martes, 31 de mayo de 2016

Las Armas Bs. As., "Conversaciones sobre el tiempo"


Nos despediremos normalmente/ como lo hace el resto de la gente:/ “Nos vemos, mucha suerte. Que andes muy bien, adiós".

¿Ya les dije que hay un nuevo Música Cretina? Ayer fue el turno el tema de apertura, la flamante versión de Tom Waits de un clásico de Blind Willie Johnson, y ahora le toca al que le sigue, arruinando un poco la sorpresa que me gusta que semantenga tema tras tema, ese qué-vendrá-ahora que es la base de toda esta cretinada. Y después del buen Tom le toca al amigo Ramiro García Morete, alias Miro, alias el Mister y qué se yo cuantos alias mas, un verdadero compinche de este no-programa, al que se sumó hace unos años, cuando Música Cretina regresó del limbo en su versión si-programa en el aire de FM La Tribu, y con produccion de otro amigazo, Juan Manuel Strassburger. Como por entonces Miro estaba en sus epocas camboyanas, componiendo sin parar, el pacto fue estrenar un tema nuevo por emisión, y así lo fuimos haciendo hasta que aquella época dorada terminó, Musica Cretina terminó pasando a esta proto clandestinidad online, y Miro fue desandando su profundidad camboyana. Para presentar a Ramiro ante quienes no lo conozcan, reproduzco lo que escribí por otro lado: "Después del consagratorio Los caminos (2010), álbum solista firmado como Miro y Su Fabulosa Banda de Juguete, Ramiro García Morete se confesó mas cerca de Atahualpa que Kerouac en el Olor de la sangre (2012), rebautizándose como Mister. Jugando a ser Dylan en el admirable La humanidad (2013), nuevamente con la Orquesta aunque entonces digna de la Rolling Thunder Review, ahora como Mister se pone al frente de Las Armas Bs. As., un contundente trío de rock bonaerense. Acompañado por Joaquín Inza en batería y Longa en bajo, García Morete sigue trazando un camino propio dentro de la escena platense, completando un curioso recorrido en cinco años partiendo de la mejor cancion calamaresca hasta terminar en un oscuro rock bíblico que, pese a las citas de Pappo, bien puede ser considerado --con mucha honra-- como babasónico". Es que, sí, esa fue mi iluminación al escuchar por primera vez de punta a punta el disco de Las Armas: que antes de ser rock setentista era rock babasónico proto setentista. Porque no podía evitar escuchar a Adrian Dargelos al frente de versos como A veces alucino cosas/ ¡¿Nosotros dos?!/ Es mi imaginación frondosa. Y a mucha honra. Así que a sacudirse la modorra de la mañana, y que suene Las Armas Bs. As. en este martes aún nublado mientras escribo esto pero quién sabe. Y después, o antes, que venga el play en un reluciente Música Cretina, estrenado durante la lluvia del fin de semana, y digno de escucharse completito, mate tras mate. 

lunes, 30 de mayo de 2016

Tom Waits, "John the Revelator" (Blind Willie Johnson)


Llamó a Adán por su nombre/ y él se negó a responder/ porque estaba desnudo y avergonzado

