lunes, 23 de marzo de 2015

Amanda Shires & Jason Isbell, "Born in the USA" (Bruce Springsteen)


Nací en un pueblo de mala muerte/ la primera patada que recibí fue cuando toqué el suelo

Les había anticipado que íbamos a volver a este disco. Se trata de Dead Man’s Town, que salió en septiembre del año pasado celebrando las tres décadas de Born in the USA, el álbum que finalmente terminó por convertir a Bruce Springsteen en una mega estrella internacional, algo a lo que parecía venir escapándole una y otra vez después de Born to run. Participan del homenaje Justin Townes Earle, Nicole Atkins y los North Mississippi All-Stars, entre otros, y lo estrenamos por acá un mes atrás, compartiendo la participación de Low haciendo I’m on fire. Ahora le toca el turno al tema que bautiza el disco original, en una versión que abre con el violín de Amanda Shires, dejando en claro que se viene una cretinada. Shires firma el atrevido cover, que le agrega una nueva melodía al tema, junto a Jason Isbell, un ex Drive By-Truckers devenido solista, que señaló que lo que más le gusta de la canción es que “pinta un retrato de la lucha en el sueño americano, y la ironía del estribillo, cantado con tanta fuerza, es tan potente que incluso trasciende esa ironía”. Violinista para los Texas Playboys y el grupo de Isbell, Shires apunta que, al escuchar el demo original de la canción, “los arreglos oscuros y en clave menor dejan en claro que no se trata estrictamente de una canción de celebración. Quisimos reflejar esa versión”. Veo por ahí que Born in the USA fue, justamente, la canción con la que Springsteen eligió comenzar su show cerrando la edición porteña de Amnesty. Y digo justamente porque me da la excusa para corregir un post anterior --el de, otro justamente acá, el estreno del disco homenaje en el no-programa--que hice respecto al Bruce, donde confesaba que en mi recuerdo, el tipo había sonado un poco forzado, intentando demasiado agradar al público, llegando a tocar La Bamba, como si no supiera muy bien dónde estaba. Y a partir de ese viejo recuerdo personal, jamás revisado, me saltaron a la yugular mis amigos brucemaníacos, que como siempre suelen tener razón. El intercambio fue eterno, y se dio en mi muro personal de Facebook, pueden ir a repasarlo, no tiene desperdicio. Pero lo que debo corregir, entonces, es que lo que sucedió en River fue justamente al revés, que Bruce arrancó con Twist and Shout, y fue el público el que transformó ese tema en La Bamba. Y ahí se me destapó el recuerdo de aquella tarde, y en mi memoria ése fue el desafío entonces: cambiarle la canción a ese yanqui que no parecía saber bien dónde estaba. Al menos eso recuerdo haber hecho yo, que perdido entre el público igual alcancé a darme cuenta que había pica entre Bruce y Charly García, nuestro representante ahí arriba. Los bruceros, claro, no admiten ese lugar para García, algo que quedó claro en el jugoso intercambio en los comentarios, que da para panel televisivo. Lo cierto es que ese cruce entre los músicos locales y los del tour sucedió en todas y cada una de las escalas de la gira, mas que nada porque, con ese agregado musical autóctono, el show terminaba siempre de madrugada. Y el que pagaba el pato era Bruce, porque nadie quería tocar después de él. Un primer triunfo de Charly aquella tarde fue no tocar acústico, como le habían exigido en un principio, sino con su banda completa. Y el segundo fue lograr que todo el estadio imitase los gestos de sus manos, como queriendo demostrar que The Boss ahí no era Springsteen, sino él. Una pelea de egos impropia con los objetivos del show, o al menos eso pensaba yo entonces, a pesar de que había ido a ver a los invitados extranjeros, qué duda cabe. Pero también quería ver cómo nos dejaban parados los representantes locales, quería que les demostraran a los de afuera que acá el rock también existe. Supongo