martes, 27 de diciembre de 2016

Ben Waters c/PJ Harvey, "Lonely avenue" (Doc Pomus)


Mi cuarto tiene dos ventanas/ pero la luz del sol nunca pasa a través de ellas

Aunque me fui de vacaciones sin dejar listo un nuevo Musica Cretina, supongo que ya todos sabrán que quedó un no-programa navideño disponible para escuchar. Se trata del primer rescate de esta temporada estival, cinco años añejo, pero tan actual como todo lo que parece estar regresando en este año en el que no parece haber término medio, ya que todo parece volver amenazante o sino irse tristemente para siempre. Tanto entre amenazas como tristezas, lo que por suerte nunca falta es buena música, y los clásicos son clásicos porque están hechos de lo mejor. Y uno de los mejores siempre fue un tal Jerome Solon Felder, mas conocido como Doc Pomus, autor de una buena lista de clásicos inmortales como este Lonely avenue, que supo ser éxito para Ray Charles alla por los años 50. Supe de la existencia del buen Pomus gracias a un álbum homenaje que apareció a mediados de los 90, por el que pasaban los sospechosos habituales, como The Band, Los Lobos o Bob Dylan, nada menos. Con esos tres nombres ya queda claro que el album es un discazo, pero lo que lo hacia realmente atípico es que había algunos sapos de otro pozo –de otro pozo que el del country & blues, quiero decir– como Brian Wilson o nada menos que Lou Reed. Till the night is gone: A tribute to Doc Pomus es una de las gemas de mi discoteca desde entonces, no solo por los temas y sus intérpretes, sino porque viene acompañado de un gran librillo interno lleno de testimonios recorriendo la increíble vida del Doc. Quienes quieran saber mas –o acompañarme en el sentimiento– pueden conseguirse el homenaje, buscar la biografía (gracias Verdesio por conseguirmela, no me la traje de vacaciones pero me espera en casa) o también el documental que da vueltas por ahí, estos dos últimos –libro y película– bautizados con el título de esta, su canción insignia, su primer éxito como compositor, su himno de la Avenida Soledad. Una ruta  que conoce muy bien P J Harvey, que le pone voz a esta mugrienta versión, incluida en otro disquito homenaje, en este caso a Ian Stewart, aquel legendario pianista inicial de los Stones devenido en road manager porque no encajaba en la imagen del grupo, pero que ofició de guardian de su espíritu blusero desde las sombras (y que, ahora que lo pienso, desde estar revolcándose de placer en su tumba, escuchando el nuevo disco de sus chicos). El responsable de ese disco –titulado Boogie 4 Stu-- es otro pianista, Ben Waters, que pudo sumar a P J porque la nativa de Yeovil creció escuchando la colección de discos del buen Stu, un gran amigo de sus padres. De hecho, esta versión de Lonely avenue fue grabada en el living de su casa paterna, ya que allí se encuentra nada menos que el piano del mismísimo Ian Stewart. Y después de toda esta sarta de minucias y casualidades, no hay nada minimo ni casual en hacer play y dejar sonar ese himno que anuncia que podríamos llorar, y llorar y llorar. La Avenida Soledad nos espera, después de todo. Aunque no seamos pocos los que deambulemos por ahí, a apenas una semana de que este 2016 se vaya para no volver. Una espera que se puede hacer mas sencilla cliqueando en el link de la columna de aca al lado, dejando sonar enterito el no-programa de esta navidad y fin de año, rescatado y tan actual, como les dije antes. Volver, ya saben, o irse para siempre. 

lunes, 26 de diciembre de 2016

Randy Newman, "Short people"


La gente pequeña/ no tiene nadie para amar

Sucedió años atrás en un hotel porteño, no me acuerdo en cual. Apenas terminamos la nota, el entrevistado se acercó al piano para las fotos de rigor. “Es la única ventaja de salir de gira promocional de una película como autor de la banda de sonido”, bromeó. “Te dan la habitación mas grande, porque tiene que haber lugar para un piano”. Acto seguido, Randy Newman se acomodó ante las teclas, se olvidó del fotógrafo, y me preguntó con una sonrisa generosa: “¿Qué tema querés que toque?” Nunca me voy a olvidar de ese momento. Por entonces había encontrado un lugar escribiendo de cine en la sección espectáculos de Pagina12, una época en que los críticos –digamos- “serios” aun no habían prestado atención a la revolución creativa que estaba explotando dentro del ámbito de los dibujos animados. Mientras tanto, yo estaba disfrutando como loco con las maravillas que estaban empezando a asomar, especialmente gracias al trabajo de la gente de Pixar, con John Lassiter a la cabeza. Fanatico de Randy Newman, Lassiter lo había contratado para la primer Toy Story, y el atrevimiento había pagado con creces, especialmente con un clásico instantáneo como You’ve got a friend in me. Para la segunda parte, gracias al éxito asegurado después del bombazo de la primera, el capo del estudio de San Francisco se estaba dando algunos lujos, como el de traer con él nada menos que al buen Randy de gira promocional por América Latina. Una forma, también, de seguir candidateándolo al Oscar, para el que ya era un ternado vitalicio, pero aún sin ninguna estatuita en casa. La pasamos muy bien con Randy en la nota, ya que en su maratón de entrevistas ante cronistas de cine era apenas una curiosidad que venia incluida en el paquete, por lo que nadie tenía mucha idea de quien era, y solo le preguntaban por Woody y Buzz. Cuando se dio cuenta que estaba ante alguien que tenia idea de quien era mas alla de Pixar, se animo y contesto todas las preguntas con muchas ganas, y mas también. Hablamos de su último disco por entonces, Bad Love, y también contó de su maldición con el Oscar, de su pésima intuición para los éxitos, de algún cruce que tuvo con Mark Knopfler como productor, de canciones como Political science, y hasta de Karl Mark, entre tantas otras cosas. Por eso, cuando se sento al piano, me pregunto con una sonrisa que tema quería escuchar. Porque estaba cansado de que le pidieran You’ve got a friend in me. Asi que me regaló Short people, que fue mi pedido, y durante cada segundo que Randy Newman lo tocó para mi –y para el fotógrafo—sentí que estaba en el cielo de los fans. Y desde ese cielo es que vuelve a sonar este clásico Cretino, que habla de gente pequeña con vocecitas pequeñas y pensamientos pequeños, y no esta hablando de los petisos. Sino de gente como los que hoy renuncian y también asumen, tipos pequeñísimos, basuritas. Gente chiquita/ que no tiene razones para vivir, como canta Randy y cantamos todos, desde el Música Cretina rescatado para esta navidad y fin de año que aún sigue esperando que hagan play en el link de aca al costado y suene completo, mas alla de pequeñeces, miserables y amarretes.