Lunes nublado después de un fin de semana nublado, y por suerte llega con un nuevo Música Cretina bajo el brazo, listo para dar por terminado este mayo nunca tan poco patrio, qué joder. Un no-programa que abre con lo último que se sabe de ese monstruo llamado Tom Waits, ya que es uno de los dos covers que aportó para un flamante disco de homenaje de Blind Willie Johnson titulado God don´t ever change, algo asi como Dios nunca jamás cambia, que es lo que debí haber tenido claro antes de aceptar subirme a un escenario para entrevistar al buen Tom, algo que sucedió hace ya casi -parece mentira- una década. Por recomendación de Jim Jarmusch, que le comentó lo bien que lo habían tratado cuando estuvo en Buenos Aires, Waits había aceptado una invitación del Festival de Cine porteño allá por 2007, cuando Jorge Telerman era intendente de la Ciudad de Buenos Aires --¿se acuerdan?-- y por lo tanto estaba detrás de todas estas cosas. De hecho, Waits era su capricho personal, y en realidad el sueño era que viniese a tocar, pero como el artista entonces no estaba tocando en vivo y ni siquiera tenía una banda armada, convinieron que viniese a dar una charla magistral, al final de la cual, sí, se tocaria un par de temas solito al piano. El asunto era armar esa charla, que en realidad sería una entrevista pública, y para eso había que encontrar alguien que lo entrevistase. Ahí fue cuando sonó mi teléfono y una voz dijo: "¿Te gustaría entrevistar a Tom Waits?" Waits es conocido por hacer pasar mal a todos los que lo entrevistan de manera pública, y antes de mi llamado supe que hubo un par que respondieron no gracias. Pero en ese momento pensé: para esto es que uno se hizo periodista, tomé aire y contesté que si. Como la charla sería en inglés, y no quería estar solo ahí arriba con mi inglés apolillado, invité a mi compañera en Radar, Mariana Enriquez, una auténtica fanática de Tom, que además lo habla de manera cotidiana, ya que su pareja es australiana. Tuvimos una primer charla con el manager de Tom, en la que le explicamos que la idea era hacer una entrevista tipo Actor's Studio: nosotros prepararíamos un cuestionario histórico, y Tom iría respondiendo lo que quisiera. Después de todo, se suponia que era una charla magistral, nuestra presencia ahí era apenas para que Tom no tuviese que llenar el espacio correspondiente a un show hablando solo. Todo bien, qué buena idea, gracias, nos vemos ahí, todo va a salir bien, Tom esta encantado de estar aquí. Después pasamos directamente al día en que conocimos a nuestro entrevistado, en los camarines del Teatro Alvear, minutos antes de salir a escena. Estaba con su mujer, Kathleen Brennan, que nos preguntó qué pensábamos hacer, y le contamos lo del Actor's Studio y simplemente dijo: mmm, no creo que sea una buena idea. Mariana y yo nos congelamos. Antes de salir para el escenario, me acuerdo que Tom estaba visiblemente inquieto, y me preguntó: "¿Qué te parece que pasará ahí arriba?" Y yo le respondí: "Este teatro esta lleno de gente que se sabe todas tus canciones aunque la mayoría de ellos no hablen inglés, así que no te preocupes, cualquier cosa que hagas va a estar bien". Mariana describió muy bien al Waits que conocimos durante esos momentos: "Parecía un tipo que se había pasado la mitad de su vida necesitando un trago". Lo que sucedio a partir de entonces fue uno de los momentos mas incomodos de mi carrera como periodista, ya que Waits decidió hundirnos a Mariana y a mi para ganarse el favor del público, cuestionando todas nuestras preguntas y burlándose de ellas. Siempre insisto en que las entrevistas deben hacerse en solitario, periodista y artista, nadie mas, porque si se queda cerca alguien, incluso el fotógrafo o el representante de prensa, el entrevistado empieza a responder conciente de ese público, empieza a actuar, y la entrevista se convierte en otra cosa. Así que el colmo de esa clase de problema fue lo que pasó esa tarde en el Alvear, donde terminé haciendo de sparring de Tom Waits, y me comí todos los golpes para que él saliera siempre bien en las fotos, algo que claramente Waits no necesitaba. Lo cierto es que cuando nos quedó claro que estábamos ahi arriba para ser sacrificados, yo elegí hacerlo aferrado a mi lista de preguntas. Pensé: "¿Así que no te gusta responder a esta clase de preguntas? Entonces yo te las voy a hacer todas". Por eso es que, después de masticar la humillación pública durante una semana, cuando agarramos la desgrabación de la charla para publicarla en Radar descubrimos que habíamos hecho hablar a Tom Waits como pocas veces lo había hecho. Me acuerdo que un tiempo después me cruce unos mails con Barney Hoskyns, uno de sus biografos no-oficiales, y me dijo que no me preocupase, que todos los que lo entrevistaban publicamente iban al matadero, pero que lo que habíamos conseguido no estaba nada mal. Cuando la charla se dio por terminada, llegaron los aplausos y salimos de escena, yo estaba tan caliente que me le fui al humo pero él también lo primero que hizo al quedar detrás del telon fue buscarnos para disculparse por el mal rato que nos había hecho pasar, explicando que lo había hecho para el público. "Eso no se hace", alcancé a decirle, levantando el dedito, pero el tipo enseguida volvió a escena para tocar un par de temas al piano, y cuando cerró con Tom Traubert's Blues ya me había olvidado de todo los que le quería decir. Tom Waits es Tom Waits, después de todo. No lo volvimos a ver, hubo una cena después de la charla a la que no nos invitaron, aunque al final por lo menos nos pagaron doble por el mal rato que tuvimos que pasar ahí arriba. La bronca me duró varios días, mas que nada bronca conmigo mismo, por no haber podido salir del paso, capeado el temporal y jugar también un rato a eso que él quería, pero es difícil hacerlo en un idioma que no es el tuyo, y ante Tom Waits, nada menos. Justo unos días después me tocó entrevistar a otro grande, Milo Manara, y lo hice en un sillón en medio de su muestra en una sala del Centro Cultural Borges, donde tuve otra vez que traicionar a mis principios para las entrevistas, porque se empezó a juntar a nuestro alrededor todos los que pasaban a ver sus dibujos. Pero como Manara es un caballero, la entrevista fue deliciosa, habló de todo, y tomó cada una de las preguntas que le hice para ir generosamente recorriendo su historia. Cuando terminó nuestra charla, la gente que se había juntado aplaudió espontáneamente, y yo no pude evitar putear mentalmente a Tom Waits, porque hubiese sido lindo que en el Alvear la hubiesemos pasado todos igual de bien. De la misma manera en que la podemos pasar escuchándolo cantar este tema que no es en realidad de Blind Willie Johnson, sino que el legendario bluesman texano fue el primero en grabarlo. Sus canciones son generalmente religiosas, y por el disco homenaje desfilan nombres como Lucinda Williams, Sinead O'Connor y Rickie Lee Jones, entre otros. John The Revelator podría traducirse directamente como Juan el Evangelista, y su temática es una eminentemente waitseana, el Apocalipsis. Así estamos entonces, nublados y apocalípticos. Pero por suerte hay música, y mucha. Por favor, que nunca falte. 