entonces que mi recuerdo de esa tarde-noche está teñido de esa mirada absurdamente nacionalista. Algo que, ahora que lo pienso, brilló por su ausencia en el Lollapalooza. Es lo que hay que celebrar del rock del nuevo siglo: que es menos sexista y, también, menos nacionalista. Y mejor organizado: si vamos a estar todo un día juntos, que haya lugar para pasear, baños como corresponde, hasta tiendas para hacer shopping (!). Recuerdo que en ese River todo apelotonado, en un momento un chabón que estaba atrás mío se puso a mear, sin decir agua va. Si no te corrías, quedabas enchastrado. Algo impensable en el Lolla, donde el único momento que presencié de barrabravismo fue un gordito en cueros revoleando su remera, agitando por Plant. "¡Esto es Argentina!", decía. El público, aunque era bastante adelante, le había hecho lugar para que revolease tranquilo, como un loco que no está en sus cabales. Se fue para adelante y no lo vi mas. Pero me estoy yendo de tema, volvamos a Amnesty, a Bruce, a Charly y a los comentarios de aquel post de un mes atrás, en el que Mariana Enriquez recordó, por ejemplo, que entonces tenía 13 años y no le gustaba Charly García ni lo tenía como referente de nada. “Fui con una amiga de mi madre enamorada de Sting (ella: yo me enamoré un poco después). Y recuerdo que me aburrí como loca todo el tiempo hasta que apareció Springsteen y me cambió la vida. Así de corta. Hasta ese momento creo que no me gustaba la música, salvo, no sé, Mozart. Mis recuerdos están absolutamente filtrados por esa epifanía. No me imaginaba que podía existir algo así”. También apareció comentando Andres Calamaro, que confesó que en la época de Amnesty estaba decididamente INTO BRUCE (sic), al punto de que se fue también hasta Mendoza –donde se hizo el show correspondiente a Chile, porque aún gobernaba Pinochet-- para verlo. “Subí al escenario para cantar Peter Tosh porque León me insistió con las siguientes palabras: ‘Si no fuera por músicos como vos, esto no estaría pasando’ ... Vi A THE BOSS escuchando a los grupos locales, tomando fotos o filmando, lo vi con los roadies (plomos), y todos nos sacamos una foto ... También me encontré con Peter en el BAÑO después de un accidentado encuentro con el publico (intento surfear a la multitud sin mucha suerte), recuerdo a STING como un autentico caballero paseándose por la ZONA COMUN de River, y a SNM cascarrabias ... Verdad que NO toda la opinión musical local estaba de acuerdo con el GRANDISIMO talento (letras, musica, carisma, actitud) del JEFE, incluso recuerdo haber conversado esto con Pipo Lernoud (querido amigo Pipo), pero lo cierto es que BOSS era un gran artista consagrado hace 15 años cuando piso suelo patrio por dos veces”. Citado por Andrés, en aquellos comentarios del post apareció entonces Pipo, cuyo testimonio funciona como cierre ideal para este repaso: “Era rara la visión que tenía(mos) del Boss. Primero, sobame la garnacha con lo de Jefe. Nosotros venimos de Dylan: ‘Don't follow leaders’. Después, la bandera yanqui en el bolsillo es un poco mucho, venimos de Lennon, ‘Imagine there's no countries’. Tercero, la actitud working class de propaganda de Levis no nos cabía. Los temas eran buenos, pero gritaba mucho, necesitaba mucho de la aprobación del público, una especie de Miguel Mateos de gasolinera: ‘¡Tirá para arriba!’ En fin, en casa no lo escuchaba pero leía las letras. Hasta que nació mi hija, el día que murio Luca, 22 12 87 (se cruzaron, uno llegando y otro yéndose). La cuestión es que fue un parto largo, después de muchas horas estábamos todos cansados y María no daba más y asoma la mollera y suena ‘Born in the USA’ en la radio y alguien la sube y empezamos a movernos y siguiente pujo sale la cabeza y todos gritando ‘¡Ahí viene!’ Y todos bailando y salió completa y hermosa y nos abrazamos felices y bailando y ‘She was born here’. ¿Qué puedo decir de Bruce?”