domingo, 18 de diciembre de 2016

Gruff Rhys, "Post-apocalypse christmas"


Lamemos nuestras heridas/ para saciar el hambre

Así arranca el nuevo Musica Cretina de navidad, que en realidad no es nuevo, sino que es el primer rescate de esta temporada verano 16/17. Pero es que hace bastante que los tengo abandonados, mis Cretinos, y temí que esto continuase así indefinidamente, por lo que decidí que era mejor inaugurar de una vez la época de liquidaciones y rebajas cretinas. Este rescate estival de viejos exitos --o no-exitos, para ser consecuentes-- arranca con un no-programa de navidad, de la época en la que todavía salíamos al aire por FM La Tribu, ya lo escucharán quienes se permitan hacer play en el Mixcloud. El arranque esta a cargo del líder de los Super Furry Animals, desde un EP anti navideño, de título irrreprochable: Navidades ateas. Es la primera navidad después del apocalipsis/ la navidad del post apocalipsis, canta Rhys, y cantamos todos con el, por supuesto. Ya era hora.

lunes, 28 de noviembre de 2016

Chuck Prophet, "Bad year for rock and roll"


Fue un mal año para el rock n roll/ quiero salir/ pero probablemente me quede en casa

El tema de este lunes feriado. O del fin de año. O del año, qué tanto. No importan las categorizaciones, es un temazo, punto. No puedo parar de escucharlo, una y otra vez. Es un tema capaz de, por ejemplo, hacerme volver a hacer un Música Cretina, algo que tengo --perdón, perdón-- un poco olvidado. Pero saco pecho porque el tema que me llama a la acción es de uno de mis cretinos. Lo acaba de postear el amigo Gonzalo Curbelo Dematteis, y me confesó que cuando lo puso en su muro pensó: el primer comment va a ser de Pérez. Y sí, cómo no hacerlo, si se trata de uno de los míos. Acá estoy, en mi traje de pelo de cabra/ mirando a Peter Sellers y pensando en vos/ me pregunto cómo es que todo va a terminar, canta este tipo al que vengo desde hace tiempo, y que viene rockeandola desde mucho antes. Chuck Prophet formó parte de Green on Red, el primer gran grupo de eso que se llamó el nuevo rock (norte)americano, que supo salvar a las guitarras de ahogarse en ese océano de teclados que fueron los ochentas, y legó al mundo una banda como R.E.M., que nos hizo pensar que no había que abandonar nada para conseguirlo todo. Prophet volvió a aparecer en mi mapa cuando sacó un discazo llamado ¡Let freedom ring! (2009), un New York de Lou Reed de los nuevos tiempos, grabado en Mexico DF, ni más ni menos. Y desde entonces no bajó el listón, disco tras disco. Entrevistado por la aparición de este temazo, anticipo del álbum Bobby Fuller died for your sins, es capaz de decir cosas como ésta: "Vivimos todos en un tiempo de agotamiento cultural. Muchas cosas parecen estar llegando a un final. Pero yo no estoy agotado. Trato de re-encantar al mundo de a un show por vez. No estoy seguro si el rock and roll puede hacer que la gente vote o sean amables entre si. Simplemente no he encontrado ninguna cosa que me pegue de la misma manera. Ni instagram, ni snapchat, nada se acerca a conjurar ese sentimiento. El de dos guitarras, un bajo y una batería". Así que los invito a poner play y play y otra vez play conmigo y el buen Chuck. Este fue un año de mierda para el rock and roll, ¿quién puede dudarlo? A despedirlo como corresponde. Rockeando, claro. Lo veo en tus ojos, no es demasiado tarde/ no tenemos que morir para alcanzar un lugar mejor.

viernes, 28 de octubre de 2016

Música Cretina 2016 #7

ESTO NO ES UN PROGRAMA

18-9-2016

Lado A

"No trates todo el tiempo/ de corregir mi vida"

1.- Sturgill Simpson, Welcome to Earth (Pollywog)
2.- Andrés Calamaro, No me vuelvas la espalda por eso
3.- Chrissie Hynde, Everyday is like sunday (Morrissey)
4.- Mark Kozelek, 2000 miles (Pretenders)
5.- Los Terapeutas, Hay cosas que no importan
6.- Aziza Brahim, Calles de Dajla
7.- Courtney Barnett, Nobody really cares if you don't go to the party