martes, 24 de mayo de 2016

Charly García, "Parte de la religión"


Ella se desnuda y se desviste/ tan lésbicamente/ que no puedo dejar de sonreír 

Me acuerdo de Charly y sus zapatos animal print, me acuerdo de los bises con su remera de RUN DMC. Me acuerdo de estar en primera fila con una cámara absurda, si no era una Kodak Fiesta le pega en el palo, que llevé conmigo para justificar el hecho de haber entrado con una credencial de fotógrafo descaradamente ajena. Me acuerdo de haberla conseguido de casualidad, al cruzarme por Corrientes con un amigo de la Facultad que estaba empezando a trabajar como fotógrafo y venía del Gran Rex, extasiado por un show del que hablaba toda la ciudad y yo no tenía plata para ir a ver. Había grabado de la radio el show presentación de Yendo de la cama al living en Ferro, había ido a ver con amigos los Luna Park de Clics Modernos y Piano Bar, y había también dicho presente en Velez para presenciar entre el barro como le saltaba por primera vez la térmica a Charly arriba de un escenario. El primer Say no more, su primer Lo que ves es lo que hay. No fui a la presentacion de Tango en Palladium, pero los Gran Rex de Parte de la religión fueron celebrados como su regreso con gloria, y llegué a esa primera fila --o mas bien a estar agazapado al lado del escenario, delante de todas las filas-- de pura suerte, con una credencial que pasó de mano en mano en un encuentro azaroso, casi como si me hubiese encontrado dinero tirado en medio de la calle. Creo que por entonces había abjurado un poco de Charly después de dar unas vueltas por el under --los Redondos, la Organización Negra, Todos Tus Muertos-- pero ese Gran Rex fue como volver a casa, y a partir de entonces no dejé jamás de estar atento a sus discos y decir presente en cada uno de sus shows. De todo eso y mucho más me acuerdo cada vez que escucho Parte de la religión, que además fue el gran disco de los primeros años en Ciencias de la Comunicación, banda de sonido (junto con los Redondos y Fito) de las fiestas de Callao 966, aun cuando desde hace ya un tiempo largo haya pasado a convertirse --con mucha menos épica-- en mera música de casamientos. Pero en este último no-programa, llegando casi al comienzo del arranque del Lado A y sosteniendo la antorcha después de Prince, la aparición de Parte de la religión es también un guiño del maestro al discípulo, o del homenajeador al homenajeado. ¿Del vampiro al mordido? Elijan la imagen que prefieran, mientras tanto ese Él nunca avanza/ camina de costado me hace pensar mas que nunca en el presente. Todo se construye y se destruye/ tan rápidamente/ que no puedo dejar de sonreír. Sonriamos entonces, que recién empieza este martes y un Música Cretina que ya parecía agotado demuestra siempre tener algo más para ofrecer.

