROGRAMA

29-5-2016

Lado A

"Amar la tempestad/ la pasión correspondida"

1.- Tom Waits, John The Revelator (Blind Willie Johnson)
2.- Las Armas Bs As, Conversaciones sobre el tiempo
3.- Sturgill Simpson, All around you
4.- James McMurtry, Copper canteen
5.- Bomba Estéreo, Raíz
6.- The Staple Singers, Be careful of the stones you throw (Bonnie Dodd)
7.- Loquillo c/Leiva, En el final de los días

Lado B

"Los lobos aúllan, los vampiros muerden"

8.- Chuck Prophet, I can feel your heart beat
9.- Alceu Valenca, Quando Eduim desce a Rivera
10.- Woods, Only the lonely
11.- Bobby Womack, No money in my pocket
12.- Mexrrissey, Entre mas me ignoras, mas cerca estaré (Morrissey)
13.- Iron and Wine c/Ben Bridwell, Ab's song (The Marshall Tucker Band)
14.- Andrés Calamaro, Nueva zamba para mi tierra (Litto Nebbia)
15.- Peter Wolf, Peace of mind

domingo, 5 de junio de 2016

Loquillo c/Leiva, "En el final de los días"


Pregunté a los clásicos/ por mi tendencia suicida/ Me miraron sonriendo/ las excusas siempre son las mismas

Cuando pienso en Loquillo, siempre recuerdo dos cosas. O tres. Porque antes que nada recuerdo a un amigo, escritor y dramaturgo --pero antes que nada periodista de rock-- uruguayo Gabriel Peveroni, que lo reverencia como nadie. Pero mi primer recuerdo va hacia un disco, el que comenzó a cimentar mi interés en la figura del Loco hacia fines de los 80. Era un doble en vivo, y tenía un título irresistible: A por ellos... que son pocos y cobardes. Salvo por la música en los surcos, que tenia un sonido horrible, todo en ese disco era irresistible: la estética, las canciones, las letras, los textos del sobre interno, y aquellas imágenes. El rescate de una increible campaña de prensa supuestamente anti-droga que decía: "Esperamos que el espectaculo de nuestros cerebros fulminados sea suficiente. No te drogues como nosotros". No se cómo era que el disco había llegado a la discoteca de Radio Mitre, donde por entonces yo pululaba, y cada tanto ligaba algún simple de promoción repetido de la época, que por supuesto aún tengo por ahí. Por ejemplo, fue en esa discoteca que me hice fan de los dos últimos discos solistas de Calamaro antes de irse con Los Rodríguez, Por mirarte y Nadie sale vivo de aquí. Mi trabajo era escribir guiones para dos programas de FM 100, Los queridos 70 y Los 80 en fuga, pero siempre la música ganaba la partida y la visita para retirar las listas de temas se alargaba charlando de lanzamientos, curioseando por los estantes, rescatando disco perdidos. Uno de ellos era el doble de Loquillo, que era impasable para la radio y estaba casi virgen, y en un afán justiciero, después de visitarlo seguido --los fanáticos de los discos que no tenemos los solemos visitar cuando los encontramos pero por alguna razón no podemos comprarlos, pregúntenles a los empleados de las disquerías-- terminó donde tenía que terminar, en mi discoteca, donde aún está, acá lo tengo a mi lado mientras escribo esto, con la etiqueta de la discoteca mal arrancada, pero sigue siendo un objeto irresistible aunque no haya vuelto a escuchar desde entonces. Mas alla del fetichismo, en una epoca en que la informacion no circulaba, ahí estaba todo: el mito, la data, y mas que nada, las canciones y las letras. Desde entonces lo sigo al Loco, y nunca me ha defraudado. Bueno, sí, alguna que otra vez la repetición de su mito hasta gastarlo y la dureza de su ritmo terminan cansando, como suele suceder con las apenas dos marchas que tiene el rock español, pero apenas te descuidás vuelve a demostrar su toque de siempre, y uno otra vez está rendido a sus pies. Aún hoy pienso que Rock n roll star es una obra maestra, y siempre me fasciné con la relación amor-odio que mantuvo con Sabino Méndez, responsable de muchas de las canciones mas miticas de su repertorio, y autor de un libro ineludibles a la hora de hablar de literatura del rock en español, como Corre rocker, crónica personal de los ochenta. Cuando el Loco asumió la adultez en un discazo como La vida por delante, pensé que como rocker de campera de cuero ya lo había dado todo, y a partir de entonces confieso que le solté la mano. No lo volví a revisitar durante su largo transito por la madurez y cuando el año pasado la volvió a rockear con un disquito de campera de cuero, aunque le presté algo de atención me pareció que con la nostalgia no alcanzaba. Pero con Loquillo nunca se sabe y acá está de regreso, con un discazo que te agarra de las solapas y no te suelta. Como sucede con este En el final de los dias, segundo tema del flamante Viento del este, compuesto junto a Leiva, de Pereza. Me saco el sombrero también por él, ya que aunque no he revisado lo suficiente a los Pereza, tanto con Quique González como ahora con Loquillo, Leiva parece garantía de buen rock y canciones. Nota mental: escuchar a Leiva con mas ganas y menos prejuicios. Fin nota mental y volvamos a Loquillo y al domingo, frío y de sol, que se merece un tema como En el final de los días. Subimos la escalera/ sin saber a dónde iba, canta el Loco, y podemos cantarlo todos, una y otra vez. Ya sea acá debajo, a un play de distancia, o buscándolo al final del Lado A del último Música Cretina, que todavía rebalsa de música para compartir.