viernes, 20 de marzo de 2015

Música Cretina 2015 #4

ESTO NO ES UN PROGRAMA

26-2-2015

Lado A

1.- Chris Speeding, Video life
2.- Da Cruz, Passageiros da meia noite
3.- Young Fathers, Low
4.- Leo García, Poesía rock
5.- Roscoe Robinson, What color is love
6.- Mirel Wagner, The dirt
7.- Amanda Shires & Jason Isbell, Born in the U.S.A. (Bruce Springsteen)

Lado B

8.- Sinead O’Connor, Kisses like mine
9.- Julen y La Gente Sola, Nunca viajé en aviones
10.- Adam Cohen, We go home
11.- Simone Felice, Bastille day
12.- Pescado Rabioso, Madreselva
13.- Wendy Rene, Give you what I got
14.- Coki & The Killer Burritos, Barquito

jueves, 19 de marzo de 2015

Leo García, "Poesía rock"


La mente, el corazón, el alma:/ todas mentiras de poesía de rock

Una de las mayores injusticias musicales de la década pasada es el prejuicio alrededor de Mar, el debut de Leo García para una multinacional. Producido por Gustavo Cerati, Leo llegó a semejante pole-position después de llamar la atención al frente de Avant Press, al punto de haber sido rápidamente apadrinados por Soda Stéreo, que incluso versionaron uno de los nuevos temas del cuarteto –Cibersirena-- en aquella despedida sin gracias totales en el Alternativo de Ferro. Semejante empujón de poco le sirvió a Avant Press, que enseguida se disolvió. Hace poco Leo anunció que, dos décadas después de aquella separación, había recuperado la propiedad de un nombre, que –escribió-- injustamente había perdido. Supongo que a partir de ese detalle se puede inferir que la inoportuna disolución no fue en buenos términos. La carrera discográfica de Leo continuó como solista de la mano de sellos independientes como Indice Virgen y Frágil Discos, el primero para la faceta con guitarra (Vital), el segundo para la electrónica (Clap Beat). Pero fue el simple con el tema Morrissey el que marcó la diferencia. Estuve presente en el subsuelo del Morocco la tarde-noche que Leo estrenó el tema, y enseguida le pedí que lo viniese a tocar en vivo para el cierre del Música Cretina de los domingos que había empezado a hacer en Supernova. Lo terminamos cortando como uno de los avances del programa –sí, por entonces un programa hecho y derecho--, junto con la frase que desde entonces fue nuestro slogan: gente sensible, música cretina. Leo ha dicho más de una vez que ese avance con Morrissey, repetido una y otra vez en las tandas de una ascendente Supernova, ayudó a la popularidad de una canción que terminaría marcando su lanzamiento como solista. Porque Morrissey tuvo un éxito inusual en su versión como simple –era un objetito hermoso, casi del tamaño de una cajita de fósforos--, cuando cantó para los conversos. Pero no tuvo el mismo efecto instantáneo al ser difundido por EMI. De hecho, a partir de entonces lo que cosechó fue el reflujo, las reacciones a esa popularidad. Siempre creí que la laberíntica dialéctica de Morrissey funcionaba, quince años atrás en la mente del oyente casual y heteronormativo (o sea, rockero), más o menos así: “Qué lindo tema, y nombra a Morrissey, qué copado, pero... ¿de qué está hablando?, ¿Habla de putos? ¡Pero a mí me gustó! ¡¿Seré puto?!” Mar fue un fracaso comercial para EMI –tal vez porque le pusieron muchas expectativas—y Leo nunca estuvo a la altura de la expectativa generada por semejante polémica. Su discurso no era uno para salir al choque. Lo que Leo sabía era cantar, y guitarra en mano sí que podía ser contundente: lo fue en su ya mítica aparición en el programa radial de Pergolini para responder a repetidas alusiones a su sexualidad, dedicándole una nunca mejor elegida versión de Escúchame entre el ruido, de Moris. (Ustedes dicen macho, varón y qué se yo/ me meten en un molde, como si fuera un flan). Nunca escuché una grabación de ese momento, pero si alguien tiene una, que la pase. Me dijeron que De La Puente, digno al fin, murmuró a final: “La verdad que nos cagó”. Pero lo que mas me sorprendió de todo este dislate, es que en la batalla de prejuicios alrededor de Mar, Morrissey y Leo, el injusto gran blanco de los detractores fue Pablo Schanton, autor de las letras que justamente le otorgaban un salto de calidad al repertorio de Leo. Llegué a escuchar que eran demasiado complejas para Leo. Sin embargo, cada vez que regreso a las canciones de la primer época del  repertorio Schanton-García –las de Mar, pero también otras perdidas en compilados de la época, como Aro y tatuaje--, me siguen pareciendo sagaces e inteligentes, pero también emotivas y sensibles. Supongo que aquella dialéctica que hacía saltar la sospecha ante Morrissey, genera la misma inquietud en ese rocker que cada vez que escucha la palabra sentimiento desenfunda su prejuicio. Estuve solo/ en nuestro amor estuve solo. Este Poesía rock resume lo mejor de los guiños y la autoconciencia de la dupla, no como aislantes sino como conductores. Igual que el perro de Iggy Pop y también Fui el extranjero de la banda Doors, canta Leo antes de afirmar: No estoy más solo ahora estando solo. Poseía rock en acción, digamos. En el último disco de Leo –al menos el último que tengo, Algo Real, del 2013-- la dupla parece haber regresado a las andadas. Hola, ¿cómo estás/ aquí estoy/ ¿dónde estás?/ Cuanto tiempo pasó/ y yo sin verte, arranca nada inocentemente la letra del mejor tema del disco, Lo que es vivir sin mí. Celebremos ese regreso –¿seguirá siéndolo? Todo es tan efímero en el mundo Leo...—escuchando las deliciosas mentiras de Poesía rock, que suenan en este jueves soleado de marzo, en el Lado A de un no-programa que aún tiene tela para cortar.