lunes, 23 de mayo de 2016

Los Lobos, "La tumba será el final" (Francisco Vidal)


Luchan por separarnos pero es inútil/ nuestro amor es tan grande/ como no habra jamás

Sentado en la cocina ante mi computadora --los diarios, o sea-- y mi café con leche, mientras afuera amanece y se hace lunes, pienso en los Los Lobos. O, más especificamente, en la versión que uno de mis grupos preferidos hace de una ranchera que no deja de sonar una y otra vez en mi cabeza desde hace unos dias. Desde que decidi escribir sobre ella por acá, digamos, y no termino de encontrar la forma de hacerlo. Por un lado, la cancioncita en cuestión me sonaba conocida, y una rápida busqueda en google me confirmó que parece ser muy popular, hay muchas pero muchas versiones dando vueltas por ahí, entre ellas la que Enrique Bumbury incluyó en su disco Licenciado Cantinas. Pero, al mismo tiempo, hay una llamativa falta de información fehaciente sobre el tema, algo que lamentablemente suele suceder cuando se trata de la música popular cantada en castellano. Según lo que voy encontrando, deduzco que la versión que debo haber escuchado primero es la incluida en la banda de sonido de Y tu mamá también, realizada por el Flaco Jiménez. Justamente mi primer idolo tex-mex, gracias a aquellos discos setentistas de Ry Cooder, una puerta abierta por la que allá lejos y hace tiempo por suerte se colaron también Los Lobos. Se los puede ver regordetes y dignos, tan chicanos ellos, en el video en el que interpretan este La tumba será el final, del que apenas logré averiguar después de quemarme las pestañas en internet, que su versión original parece ser obra de un grupo bautizado Los Invasores de Nuevo León, que editaban sus discos por un sello regional de Monterrey. (Este último dato agregado por el amigo Camilo Lara, responsable de compilar la banda de sonido de Y tu mamá también). Un tal Francisco Vidal es consignado como el autor del tema, pero no logré averiguar mucho mas al respecto, y ya he tirado la toalla. Los que nunca lo hicieron, por suerte, fueron Los Lobos, y esta versión viene de su último disco, el maravilloso Gates of gold, que los muestra bien en forma, y así es como suenan en el Lado B de un Música Cretina que ya está gastando sus ultimos cartuchos. Pero, como dice la canción, la tumba será el final, amiguetes.

lunes, 16 de mayo de 2016

Música Cretina 2016 #4

ESTO NO ES UN PROGRAMA

1-5-2016

LADO A

"Todo se construye y destruye/ tan rapidamente"

1.- Prince, The truth
2.- Charly García, Parte de la religión
3.- George Jackson & Dan Greer, It's so nice
4.- Cullen Omori, Two kinds
5.- Christina Rosenvinge, La absoluta nada
6.- Darren Hayman, When you're lonely, don't be
7.- Los Fabulosos Cadillacs, Muy, muy temprano

LADO B

"Esto no es lo que habíamos hablado y aun asi/ me quedaría"

8.- Dan Stuart with Twin Tones, All over you
9.- Quique González & Los Detectives, No es lo que habíamos hablado
10.- Charles Bradley, Good to be back home
11.- Robert Forster, Songwriters on the run
12.- Los Lobos, La tumba será el final (Francisco Vidal)
13.- Dr. Dog, Dead record player
14.- Hindu Love Gods, Raspberry beret (Prince)

domingo, 15 de mayo de 2016

Hindu Love Gods, "Raspberry beret" (Prince)


Estaba ocupado haciendo algo cercano a la nada/ pero diferente que el dia anterior 

