viernes, 28 de agosto de 2015

Legiao Urbana, "Há tempos"


Parece cocaína/ pero es sólo tristeza

“¿Vamos a empezar el disco con ese verso? Buenísimo”. Según el pequeño y fascinante libro de Mariano Marovatto dedicado al consagratorio As quatro estaçoes, de Legiao Urbana, eso es lo que dijo un entusiasta Dado Villa Lobos, guitarrista del grupo, cuando armaron por primera vez el orden de las canciones del disco, y se dio cuenta que Ha tempos era la que abría. Junto con Pais e filhos y Meninos e meninas, son tres temas que no pueden faltar desde entonces en cualquier recorrido por el repertorio del grupo, que con aquel cuarto opus terminó de destacarse entre los protagonistas del rock de los 80 brasilero. Según señala Marovatto, As quatro estaçoes es fruto de una suerte de reinvención del grupo de Renato Russo, es el disco con el que Legiao rompió con su pasado de Brasilia. Ya habían entrado en crisis con la ciudad donde se formaron luego de un concierto desastroso allí, con el que terminó la gira de Que país es este, el disco anterior, en el que habían regresado a los restos del repertorio previo a la formación de la banda, rascando el fondo del barril de Renato. Y qué fondo: ahí estaba esperando nada menos que una obra maestra como Faroeste cabloclo. Pero si en la discografía de Legiao hay que ir salteando discos cronológicamente para encontrar un dialogo entre ellos, As quatro sería la continuación de Dois, el álbum previo a Que país. Compuesto yendo todos los días de tres de la tarde a ocho de la noche a los estudios de EMI en el barrio de Botafogo, en Río de Janeiro, los temas fueron tomando forma sin letras, y cuando Renato trajo las primeras y calzaron perfectamente en la música, supieron que el trabajo había rendido sus frutos. Una de las primeras fue, justamente, este Ha tempos, himno instantáneo, que en esta versión del Acústico MTV se aleja de las referencias rockers de la época de la grabación original, y adquiere aún más carácter de canción sin tiempo, y además se disfruta mejor que nunca la profunda voz de su cantante y líder. Tu tristeza es tan exacta/ y hoy el día es tan bonito, entona el buen Renato, un artista al que el rock local aún debe un  reconocimiento. De hecho, una de las razones por las que me saco el sombrero ante Pedro Aznar es que es el único que supo escucharlo desde acá. Cuando murió Renato y tuve que dar la noticia en Página, el único al que se me ocurrió pedirle una columna fue a Pedro, que se sumó gustoso a la despedida. En este Música Cretina de regreso de las vacaciones, no podía faltar este Ha tempos, que me encontré tarareando una y otra vez durante una semana en Río. Ahí está, cerrando el Lado A de un no-programa que no podía ser otra cosa que muy brasilero. Salve Renato, por casa también el agua está muy limpia, claro que sí.

jueves, 27 de agosto de 2015

Willie Nelson & Merle Haggard, "It's all going to pot"


Todo se está yendo al porro/ Te guste o no

Así comienza el Lado B del nuevo no programa, y sería de desear que así también empiece cualquier día. Como este jueves soleado, que se merece un nuevo Música Cretina, con temas como esta maravilla, que parece escrito para nosotros. Pero es que no se puede esperar menos de dos cretinazos como Willie Nelson y Merle Haggard, enormes leyendas de la más rebelde musica country norteamericana, que acaban de editar un disco a dúo, titulado Django and Jimmie. El mundo se ha ido al diablo/ y estoy seguro que lo vamos a extrañar, canta Nelson, que en realidad no parece muy preocupado. Es más, a juzgar por las deliciosas imágenes del video promocional del tema, parece estar pasándosela más que bien. Porro en mano, claro. Si ese destino es el que nos esperase a todos al llegar a su edad, enciéndanmelo ya y mantengan la llama. Tengo un billete de cien, te podes quedar con tus pastillas, amigo/ porque todo se está yendo al porro. Lo bien que hace. 

martes, 25 de agosto de 2015

Caetano Veloso, "Nao identificado"