Lado B

"Volví para impedir/ que todo lo aprendido se muera"

8.- Chris Spedding, Silver bullet
9.- Varias Artistas c/Julieta Brodsky, Marcial
10.- Adam Green, Someone else's pain
11.- Spain, For you
12.- Palo Pandolfo y La Hermandad, Un reflejo
13.- Case/Lang/Veirs, I want to be there
14.- Sr. Chinarro, Efectos especiales

miércoles, 26 de octubre de 2016

The Pretenders, "Everyday is like sunday" (Morrissey)


Buenos dias, miercoles nublado. Como dijo alguien por ahi: Che, primavera, si no te haces cargo de que sos primavera, las cosas se van a poner fuleras. Yo voy a poner mi granito de arena: ¿se acuerdan que hay un nuevo Musica Cretina? Estoy seguro de que se los dije. Pero no importa, lo vuelvo a decir. Hay un nuevo no-programa, acá abajo tienen el link para escucharlo enterito, ¿qué están esperando? Y como ya hablamos del tema de Sturgill Simpson que abre el Lado A, y tambien del que le sigue, uno de Andrés Calamaro, hablemos del que viene a continuación: la buen Chrissie Hynde haciendo una versión en vivo de lo que ella anuncia como su tema preferido de Morrissey. No lo encontré en vivo, así que compartamos su grabación con The Pretenders. Espero que lo disfruten tanto como yo. Cantemos todos, con los brazos hacia las nubes: "Esta es una ciudad costera, que se olvidaron de clausurar. Vení, apocalipsis. Vení, bomba nuclear".

lunes, 10 de octubre de 2016

Palo Pandolfo y La Hermandad, "Un reflejo"


Se tensa la red/ salen al mar

No me gustaría que se olviden que tenemos un nuevo Música Cretina. Bah, no tan nuevo, pero lo hemos caminado tan poco, que ahí está, casi por estrenar. Lo dije antes, lo repito ahora: este año tuve la cabeza en otras cosas, y por eso cada no-programa se fue retrasando. Tanto, que tal vez lo lógico hubiese sido directamente asumir una pausa. Pero las canciones me trajeron de vuelta. Fueron ellas las que pedían una y otra vez ser reunidas, alineadas, multiplicadas, compartidas. Al menos se negaban a salir de mi cabeza, rebotando ahí adentro. Ni siquiera las canciones enteras, sino estribillos, versos, entonaciones. Uno de esos fantasmas pidiendo ser liberados es esta maravilla incluida en el último disco de Palo Pandolfo, que está de regreso. En realidad, Palo nunca se fue a ningún lado, siempre estuvo ahi. Pero, en materia discográfica, vuelve a mostrar su mejor rostro en su último álbum. Un disco que sale ganando por el hecho de que el ex Don Cornelio ha mantenido banda y equipo de trabajo por primera vez en mucho tiempo durante dos discos seguidos, y esa constancia se percibe en el resultado final. Transformación es un discazo, y ahí anda desde la portada Palo Querido transformado en una suerte de Cupido todo tapado, semi glam, un angelito sin alas y con la mirada baja, pero tiene la flecha lista en el arco. Siempre me parecio que, dentro de eso que de vez en cuando seguimos llamado rock nacional, Palo forma parte de un grupo de artistas que estaban llamados a ser el siguiente escalón de un linaje cuyos ultimos herederos fueron Cerati, Calamaro, Fito Páez y Vicentico. Cuatro artistas nacidos de grupos que nacieron en la post dictadura --Soda, los Abuelos, los Cadillacs y tomemos a Paez como emergente de la Trova Rosarina--, y fueron encadenando, con o sin sus grupos, un recorrido que marcó cada una de sus épocas, llenando estadios y alcanzando las tapas de los diarios. Ese lado del rock nacional, el más Florido ante el Boedismo pappista y ricotero (si, ya se, nunca es tan asi, no están tan separados, pero permítanme la indulgencia y simplificación para poder volver a Palo), tuvo tres posibles herederos de fines de los 80 y comienzos de los 90, artistas que lo tuvieron todo, poetas extraordinarios y claramente continuadores --al menos cuando aún se pensaba que era posible una continuidad-- de esa estética, aún a su pesar. Ellos son Francisco Bochaton, Rosario Bléfari y Palo Pandolfo. A pesar de que soy capaz de enumerar --así, al tun-tun, como esta pret-a-portheory que acabo de escupir-- muchas razones, tanto personales como del contexto, por las cuales no llegaron a la masividad, convocar estadios o llegar a las tapas de los diarios, para mi cualquiera de ellos tres son artistas mayores, genios con un toque unico, que solo necesitan justamente del aval de la estadística para ser reconocidos por los escépticos de todo lo que sabemos los conversos. Hay una anécdota que Palo me contó y siempre me pareció que resumia de manera admirable su relación, justamente, con todo eso. Cuando Don Cornelio salió elegido como grupo revelación en la encuesta por entonces casi consagratoria del Sí de Clarín por su primer disco, Palo --como cantante del grupo-- fue invitado a participar de la producción fotográfica que reunía a todos los ganadores. Palo fue, estuvo casi donde tenía que estar, dia, hora y lugar, pero se quedó afuera de la foto porque nunca encontró a los fotógrafos. Siempre me pareció que eso resume el lugar --o no-lugar-- de Palo dentro del linaje del rock nacional: es invitado a formar parte, acepta y busca aparecer, pero se pierde y no aparece. Sin embargo la pertinencia de ese lugar, por ejemplo, queda en evidencia con un temazo como este Un reflejo, el mejor tema spinettiano aparecido en estos años en que tanto se homenajea a Spinetta, algo que lejos de convocarlo solo hace extrañarlo cada vez mas. Y Palo lo encarna casi sin esforzarse, de la misma manera que canalizaba a Pescado en Don Cornelio. Asi que a desperezarse en ese lunes nubladísimo y feriado, prestandole la oreja a Pandofo junto a su grupo, La Hermandad, todos hermanados y findesemanizados. Y cretinos también, qué tanto.