Domingo lluvioso, bien para quedarse en casa, dejando sonar --¿por qué no?-- Música Cretina. Y el que lo deje sonar hasta el final, descubrirá la cereza sobre la torta-despedida del genio de Minneapolis, este sorprendente cover del encantador Raspberry Beret. Ella tenía puesta una boina color frutilla/ de las que se encuentran en una tienda de segunda mano, canta Warren Zevon, al frente de los Hindu Love Gods, que son nada menos que REM, menos Michael Stipe. Según cuenta la leyenda, el disco se grabó en 1987, durante las sesiones de Sentimental Hygene, el gran disco de regreso de Warren, en el que semejante plantel aparece como su banda de acompañamiento. Zevon y los REM se conocieron mucho tiempo antes, via Andrew Slater, manager de Zevon durante 8 años, y compañero de universidad de Peter Buck. Así fue como Warren se sumó muy temprano a los Hindu Love Gods, que funcionaba como banda paralela/ broma privada de los REM, nacida en algún hueco de la agenda del grupo, durante la primera mitad de los 80, y que Zevon empezó a utilizar como refugio en sus sucesivas recaidas de la fama o de rehab. Lo que finalmente se terminó editando como un disco hecho y derecho, fue en realidad apenas una improvisacion de borrachos --salvo Warren, que por entonces estaba limpio-- que descubren que el trabajo ha terminado y tienen un estudio a disposición. Y así quedó archivado. Pero cuando, tres años mas tarde, el ambicioso nuevo disco de Zevon ya había demostrado ser un sonoro fracaso --merecido, ya que con Transverse City borró con el codo todo que había escrito, y muy bien, Sentimental Hygene--, sello o management debe haber pensado que se podían compensar las perdidas desempolvando aquellas cintas grabadas junto a tres cuartas partes de un grupo que ya no era indie, sino que había firmado un contrato millonario con Warner. Robert Johnson, Willie Dixon y Muddy Waters son la base blusera de un repertorio grabado sin ningún ensayo previo --"Warren decía en qué tono era el tema y arrancabamos", contó alguna vez Bill Berry-- y de primera o segunda toma, entre el que resalta con luz propia la versión rocker del tema de Prince, que acompaña muy bien la lluvia de un domingo que merece una boina color frutilla. Y también Música Cretina para todos.

viernes, 13 de mayo de 2016

Christina Rosenvinge, "La absoluta nada"


No es la eterna adolescencia/ no es el tiempo ese cabrón

Como Nicole Kidman tocando al frente de los Pretenders. Así fue como conocí a aquella larguísima Christina Rosenvinge rockeando enfundada en sus pantalones de cuero. Todo gracias a MTV Latino, ese sueño rocker bolivariano hecho realidad en los 90, al menos hasta que sus responsables se dieron cuenta que no era negocio hacerle escuchar la misma música a toda Latinoamérica unida, y se vieron obligados a segmentar la señal. El tema de ese primer video era tan irresistible como ella, se llamaba Pálido, y tenía un innegable parecido con el sonido del grupo de Chrissie Hynde. Creo que alguna vez Christina me confesó incluso que el tema era mas lento, y bromearon durante la grabación con su productor Steve Jordan haciéndolo al estilo Pretenders, con ella imitando el fraseo de la Hynde, y al final así fue como quedó. Aunque vengo de una epoca en la que entre los periodistas del rock no era muy bien visto celebrar cantantes de rock femeninas, y mucho menos en castellano, siempre defendí a capa y espada ese segundo disco de Christina y Los Subterráneos, y cuando mas femenina la canción, mucho mejor. Mi preferida, de hecho, no es Pálido, sino Días grandes de Teresa, el tema varias veces Cretino de aquel Mi pequeño animal. Christina nunca se lo hizo fácil a nadie dentro del mundo musical, hay que decirlo. Cuando abrazó por primera vez un sonido mas rocker, por ejemplo, pasando de ser parte de Alex & Christina a estar al frente de Los Subterráneos, su incrédula discográfica le fue soltando la mano, y al mismo tiempo el publico mas rocker tampoco creyó demasiado en ese cambio. Y los indies españoles tardaron en perdonarle el colmo de que Lee Ranaldo se fijase en ella y no cualquier otro grupo o solista a la hora de producir un disco. Esa fue la época en que la entrevisté, en Madrid, junto a Ray Loriga, su pareja durante mucho tiempo. La volví a ver recien hace unos pocos años, cuando pasó por Buenos Aires para tocar en el Samsung, ya en esta última etapa de su carrera, después de haber sido indie junto a Lee Ranaldo y cantado en inglés, haberse separado algo estrepitosamente de Ray y grabado junto a Nacho Vegas, volviendo a cantar en español. Y siendo ahora una diva extraña, tan flaca y palida que parece transparente, y al mismo tiempo contundente canción a canción. Desde su separación, sus canciones huelen a sexo en todas sus formas, tanto frágil y confesional como desafachatado y atrevido, pero siempre guardando las formas, como escondiendo la daga antes de dar el estiletazo. Este La absoluta nada es de Lo nuestro, su último disco, del año pasado, que la muestra en plena forma. No es el hambre, ni el deseo/ Ni el enésimo pataleo/ No es el fin del sueño europeo/ Lo que hizo esta canción, explica la rubia de ascendencia danesa, alta y transparente, yendo hacia la nada, o viniendo de, en este mediodía de viernes, tan cerca del fin de semana. Y tambien es posible encontrarla casi al final del Lado A de un Música Cretina que se puede dejar sonar enterito, tomando envión hacia una noche bien merecida. Como todas, claro.