jueves, 2 de junio de 2016

James McMurtry, "Copper canteen"


Mi amor, no deberías gritarme/ mientras estoy limpiando mi arma

Si, ya se, ya se. Una frase como esta no es lo ideal para andar posteando justo un día antes de la segunda marcha de Ni Una Menos. Pero les aseguro que no fue con eso en mente que incluí este tema del texano James McMurtry en el aun reluciente Música Cretina de esta semana, y también hay que aclarar que tampoco el buen McMurtry lo compuso con ningun asunto relacionado con la marcha de mañana en la cabeza. Copper canteen está lejos de la poco ubicua contundencia --con respecto a la víspera, claro está-- de Johnny Cash cantando al comienzo de esa obra maestra que es Delia's gone algo así como Si no la hubiese matado/ me hubiese casado con ella. Porque lo que pinta McMurtry --o el personaje que protagoniza su canción, mejor dicho-- en ese admirable primer verso no es un crimen a punto de cometerse  sino apenas una queja marital dentro de la particular contidianeidad conyugal posible en un lugar como Texas. Algo que queda claro en el devenir del resto de la canción, un oscuro retrato de una pareja resignada justo antes de ingresar al último acto de sus vidas. Aun cuando la frase siguiente al verso inicial continúe crudamente con la queja, completando la imagen y las particularidades de la relación: Lavaré la sangre de la camioneta/ cuando la temporada de caza termine/ todavía falta una semana / y me gustaría matar uno más. Y justo cuando parece que esto va a terminar mal, el hombre negocia ante el pedido de su mujer diciendo que va a limpiar la vereda otra vez, si con eso alcanza a calmarla. Esta vida que deseamos tan poco/ la salvamos entre las tumbas de nuestros padres y los juguetes de nuestros nietos, canta McMurtry. Imagino que podremos aguantar hasta que llegue la pensión/ entonces venderemos todo/ dejaremos sólo la cerradura en la puerta/ y nos preguntaremos y ahora qué. En una nota publicada en la Rolling Stone norteamericana, y que destaca en su página oficial, el cantante señala que su busqueda es la de "escribir la mejor canción posible, y que eso generalmente sucede manteniéndose en personaje. Sólo de vez en cuando podés conseguir dejar dicho lo que pensás". Las mejores canciones posibles para McMurtry en Complicated game, su último trabajo, que editó el año pasado después de seis años de silencio discográfico, están pobladas de personajes --asegura el artículo-- mirando lo conseguido y ahuyentando la desesperación. "Los veo aguantando antes que desvaneciéndose", asegura McMurtry. "Plantándose ante una corriente que quiere llevárselos, pero todavía no puede". Tal vez por eso me hayan caído tan bien McMurtry y sus canciones, las que descubrí a fines del año pasado, cuando me hice con su disco, que había asomado en las listas de los mejores del año. El tipo no es un novato, anda dando vueltas desde los 80, y uno de sus temas llegó incluso a ser uno de los himnos del acampe de Occupy Wall Street. Su padre, Larry, escribió la novela que adaptó Peter Bognadovich para La última película, ganó el Pulitzer con otro libro, Lonesome dove, y el Oscar por ser uno de los responsables del guión de Secreto en la montaña. Cuando no está de gira, asegura su blog, James McMurtry toca todos los martes y miércoles en el Continental Club de su ciudad, Austin. Los martes el show es acústico, los miércoles con su banda. Su tema suena justo al medio del Lado A de un no-programa digno de esta mañana nublada de jueves, en un junio que también se promete de aguante, contra una correntada que todavía no pudo con ninguno de nosotros. Y que no se atrevan a venir a gritarnos cosas justo cuando estamos limpiando nuestras armas.