lunes, 26 de septiembre de 2016

Andrés Calamaro, "No me vuelvas la espalda por eso"


Yo no estuve bien/ dije cosas que nunca debí decir

Antes de sus celebradas nuevas Grabaciones Encontradas --las despojadas Romaphonic Sessions que anticiparon una gira acústica por España y un inminente disco en directo a modo de testimonio--, Andrés Calamaro continuó la aparición de Bohemio con una sucesión de albums en vivo de los que en su momento se habló poco y nada. No fue uno ni dos, sino que fueron tres --uno de ellos como fruto de la gira Mano a Mano con Bunbury por México--, y en todos hay rescates, tesoros y reversiones dignas de mención. Ya han ido asomando en no-programas previos varias de ellas, y lo seguirán haciendo. Ahora le toca el turno a esta perlita para fanáticos del disco incluido (escondido, en realidad) junto al DVD Pura Sangre, rescatada del show realizado en Neuquén. No se por qué, pero me imagino que debe haber sido algún pedido de un integrante de la banda, porque nunca antes Andrés se había remontado a esos tiempos, y porque no parece que haya vuelto a tocar el tema en el resto de la gira. Pero ciertamente es un acto de justicia que Calamaro recuerde aquella época en la que empezó a ser el Andrés que hoy todos conocemos, remontando la cuesta de haber sido acusado de separar a los Abuelos, y también consiguiendo el respeto de la escena de una vez por todas, convertido en artista de culto hacia el final del espejismo alfonsinista. No me vuelvas la espalda por eso forma parte de la primer obra maestra del Calamaro solista, ese discazo llamado Nadie sale vivo de aquí, preludio de lo que luego serían Los Rodríguez (y más también), pero de este lado del Atlántico. Alguna vez debería salir a tocarlo --a recuperarlo-- de punta a punta, como se suele hacer en estos tiempos. No me vuelvas es un tema de menos de dos minutos, como eran casi todos los que integraban aquel disco urgente, y formaba parte del tandem de canciones de amor, que --según escribió Rodrigo Fresán en la contratapa del disco original-- "funcionaban bajo el leit-motiv de esto-se-acabó pero disimulando como Caballo de Troya el hábil contrabando de otros temas y, sí, otras ideas". De esa tropilla, seamos honestos, tal vez sea el menos contrabandista, y también el menos revisitado. Es mucho menos memorable que los otros mencionados por Rodrigo como parte de ese grupo, como Señal que te he perdido, Ni hablar o Pasemos a otro tema. Pero en la versión de Neuquén, Calamaro y su banda le rinden un merecido homenaje, completándolo como tema hecho y derecho, agregándole arreglos y solo de guitarra, hasta acercarse a los cuatro minutos de duración. Sólo se extraña el saxo de Polanuer, que engalanaba el original. Escribí varias veces sobre esto, pero nunca está de mas repetirlo: Calamaro sufrió, como tantos otros que lograron hacer lo mismo que él, el desdén del núcleo duro más endogámico y machista del rock nacional, que siempre despreció a los que acercaron nuevo público --lease chicas-- al llamado "movimiento". La lista es larga: los blancos fueron el Spinetta de Muchacha, Sui Generis, Soda Stéreo, Fito Páez y Babasónicos, entre otros. Para mi la mejor venganza fue cuando, en un Luna Park de la época Alta Suciedad, algunos de aquellos temas de culto que añoraban en soledad los periodistas de rock súbitamente conversos a la época Por mirarte-Nadie sale aparecieron en la lista de temas, y fueron increíblemente coreados por el publico mayoritariamente femenino, dejando en claro el buen gusto de las niñas. Me saqué el sombrero por ellas entonces y me lo saco ahora también, desde un Música Cretina engalanado por el directo de Calamaro de la época 2012-2013, ahí, ahora, casi al arrancar del Lado A, justo al comienzo de una semana que asoma soleada, así que no hay excusas para volverle la espalda.

miércoles, 21 de septiembre de 2016

Sturgill Simpson, "Welcome to Earth (Pollywog)"


¿Cómo podía saber/ que la respuesta era tan fácil?