jueves, 12 de mayo de 2016

Darren Hayman, "When you're lonely, don't be"


Me estoy volviendo viejo/ ¿Por qué simplemente no nos quedamos en esta edad?/ Con pequeños dolores y la cantidad exacta de gris

Después de una mañana de café con leche y hornallas encendidas leyendo diarios en la cocina, llega el momento de Darren Hayman. Sí, mejor hacer play y escucharlo, en vez de tararearlo tontamente sin parar como vengo haciendo desde hace ya varias semanas, incluso antes de encontrarle un lugar en el último Música Cretina. Leo en su site que el buen Darren ya lleva 15 años de carrera, y me doy cuenta que yo me subí a su tren casi en el comienzo, cuando apareció al frente de un grupo llamado Hefner. De hecho, para mi Darren en realidad es Hefner, ya que como solista creo que nunca regresó a la altura de discos como Breaking God's Heart, el debut, o esa obra maestra que es el segundo, The Fidelity Wars, con sus himnos al cigarrillo y el alcohol. Aprendiz de Billy Bragg, no se por qué Hayman siempre me pareció que era un Morrissey con sexo, y del heterosexual. Pero ahora me doy cuenta que eso significa, ni mas ni menos, ser un Ray Davies. Es el viaje en el que estaba embarcado Hayman recientemente, editando discos conceptuales sobre Essex, hasta que a fines del año pasado apareció Florence, cuyo título obedece simplemente a la ciudad italiana donde lo grabó, solo y de manera bien casera, en el cuarto de unos amigos que lo hospedaron. Sin concepto al que seguir, es un disco en el que regresa sobre los tópicos a través de los que lo conocí, chicas y amores, ya sin cigarrillo y alcohol entre sus celebraciones. Se ve que ya estamos grandes. Al tiempo que celebran esta nueva ligereza y casi indulgencia, leo por ahí que Florence parece lleno de canciones que prometen, pero sus promesas parecen no ser concretadas plenamente, y algo de eso hay. No son esbozos de canciones, pero a todas parece faltarles un golpe de horno. No alcanza con títulos como Monjas dirigiendo la farmacia o ¿No te dije que no te enamores de él? Por alguna razón es que me quedé para el no-programa con la canción con el título menos ingenioso, casi de autoayuda, pero con una melodía irresistible. Congelemos el presente, pausemos la imagen/ no cambies nunca jamás/ te juro con sangre que seguiré igual, ruega y promete Hayman, y después tarareamos todos, por supuesto que si. Está a un play de distancia de sonar en el frío sol de este jueves, y también se la puede buscar casi al final del Lado A de un Música Cretina que sigue siendo nuevo, y todavía merece estrenarse.

martes, 10 de mayo de 2016

Robert Forster, "Songwriters on the run"