Mi pasión tiene que brillar en la noche/ como un objeto no identificado

Buenos días, martes. Buenos días, invierno. Buenos días, Cretinxs. Acá estamos de regreso, después de unas merecidas vacaciones. Y el que nos trae de vuelta en su plato volador con un nuevo no-programa bajo el brazo es Caetano Veloso, con esta canción editada originalmente en su disco blanco, del año 1969, casi medio siglo (!) atrás. Caetano cuenta en el indispensable cuadernillo que acompaña Letra só, el volumen que compila sus letras, que es un tema sobre su natal Santo Amaro, compuesto en base al recuerdo de un amor apasionado que tuvo por una niña de allí. Y agrega: “Alguien me dijo que era, de mis canciones, la que más le gustaba a mi padre. Nunca me lo dijo, pero me lo creo”. En la extraordinaria muestra dedicada a los 50 años de carrera de María Bethania que se está realizando en Río de Janeiro hasta mediados del mes que viene, todos los fines de semana, sábados y domingos, hay shows en vivo como parte de la exposición. Un par de domingos atrás, cuando se celebraba el día del padre en Brasil, se presentaron allí Moreno Veloso y Pedro Sá, con gran parte de su familia entre el público, entre ellos por supuesto también Caetano y María Bethania. Fue un show emotivo, con un repertorio integrado por versiones de sus homenajeados, en el que Pedro Sá la rompió aunque aseguró estar afónico y Moreno terminó haciendo percusión con un plato y un cuchillo. Nuestro hit de todo el viaje desde esa tarde –nuestro primer domingo en Río—fue este temazo que terminé cantando casi sin saber muy bien de dónde venía, pero que una rápida búsqueda en internet descubrió casi enseguida en esta versión del disco Zii e Zie ao vivo, el evidente modelo para la versión que escuchamos aquel día del padre en el Paço Imperial del centro de Río: la canción preferida del papá de Caetano, tocada por su hijo, que tenía a su vez a su pequeño hijo sentado enfrente cuando la cantaba. Una canción sencilla, brasilera/ para lanzar después del Carnaval. Gracias por todo, Velosos. Y perdón por la demora, Cretinxs. Vaya este ié-ié-ié romántico apenas como adelanto de todo lo que se viene. Porque volvió Música Cretina. Y no nos vamos a ningún lado.  

lunes, 3 de agosto de 2015

The Beatles, "Hey bulldog"