Una noche estaba cocinando escuchando música, y decidí empezar por el nuevo disco de Sturgill Simpson, uno de mis pibes, porque siempre considero así a los que terminan en la nota que me empeño en armar cada fin de año, donde  repaso las listas de elegidos que dan vueltas por ahi, buscando rarezas, caras nuevas y flamantes consagrados. Simpson es uno de los últimos rebeldes de Nashville --una categoría que es toda una tradición--, pero dado el salto con ese discazo que fue Metamodern Sounds in Country Music, donde se ponía metafísico y lisérgico, hablando de tortugas y del espacio, un cuelgue divino, creando así como un Flaming Lips del country. A Sailor's Guide to Earth es su nuevo disco, que confirmó todo lo que venía prometiendo, y lo instaló como una de las figuras musicales del año. El disco arranca con cuerdas, y ya me pareció lo suficientemente impredecible hasta que, además, en la mitad de un tema que habla sobre la paternidad, entran de pronto unos caños y la cosa se pone de baile. Tan sorpresivo e irresistible, que me encontré haciendo palmas, dando gritos e incluso intentando tirar unos pasitos en la cocina, al punto que llegaron preguntas de qué estaba pasando desde el resto de la casa (bueh, el departamento, no piensen que se trata de una mansión). Las cuestión es que enseguida se convirtió en numero puesto para arrancar este no-programa, y compartir el sentimiento --y la sorpresa-- con el resto de los cretinos que haya por ahí. De hecho, es gracias al entusiasmo generado tanto por Simpson como por Spedding que efectivamente hay un nuevo Musica Cretina, después de varios meses de silencio. Perdón por eso, y gracias muchachos, se las debo. Lamentablemente, no creo que con este video en vivo --que es lo unico que se puede encontrar por ahí--, se pueda compartir el arrebato que me generó escuchar por primera vez el tema, pero por los gritos entusiastas que se escuchan en la pausa entre las cuerdas y la entrada de los caños, no soy el único que quedó dado vuelta. Pero siempre pueden hacer play acá debajo, y arrancar con el no-programa, dispuestos a las palmas, los gritos entusiastas y, por qué no, los pasos de baile. Hace falta mucho de eso en estos días. Y noches también, qué tanto. Tanto en las cocinas como en el resto de nuestras vidas.

lunes, 19 de septiembre de 2016

Chris Spedding, "Silver bullet"


Cuanto más corrés/ menos te escondés

Así empieza el lado B del nuevo Música Cretina, con un temazo que me venía rebotando la cabeza desde comienzo de año, cuando encontré una copia de Hurt dando vueltas por ahí. Ese golpe de batería inicial, esa guitarra, ¡por favor! ¡Los desafío a dejar de pensar en ella una vez que la escucharon! Cada vez que me pasa algo así, el tema en cuestión ingresa a una lista de temas mutante cargada en el reproductor de la compu, donde todo el tiempo voy armando cretinadas posibles (o imposibles). Como me suele pasar con los temas que generan un subidón como de azúcar --y mas con semejante golpe inicial, ideal para cambiar cualquier onda--, lo pensé como final de lado, y así lo fui probando, pero por una u otra razón los no-programas pasaban, y Chris Spedding seguía esperando su turno. Decidí que debía ubicarlo al comienzo, y fue como todo se solucionó inmediatamente: acá está el señorazo Spedding, un dandy durante el glam rock, pero también el primero de su generación en comprender al punk: fue el productor de los primeros demos de los Sex Pistols, y siempre se ha dicho que las guitarras y bajos que suenan ahí son suyas, aunque Steve Jones se empeñe en negarlo enfáticamente. Le doy la diestra a Jones, pero si todos pensaron que la culpa era de Spedding, es que el hombre estaba en esa sintonía. Wikipedia me recuerda que tocó con todos, desde John Cale hasta Paul McCartney, con quien aparece en Give My Regards To Broad Street. Siempre fue, se sabe, el gran sesionista británico, una leyenda para conocedores, un desconocido para el gran público. Lo sigue siendo, aún activo a los 72 años. Una lástima, porque temas como este Silver Bullet merecen leyenda y no anonimato. Por eso abre uno de los lados de un Música Cretina que está de regreso, aunque nunca nos hayamos ido a ningún lado.

lunes, 22 de agosto de 2016

Patricio Rey y Sus Redonditos de Ricota, "Música para pastillas"



Para mi amor/ esto está muy Shangai

Como parte de unos chequeos de rutina, uno de los días de esta semana me los pasé de estudio en estudio, de consultorio en consultorio. Ayuné, corrí, esperé, bebí agua, me sacaron sangre, me pegaron cables al cuerpo, y así. No pude evitar pensar que hace no tanto tiempo todos esos aparatos que buscaban imágenes --y sonidos-- dentro de mi cuerpo eran reemplazados por un simple estetoscopio y un medico experimentado (o no). Y también me di cuenta que los videos sin música son ideales para cualquier sala de espera. Porque sus imágenes suelen ser aleatorias, así que son como cuadros en movimiento. Y cuando simplemente hay musicos cantando, si uno está familiarizado con el artista puede evocar la canción, y en el caso de que no sea de tus preferidos, ignorarlo tranquilamente. Pero mi momento más epifánico fue cuando hice la ergometria escuchando a los redondos cantar eso de flacas gimnastas de America-a-ah. Antes de empezar a correr en la cinta, la doctora me preguntó qué música quería escuchar. "Los Redondos, Charly, Spinetta, Estelares, Beatles, lo que quieras", le dije, ampliando lo más posible el rango de posibilidades. La doctora se quejó por eso, justamente. "Dijiste muchas cosas", advirtió. "Pero yo prefiero a los Redondos, así que vamos con eso ¿Qué disco?". Como por diversas razones hace un tiempo que vengo pensando en Oktubre, fue el que pedí. Y al llegar a Musica para Pastillas fue que me quedé caminando en el aire (que era, dicho sea de paso, casi lo mismo que venía haciendo literalmente en la cinta). Porque aquella canción era la que yo mas entendía como un llamado a las armas en los recitales de aquella época. Era la que señalaba, por ejemplo, que la mas hermosa niña del mundo puede dar sólo lo que tiene para dar. O les advertía a los rockeros bonitos y educaditos que emboquen el tiro libre, porque los buenos habían vuelto. Era un canto contra las rubias estudiosas, austeras, soviéticas, y ahora una de ellas era la que la había elegido para que yo corriera en la cinta. Nunca me hubiese imaginado que iba a poder cantar --mentalmente, porque el aliento a la altura del tercer tema del disco no era lo que precisamente me sobraba-- esa cancion haciendo un estudio médico, en una clínica, en un ámbito civilizado y parte de la sociedad. Y no me pude decidir si, justamente por eso, habiamos perdido o ganado la batalla. ¿La ganamos, y entonces suena nuestra música? ¿O la perdimos, y ahora nuestra música es de ellos? ¿La música pertenece a alguien? ¿Hubo alguna vez realmente un nosotros y ellos?