Y tenían sus canciones para cantar/ y no tenían tiempo que perder

A pesar de que cuando me preguntan qué estilo de musica me gusta suelo contestar que lo que me gustan son las canciones, tengo que confesar que nunca fui fan de unos consumados autores de justamente esa materia prima como los australianos The Go-Betweens. De hecho, el unico disco de ellos que realmente conozco es apenas el mas famoso, 16 Lovers Lane, y ni siquiera en su versión oficial, sino que en una versión demo que compré --si mal no recuerdo-- en alguna revista y que es uno de los tesoros menores de mi discoteca. Por la misma razon, jamás seguí demasiado de cerca la carrera solista de sus integrantes, Grant McLennan y Robert Forster, el primero considerado el McCartney del dúo, melodista y optimista, ante ese Lennon que siempre fue considerado el segundo. Separados durante los 90, con el cambio de siglo dúo volvio a reunirse, hasta el sorpresivo fallecimiento de McLennan. Y sucede que, si dentro del rock todos los grupos felices pueden ser ignorados por quienes no los conocen o creen que lo hacen, cuando llegan esos momentos de infelicidad que cada grupo o sus restos atraviesan como pueden es imposible no quedarse mirando, como quien pasa cerca de un accidente. A pesar del innegable atractivo del título del primer disco solista de Forster después del triste fin de la reunión con su amigo de toda la vida, The evangelist, empecé a prestarle especial atencion recién cuando conseguí el libro que compila sus artículos periodísticos. Especialmente por sus 10 reglas del rock'n'roll, lista que titula su libro, y que tiene items como: "Ningún grupo hace nada nuevo sobre el escenario después de los primeros 20 minutos", "La banda con la mayor cantidad de tatuajes tiene las peores canciones" o "Los grandes grupos no tienen miembros haciendo discos solistas". La última de esas reglas es casi una confesión: "La banda de tres integrantes es la forma mas pura de la expresión del rock'n'roll". Y así es como suena --puro y rocker-- su último disco, el arrebatador Songs to play, que musicalizó mi fin de año, y fue especialmente la banda de sonido de un lluvioso y eterno viaje en micro de regreso a casa. Y esa huida que es todo regreso terminó siendo encarnado por estos cantautores que esgrimen sus canciones como crímenes, y que protagonizan esta perla de Songs to play, que brilla en la mitad del Lado B de un no-programa que todavía tiene muchos tesoros por descubrir. Y ya no tiene tiempo para perder.

martes, 3 de mayo de 2016

Dan Stuart with Twin Tones, "All over you"


¿Tu sueño se hizo realidad?/ Estoy prestándote atención

Así como hay un nuevo día de mayo, también hay un nuevo Música Cretina. Ayer lunes les conté que el no-programa arranca con Prince (y también termina homenajeándolo de una manera muy particular, deberán hacer play hasta el final para descubrir cómo), así que hoy martes toca compartir el otro comienzo, el del Lado B. Vengo ordenado y casi programático, como pueden ver. Pero vayamos al responsable de abrir el nuevo telón, un tipo que reconozco haber tenido totalmente olvidado. Se trata de Dan Stuart, que supo ser la voz cantante de Green On Red, tal vez el grupo más postergado del llamado Nuevo Rock Americano de los '80. Postergado porque en su momento los Green On Red fueron los pioneros de un movimiento que apareció entonces como una isla de guitarras en un océano de sintetizadores, pero con el tiempo cayó como grupo irremediablemente en el olvido y la intrascendencia. La puerta hacia la indulgencia musical que resultó ser la era del download me puso sobre la pista de la carrera de Chuck Prophet, su guitarrista, algo que celebro porque en el último tiempo la ha venido rompiendo, sacando discos extraordinarios, muy Cretinos todos ellos. Pero confieso que sus brillos me hicieron dejar de lado al resto de los integrantes de Green On Red, como Dan Stuart, nada menos que su cantante. Ayudó el hecho de que --leo en la biografía que acompaña el lanzamiento de su flamante Marlowe's revenge-- Stuart dejó de lado la música, abandonó Nueva York en la segunda mitad de los 90 y se instaló en Oaxaca, y recién una década y media mas tarde reapareció con un disco y un libro, The deliverance of Marlowe Billings (2012). Según parece, el tal Marlowe es un alter ego o personaje creado por Stuart, y este segundo disco solista vendría ser el de su revancha. Stuart lo grabó con un grupo de la capital de Mexico, donde vive actualmente, integrado por naturales del lugar y bautizado como Twin Tones, que cuando se los cruzó se dedicaban a hacer un surf instrumental pleno de guiños ital-mex. Por ahí hay un bandcamp donde se puede escuchar --y comprar-- el disco, pero en YouTube sólo encontré esta deliciosa versión acústica de su contagioso primer tema, que es como debe haber sonado originalmente, en los demos que Stuart grabó en Oaxaca, antes de mudarse a la capital, a tentar su destino musical. Ah, y la traducción literal del segundo verso del estribillo que funciona como epigrafe de estas líneas, sería Estoy encima tuyo. Pero me tomé la libertad de anclar un poco más el significado, sepan disculpar. Y elegir su versión preferida. Los Cretinos somos así. Te compre un cucurucho de chocolate/ pero tenés que atender el teléfono/ ahora depende de vos arranca el tema del ex Green On Red, actual encarnación de Marlowe, y también apertura del Lado B de un flamante Música Cretina dispuesto a legislar sobre nuestra felicidad, que bien nos la merecemos, y no hay cinismo presidencial que valga.    