martes, 17 de marzo de 2015

Pescado Rabioso, "Madre-selva"


Madre-selva/ por el prado va

Uno de los mejores temas del reciente Raíz, el álbum triple en honor a Luis Alberto Spinetta con versiones folklóricas de sus temas, está a cargo de Laura Ros, que resume solita con su guitarra y bombo en poco más de dos minutos los casi ocho en los que se prolonga Madre-selva en su versión original, incluida en esa biblia perdida del rock nacional que es el doble de Pescado Rabioso. Sin embargo, a pesar de que es el tema con el que me quedé al repasar el triple, cuando lo volví a escuchar simplemente tuve ganas de regresar al original. Hay algo en el devenir hipnótico de esos acordes del órgano de Cutaia que parecen necesitar –o al menos eso me pasa a mí—el volumen, el tiempo y el cuelgue de la versión descubierta en ese Pescado 2 que supimos buscar infructuosamente durante mucho tiempo todos los que empezamos a repasar la obra de Spinetta con el regreso de la democracia. Porque los discos en aquel tiempo pre-internet y pre-reedición en CD, eran una heráldica. No los podías comprar, no estaban en las disquerías, así que la única forma de dar con ellos era heredarlos. Algún hermano mayor, algún primo, algún familiar de un amigo: alguien tenía que prestártelo o dejártelo escuchar. Para colmo, este Pescado presentaba un problema adicional: era doble, y cuando se lo empezó a reeditar ya se había dividido en dos. Perdió su tapa original, claro, y ni hablar del profuso libro lleno de dibujos, fotos y letras manuscritas que acompañaba la primera edición. Toda esa información brilló por su ausencia incluso en la primer reedición en compact. Así que con Pescado 2 siempre fuimos a ciegas, dando tumbos, cayendo en cada tema sin saber muy bien qué pasaba ahí. Había que meterse, machete en mano, a perderse en la selva de esos dieciocho temas. No se muy bien donde leí alguna vez que Spinetta abjuró luego de la oscuridad de algunos de los temas más largos de esa formación de Pescado que se le terminó yendo de las manos. Pero imagino que se refiere a temas como Sombra de la noche negra, que está firmado por Black Amaya. Porque no hay sombras en este Rock de la Selva Madre –así estaba bautizado en la contratapa del disco, pero en el profuso y manuscrito libro interno decía simplemente Madre-selva— sino infinitas luces que brillan y se multiplican en el sonido del Hammond de Cutaia. “Es un tema de símbolos”, escribía Spinetta en ese libro interno. “Muchas veces se habla de volver a la madre tierra. Creemos que la tierra es la madre de todos y la selva es la tierra paróxica, donde se acumulan las variedades más raras de la naturaleza. De la misma manera, el rock combina las infinitas músicas del pasado y el más allá”. Mas raro que un Pescado Rabioso, claramente, no hay. Y más frondoso que el rock de Pescado, tampoco. Machete en mano, ahí vamos, buscándolo en el Lado B del último no-programa, dejándolo sonar en este martes de un marzo luminoso, perdiéndonos en la Madre Selva, en la Música Cretina que supimos conseguir.  

lunes, 16 de marzo de 2015

Wendy Rene, "Give you what I got"