martes, 5 de julio de 2016

La primera vez


La primera vez que pensé en hacer un reportaje, todavía ni siquiera me había imaginado que iba a terminar siendo periodista. Simplemente necesitaba saber más sobre un tal Hector Germán Oesterheld y sus historietas, y como era algo sobre lo que no podía leer en ningun lado, pensé que bien podría ir a preguntar yo mismo lo que queria saber. Por entonces tenía apenas unos 16 años, y había empezado a ir regularmente a la Asociación de Dibujantes de la Argentina, que tenía su sede al lado de Tribunales. Viajaba hasta allá una vez por semana casi al final de la jornada, desde mi hogar en Saavedra o desde el lugar en Capital donde me hubiese dejado el día, y volvía a mi casa en colectivo, siempre tarde. A la misma hora en que, por ejemplo, Juan Salvo y sus amigos jugaban su truco nocturno, mientras escuchaban las parejas solitarias que apuraban en paso por la calle, o los colectivos acelerando unas cuadras mas alla, en la Avenida. Empecé a ir a la ADA a cursar un taller de humor gráfico, con un joven docente llamado Miguel Repiso --entre mis compañeros estaban Roberto Perinelli, Adrián Franco (Pati) y varios mas--, pero enseguida encontré una excusa para quedarme dando vueltas por el lugar a pesar de mi escasa capacidad para el dibujo, como bibliotecario de la entidad. Semejante título rimbombante significaba en realidad apenas el mucho mas prosaico derecho a tener acceso a las llaves de un armario donde se amontonaban revistas y libros que los que ya no querían en su casa dejaban ahí, y también pasar a formar parte de alguna manera del mobiliario del lugar, tener permiso para conocer gente y hacer preguntas. Ahi conocí a Jorge Luis Lepera (Jorh), Maicas, Tito Spataro, Massarolli, entre tantos otros nombres que se me vienen aleatoriamente a la cabeza. Una de todas esas preguntas que le hice a alguno de ellos fue sobre Oesterheld, obviamente. Creo haber confesado en voz alta mi deseo de entrevistar a ese guionista cuyas historietas seguían apareciendo por entonces en las revistas del género, y la respuesta que me llegó me dejó helado. Mi interlocutor me informó que eso iba a ser imposible, porque Oesterheld estaba desaparecido. Esa respuesta funcionó como una bomba: en mi recuerdo de aquellos años formativos, que el autor de mis historietas preferidas hubiese desaparecido hizo estallar la burbuja en la que había crecido. Si Oesterheld había corrido ese destino, lo que había sucedido en el país había sido más terrible de lo que hasta entonces yo me había enterado. A partir de entonces empecé a escuchar y preguntar sobre muchas cosas mas que las historietas, a leer con curiosidad e interés la Humor mas allá de los chistes e historietas y Las Páginas de Gloria, y apenas pudieron volver a existir los partidos políticos --la gente variada que pululaba por la ADA, me di cuenta muchos despues, lo hacía porque era la unica actividad social posible en aquel tiempo, y se desbandaron cuando regresó la militancia-- terminé acercándome a uno de ellos, el Partido Intransigente, y a su sede de Riobamba, no muy lejana a la ADA. Y también comencé a ingresar lentamente y de varias maneras a un mundo que recién cuando empecé a cursar en Ciencias de la Comunicación pude ponerle un nombre: el de la cultura popular y masiva. Pero aquella entrevista que nunca pude realizar siempre estuvo en mi cabeza, y de hecho la primer nota publicada por la que me pagaron fue sobre El Eternauta. Salió en la etapa dirigida por Marcelo Figueras de la primer Fierro, la firmé como El Gavilán Pollero --el seudónimo radial con el que se me conocía por entonces-- y se trataba de una minuciosa investigación sobre los embrionarios y frustrados intentos de llevar al cine la historieta de Oesterheld y Solano López. Desde entonces y hasta ahora, siempre que encontré una excusa, seguí la pista de Oesterheld y sus historietas en todos los trabajos que he tenido. Pero nunca pude olvidar esa entrevista que no fue, y tal vez por eso es que el trabajo de Fernanda Nicolini y Alicia Beltrami me pega tan de cerca. Porque reconstruye al Oesterheld que deambulaba por la misma ciudad en la que de niño y adolescente yo leía sus historietas. Porque investiga y rescata ese mundo que yo desconocía entonces, cuya súbita aparición en mi vida reordenó el fin de mi infancia, de una manera terrible pero también liberadora. Y además, al decidirse a investigar la historia y la tragedia no solo de Oesterheld sino también de sus hijas, y a partir de esa historial familiar completar el retrato de una sociedad, mas de una generación y su militancia --y también una minuciosa reconstrucción de la represión y el exterminio-- lo que hacen Nicolini y Beltrami es permitirme leer algo que hasta entonces había mirado de costado, o siempre había leido subdivividiendo sus partes. Por primera vez en Los Oesterheld está todo, y ese todo, toda esa información y esas voces, permiten revivir y enfrentar tanto la vida y la pasión como la muerte y el horror. Por eso es que esperé su edición con ansias, desde que me enteré de la existencia del proyecto. Y estuve atento ante la inminencia de su publicación, para llevarlo a la tapa de Radar, editando con cuidado un adelanto que desplegase las virtudes del libro y al mismo tiempo funcionase como una lectura independiente, y escribiendo también un entusiasta recuadro/reseña para presentarlo como corresponde, aún cuando sabía que iba a salir sin firma --como todo el resto del suplemento y el diario, salvo casos puntuales-- por la lucha gremial que estamos llevando adelante para pelear por nuestros sueldos. Porque si bien nunca pude encontrarme con Oesterheld para conseguir las respuestas a mis intrigas de fan adolescente, al menos Los Oesterheld me permite ser testigo de su vida justo en la época que yo quise empezar a hacer preguntas.