lunes, 2 de mayo de 2016

Prince, "The truth"


Si la mitad de las cosas alguna vez dichas/ resultaran ser una mentira/ ¿Cómo sabrías la verdad?

Buenos dias lunes, buenos días semana, buenos días mes de mayo. Acá estamos otra vez con musiquita, eso que no importa, minucias que palidecen ante lo importante. Pero mientras lo importante siga siendo tan poco importante, al menos siempre habrá un nuevo Musica Cretina para compensar, y el que inaugura mayo arranca con el tema que Prince eligió a su vez para comenzar The Truth --"La verdad", ni mas ni menos--, un disco que regaló como bonus del triple Crystal Ball. Y desde su primer verso nos anuncia que la verdad nunca es tan clara --ni tan verdad-- como parece. La única verdad es la realidad, se dijo siempre por ahí, y la realidad es que Prince la rompe durante todo The Truth, un disco casi acústico, donde aparece despojado, y demuestra el pedazo de músico que fue. Editado en 1998, Crystal Ball fue el segundo triple consecutivo de un Prince que se había emancipado, se había liberado de su contrato con Warner, y estaba abriendo las puertas de legendaria bóveda. Por un rato, al menos. Justo entonces, después de dos triples dos, fue que se escondió (o pudo asomar, depende de cómo elijamos verlo) semejante discazo, injustamente ignorado. Escucharlo en estos días de repasar las noticias que hablaban de su vida y de su muerte, fue una liberación. Y por eso abre este Música Cretina que casi se podría decir que es en su honor. Lei por ahí, creo que en la respetada biografía de Matt Thorne sobre Prince, que al escuchar The Truth --que tuvo su arte de tapa listo como para salir por las suyas, no escondido en Crystal Ball-- junto con otros temas acústicos que dejó afuera, que tiraban mas para el lado del blues, un allegado le dijo que tenía que sacar un disco así, de puro blues. La respuesta de Prince fue que podia ser, pero que lo haría sólo cuando tuviese la edad para hacerlo. Para Prince el blues era música para el final de una vida, para la vejez, para el ocaso. Pero realmente es a partir de temas como estos que se puede volver a pensar en Prince, reconstruir la idea que uno podía tener de él, darse cuenta que era un musico con todas las letras, que era un portento: extraordinario cantante, instrumentista virtuoso, gran compositor, melodista imaginatico, letrista talentoso, productor extraordinario. Difícil encontrar otro que le llegue a los talones, ni siquiera a esos taquitos que usaba todo el tiempo. Brindemos por él, entonces. Redescubrámoslo, pensemos en otras formas de acercarnos a su música, que escapen del disco a disco, de las obviedades que nos hemos acostumbrado a leer, a pensar incluso, sobre él. Brindo por vos, Prince, en esta mañana de lunes que por ahora sólo es de café con leche, Cretino eterno, no somos dignos. Y, si, todo el mundo tiene derecho a decir la verdad. Y, también, todo el mundo tiene derecho a mentir.