Si te sentís solo/ podés hablar conmigo

Uno de los momentos claves de mi iniciación musical, fue el hecho de haber podido arrebatarles Los Beatles a mis padres. Algo que me permitió ingresar a la pubertad sin tener que renegar de ellos, y poder así disfrutarlos sin culpa, entendiendo de primera mano que al mismo tiempo podían encarnar la rebelión así como el conservadurismo. Mis viejos amaban a Los Beatles, y yo crecí escuchando sus discos, junto a Mediterráneo, de Joan Manuel Serrat o El amor, de Julio Iglesias. Como Asterix, como Malfalda, las canciones de los muchachos de Liverpool fueron algo así como un lenguaje común en mi hogar. Uno podía decir una frase o tararear algún verso, y los demás completábamos el chiste o la canción inmediatamente. Durante un interminable viaje familiar en auto a Bariloche cuando aún eramos chicos, la única diversión en el asiento de atrás de aquel Renault 4 rojo que compartimos con mi hermana fue un viejo radiograbador horizontal, de esos con las teclas grandes y un solo parlante. Allí escuchamos sin parar Rubber Soul y Beatles for Sale, los dos cassetes del grupo que teníamos entonces, hasta saberlos de memoria. Es mas, como el azimut del cabezal del grabador estaba descalibrado y se escuchaba un solo canal, la curiosa versión estéreo original de Rubber Soul –que separaba la mezcla mono original en dos canales musicalmente independientes, con voces por un lado e instrumentos por el otro—propició para que algunos temas en mi recuerdo eternizado tuviesen sólo coritos y ningún verso, o fuesen sino meros instrumentales con estribillo. Pero el momento en que Los Beatles pasaron a ser también realmente míos fue cuando me compré mi primer disco de ellos, en realidad un cassette que me canjeó un compañero de colegio. Cuando le comenté la novedad a mi viejo, el fan de los Beatles más cercano que tenía, me dijo que no era tan bueno, porque era de la época rara del grupo. Eso me desanimó un poco, así que recuerdo haberlo escuchado con recelo. Me voló la cabeza: se trataba nada menos que de Sgt Pepper’s Lonely Hearts Club Band. Desde entonces supe que había unos Beatles para mi viejo, y otros para mí. Que él tenía su rock, el de la campera de cuero rápidamente convertida en trajecito y los pelos largos pero no tanto, el de los primeros discos del grupo. Y yo podía tener el mío, vestido de cualquier manera extravagante, de pelo realmente largo e incluso barba y bigote (¡y anteojos!), y arrebatos orientales sumados a un extraño cuelgue que luego descubriría que tenía un nombre propio: psicodelia. Dentro de ese universo desquiciado entra este Hey Bulldog, un tema extraño, urgente y algo escondido del grupo (está en la banda de sonido de El Submarino Amarillo), que con uno de mis primeros amigos, con el que intentamos algo parecido a tener una banda, convertimos en nuestro himno beatle. Sabíamos que no estaba a la altura de los mejores temas del grupo, pero era bien nuestro, y también algo bizarro, con ese contundente riff de piano inicial, y esos ladridos y gritos al final. La historia oficial de los Beatles le reserva a Hey Bulldog el lugar del último momento clásico y grupal del grupo, antes del desbande luego del viaje a la India. Según escribió el ingeniero Geoff Emerick en sus memorias, su grabación –realizada de improviso, durante una jornada de filmación en el estudio de imágenes para un clip del tema Lady Madonna—fue el último momento en que los Beatles funcionaron en el estudio como un grupo. La pasaron bien grabándolo, y eso es algo que se nota. Por eso es que es un tema que le levanta el ánimo al más desvalido, y sirve como anillo al dedo para arrancar la semana. Y también funciona como ideal punto final para el último Música Cretina, completando un increíble acelerada final del Lado B, después de los Redondos y los Stones. Nada menos que un lujazo. Cretino, claro.

domingo, 2 de agosto de 2015

Chuck Prophet, "Hot talk"


Ella dijo: ¿Qué clase de nombre es Prophet, después de todo?/ Yo dije: No se qué clase de nombre es

Hay canciones que son nocturnas, y este tema del ex líder de Green On Red decididamente necesita luces de neón. Debo confesar que tengo una particular obsesión por la época del Nuevo Rock (Norte)Americano de los 80s, y dentro de ese lote tal vez los primeros en destacarse fueron aquellos pibes de Tucson, de los que formó parte Chuck Prophet. De los sobrevivientes de aquellos tiempos, Prophet tal vez sea la inversión que mejor rinda últimamente, si se tiene en cuenta la poca bola que se le da por estos lares y la calidad de sus últimos discos. No se qué clase de nombre es Prophet, la verdad, pero si se que el buen Chuck ha estado sacado prácticamente un disco cada dos años en la última década, y que todos la rompen. Este tema es del rockerísimo ¡Let freedom ring!, un álbum bien urbano, que no se por qué me recuerda al New York de Lou Reed, y que Prophet fue a grabar a Mexico, donde además aprovechó para arreglarse los dientes. Tal vez por eso muerde tan bien cada uno de los temas de un disco que escuché tanto en su momento, que decidí que tenía que tenerlo en mi discoteca. Ella dijo: La noche tiene miles de ojos/ Yo dije: Escuché eso también, ¿qué quiere decir?, canta Prophet en esta curiosísima canción que es a la vez diálogo caliente, y que hay que dejar que suene para que la noche del domingo importe un poquito menos. Yo se lo que les digo. Y suena aún mejor si hacen play en el Música Cretina y la esperan venir, casi al final de Lado A. No digan que no les avisé.