jueves, 30 de junio de 2016

Don Covay, "I was checking out, she was checking in"


Quise decirle algo/ pero no había nada que decir

El tipo acaba de salir del hotel con su amante. Después de dejar la llave de la habitación y pagar la cuenta, se demoran besándose y abrazándose dentro de su auto, aprovechando la oscuridad del estacionamiento. Justo entonces entra otro auto, del que se baja una pareja, a la que en la recepción les ofrecen la misma llave que el tipo acaba de dejar. Y entonces él se desespera, porque la mujer de esa pareja es en realidad su mujer, que ha llegado al hotel con su propio amante. Se suponía que debía estar cuidando a los chicos, se lamenta el tipo, y agrega: los dos nos estabamos engañando. Y ahí viene el estribillo, que es también el título de la canción, y se puede traducir así: Cuando yo estaba haciendo el check out, ella estaba haciendo el check in. El que canta, o más bien recita, se llama Don Covay, y es algo así como una leyenda del soul, al menos para los conocedores, ya que es nada menos que el autor, entre otros, de --de pie, señores-- Chain of fools, el tema que inmortalizó Aretha Franklin. Al empezar a desgranar la lista de este Musica Cretina, confesé que un par de elegidos habían sido casi sugerencias de ese gran dilettante musical que es Peter Wolf, todas pistas que fueron apareciendo cuando empecé a leer sobre su último disco, el que Covay aparece como coautor de un tema que Wolf siempre soñó con hacer junto a Bobby Womack. Pero Womack ya no está con nosotros, y tampoco lo está Covay, a quien Wolf conoce en realidad desde hace mucho tiempo atrás, ya que fue justamente un grupo de canciones que co escribieron juntos y rechazaron los de J Geils Band, algo que desencadenó la salida de Wolf del grupo, hacia comienzos de la década del 80. Cuando Covay falleció, en enero del año pasado, fue Wolf el que se encargó de su necrológica en la Rolling Stone, donde recuerda que Covay abría los shows de Little Richard mientras se hacía un nombre propio como compositor, de la misma manera que Womack hacía lo propio para Wilson Pickett. Y revela que Keith Richards le comentó alguna vez que, si alguien comparase en una gráfica la onda sonora generada por la voz de Mick y la de Don, estas serían practicamente inéditas. Hay una anécdota genial con la que Wolf termina su necrológica, en la que dice que Don le contó alguna vez que justo cuando Chain of fools estaba al tope de las listas, y Atlantic estaba feliz por haber conseguido finalmente un éxito para Aretha, llamó desde su hotel a Jerry Wexler diciendole que tenía una canción que era mejor que Chain of fools. Wexler lo invitó a su oficina, para que se la hicera escuchar, y él le dijo que no, que la tenia en su cabeza, y que como estaba en un hotel, necesitaba que le mandase un teclado que había visto en tal negocio. Volvió a llamar a Wexler unas horas después, diciéndole que necesitaba una guitarra. Y después hizo lo mismo pidiendo un equipo de bajo. El cuento que Wolf le escuchó contar a Covay no terminaba con un nuevo tema escalando aun mas alto en las listas que Chain of fools, sino con todos los instrumentos y equipos enviados a su hotel por Wexler a cuenta de Atlantic convenientemente vendidos al mejor postor. ¿Por qué? Porque Covay sabía, le explicó a Wolf, que cuando llegase el momento de cobrar sus regalías como autor de la canción, lo iban a estafar, como siempre hacían. Así que él había decidido pagarles con un poco de la misma medicina. "Típico de Don", escribe Wolf para cerrar su necrológica, y en Musica Cretina también dejamos sonar este tema típico de Don, que asoma al promediar el Lado A, después de lo nuevo de John Doe y justo antes de la versionaza de Velvet Underground que Paula Trama hace al frente de Los Besos. Pasen y escuchen, en un jueves luminoso, justo antes de que llegue la tormenta perfecta del fin de semana que todos andan anunciando. 

lunes, 27 de junio de 2016

Música Cretina 2016 #6

ESTO NO ES UN PROGRAMA

17-6-2016

Lado A

"No me fío de los buenos/ mucho menos de ti"

1.- Oscar, Sometimes
2.- Los Fabulosos Cadillacs, Juan
3.- John Doe, Sweet reward
4.- Don Covay, I was checkin' out, she was checkin' in
5.- Los Besos, Soy tu ventana (The Velvet Underground)
6.- The Jayhawks, The devil is inside her eyes
7.- Nadine Shah, The gin one
8.- Lichis, Dinero por nada

Lado B

"Prefiero morir joven/ antes que envejecer sin vos"

9.- Señor Coconut & His Orchestra, Kiss (Prince)
10.- Mi Amigo Invencible, Mas desorden
11.- Shawn Colvin & Steve Earle, Tobacco road (The Nashville Teens)
12.- Otis Clay, Trying to live my life without you
13.- Zeca Baleiro, Era domingo
14.- Johnny Cash, I'd rather die young
15.- Texas Tornados, She never spoke spanish to me (Butch Hancock)
16.- El Estrellero, Medicamentos

jueves, 23 de junio de 2016

Texas Tornados, "She never spoke spanish to me" (Butch Hancock)


Sus poetas preferidos están todos de acuerdo/ el español es la lengua del amor/ Pero ella nunca me habló en español

No hay nada más lindo que cuando los amigos o conocidos se prenden en el juego que propone cada Música Cretina y se largan a preguntar o comentar sobre los temas que van apareciendo en cada no-programa. ¿El artista que abre el Lado A es tal o cual? ¿De que disco es tal tema? Y así. Por eso es que suelo demorar la aparición de la lista de temas, porque quiero darle tiempo a los posibles oyentes para que se sumen, y puedan apretar play sin saber qué es lo que viene, sin tener un mapa a mano que les explique cada curva, cada bache en el camino, para que puedan disfrutar del no-programa tal como me esfuerzo en hacerlo: para sorprender al que lo escucha tema a tema, buscando tanto en el aficionado a la música como en el coleccionista, la sorpresa de lo inesperado, del salto de un mundo a otro, del recuerdo de algo familiar pero olvidado y que no debería aparecer en ese lugar, o de sorprenderlo con algo que no conoce pero igualmente suena familiar. Y eso último justamente fue lo que el amigo Strass me confesó que le sucedió esta semana con este tema de los Texas Tornados, que asoma al final del Lado B, casi cerrando el no-programa. "¿Viste que hay temas que apenas los escuchás, aunque no sepas nada de ellos, sabés inmediatamente que son clásicos? Bueno, este es uno de ellos". Y lo que le pasó a Strass fue lo mismo que me pasó a mi cuando descubrí She never spoke spanish to me, este clásico del supergrupo de Tex Mex que integran Freddy Fender, Doug Sahm, Augie Meyers y --last but not least-- el Flaco Jiménez, que es la razón por la cual yo llegué hasta ellos. Fue Ry Cooder (al que creo que conocí gracias a una nota de Rosso en el Expreso) durante sus aventuras Tex Mex el que en su momento me hizo conocer al Flaco Jiménez, al que con el Rafa Hernández amamos cuando sacó su disco solista Partners, en el que mezclaba con muy buen tino su tradicion chicana con diversos intérpretes del rock norteamericano, y se hizo un clásico del Piso 93. ¿Cómo no pensar que esa misma nota de Rosso, que esos mismos discos de Cooder, que ese mismo respeto por el Flaco es lo que llevó a Calamaro detrás de sus primeras canciones chicanas? Al menos creer eso fue lo que me hizo embanderarme antes que nadie detrás de temas como Adios amigos adios o No tengo tiempo. Es que por ese entonces si te creias rocker era difícil darse el permiso para ir mas allá de la obviedad anglo, por eso las puertas que abrió para nosotros el buen Ry, y también Tom Waits, fueron tan importantes en esos tiempos formativos, demostrando que había otro camino posible, que escuchar podía ser mas libre que esa simple palabrita de la que presumía --e incluso se apropiaba-- cierta cultura rock, pero que en realidad no hacía mas que encorsetar y plantear rigurosos clasismos estilisticos. El Flaco y el Tex Mex fueron la demostración práctica de que se podía ser rocker y chicano, y mirado desde el rock donde a uno le gustaba pararse entonces --generacional y esteticamente-- descubrir eso fue apenas el comienzo. El fin de una inutil guerra del cerdo, y el comienzo de un camino lleno de tesoros, si era que se podia abrir las orejas. Y cómo no abrirlas para los Texas Tornados, ¿no es cierto? Porque, tal como le sucedió a Strass, yo también apenas escuché este tema de su primer disco de 1990 me di cuenta que era un clásico. Es más: lo supuse apenas leí su título, antes incluso de escucharlo. Internet ahora hace todo fácil, y enseguida me entero que es un tema de un tal Butch Hancock, que formó parte de los Flatlanders junto a Joe Ely y Jimmy Dale Gilmore, y enseguida también puedo escuchar en You Tube la hermosa versión --¡esas maracas!-- que grabó Ely en su debut como solista, de 1977. Suena como un clásico apenas uno lo escucha, tal vez por esa referencia en su estribillo al clasiquísimo Spanish is a loving tongue que grabaron desde Bob Dylan hasta Marianne Faithfull (mi version preferida es la de Emmylou Harris), y por eso suena tan bien --como dije-- casi al final del último Música Cretina, del que aún queda mucho por descubrir. O al menos comentar. Así que pueden empezar por apretar play y dejar que sea la banda de sonido de lo que queda de esta mañana soleada de jueves, en que el invierno nos engaña un rato, como siempre y como todos, hasta que llega la noche. O el final del no-programa, cuando confesamos que, si para ella el español era la lengua del amor, bueno, ella nunca nos habló en español.