Ya tomé mi decisión/ voy a darte lo que tengo/ y después voy a darte más

A los 16 años, Mary Frierson entró de la mano de su hermano mayor Johnny al 926 de la avenida McLemore, en Memphis, la dirección del sello Stax, hogar de Carla Thomas, Isaac Hayes, Booker T and The MG’s y Otis Redding. Salió de allí no con uno, sino con dos contratos discográficos. El primero como parte de The Drapels, un cuarteto vocal para el que su hermano había convocado a dos amigos de las sesiones de canto de la Iglesia de Dios en Cristo. Cuenta la leyenda que, después de que Johnny la retó ante todos por haber dado una nota en falso en esa improvisada audición, Mary dijo: Yo también tengo mis temas. Y cuando el resto de los Drapels ya estaban caminando hacia la parada del ómnibus para volverse a casa con su sueño cumplido, Mary se quedó cantando sus canciones, y consiguió un nuevo nombre, con el que se perdería en la historia, hasta ser rescatado recién por los músicos de varias generaciones después.
Son varios los músicos de aquella época perdidos en la historia de la música. De hecho, entre la avalancha reciente de reediciones que intentan volver a vender la misma música a la última generación de compradores que parece interesada en llevársela casa en un formato físico, los que resultan indispensables son los dedicados a recuperar tanta música olvidada. Hay de todo, claro, y hay veces que –rascando ya el fondo de la olla-- la historia queda por delante de la música. No es el caso de Wendy Rene, a pesar de los apenas cinco simples, dos como parte de los Drapels y tres como solista, que editó antes de decidir abandonar el negocio y dedicarse a formar una familia.
Uno de los discos más queridos de mi discoteca más reciente es After Laughter Comes Tears: Complete Stax & Volt singles + rarities 1964-65, un delicioso CD del admirable sello dedicado a reediciones y rarezas Light In The Attic, que recopila toda la obra de la cantante que recién fue rescatada del olvido tres décadas más tarde, primero por Wu-Tang Clan, que la sampleó para el simple Tearz, puerta de entrada para su éxito Enter the Wu-Tang (36 Chambers). Y después por Alicia Keys, que versionó After Laughter bajo el nombre de Where Do We Go From Here, lo que le permitió a Mary/Wendy comprarse la casa en la que murió en diciembre del año pasado, a la edad de 67 años.
Es imposible no pensar en esa muerte silenciosa, perdida entre tanto nombre famoso de la historia de la música que llenó los obituarios en los últimos meses, como un premio por haberlo dejado todo por su familia. El anti-pacto, digamos. Si Robert Johnson negoció la fama eterna en una encrucijada perdida a cambio de una muerte joven, cuando Wendy decidió que volvería a ser Mary y abandonar los estudios y los escenarios, tuvo el tino de bajarse a último momento del avión que la llevaría a su último concierto en Madison, Wisconsin. Un show que nunca se realizó, porque ese avión cayó en el Lago Monona, con Otis Redding y su banda Bar-Kays a bordo. El único que se salvó fue el trompetista Ben Cauley, que aunque no sabía nadar pudo de alguna manera flotar hasta la orilla.
Antes de abandonar la música, el último simple que editó Wendy René en 1965, cincuenta años atrás, fue este hermoso Give you what I got, que brilla casi al final del lado B de este Música Cretina de marzo. Como todos los otros temas que llegó a grabar en su corta carrera, es de su autoría. Un detalle que es una rareza en aquellos años en los que los intérpretes aún no solían firmar sus canciones. Algo que habla del carácter de aquella niña de 16 años que se plantó después de la audición que había conseguido su hermano un año mayor, y anunció que tenía también sus temas para cantar.
Mary terminó siendo Wendy, contó para el revelador texto que acompaña la reedición de Light In The Attic, porque a pesar de su juventud estaba por casarse, así que su apellido estaba por cambiar. La jefa de prensa de Stax sugirió entonces en nombre de Wendy Storm, que tenía su punch, pero entonces Otis Redding dijo Wendy Rene, y fue palabra santa. Sin embargo, los nombres nunca fueron definitivos en su vida. En la escuela era Mary Lou, para su familia siempre fue La hermanita, y tanto Otis como Isaac Hayes la terminaron llamando Wendy Reen. Aquel matrimonio juvenil se deshizo rápidamente, y Mary se volvió a casar con James Cross, que trabajaba en Stax. Con ese apellido fue que vivió el resto de su vida, y también falleció en diciembre del año pasado. A James, y a sus hijos –el nacimiento de Eric, en 1967, fue lo que la decidió a retirarse del negocio--, les dió todo lo que tenía. Y después les dio más.

jueves, 12 de marzo de 2015

Adam Cohen, "We go home"


Los dos cantamos/ lo que conocemos/ y cuando la canción se acaba/ nos vamos a casa

Aun cuando parezca que Adam esta hablando con su padre Leonard al repasar el estribillo de We go home, la canción que bautiza su último disco, en realidad se trata de un tema de amor, con una pareja como protagonista. A los 42 años, Adam Cohen ya lleva mas de una década dedicándose a la música, cargando con el peso de su padre sobre los hombros. Su debut fue a los veintipico, en la discografica de su viejo, Columbia. Aunque pegó algún hit, no alcanzó a despegar por su cuenta. De hecho, debo confesar que conseguí su disco en la época en que las discográficas aun recibían religiosamente muestras de todos los lanzamientos de su casa matriz, aunque se deshacían rápidamente de ellos con la misma fe, y lo conservo en mi discoteca solo como un guiño a Leonard. Pero no dejé de seguirle la pista, y gracias a internet el asunto resultó ser mas fácil en el ultimo tiempo. Adam es el primogénito de Leonard, el hijo de Suzanne, y leo por ahí que, como tal, es quien supervisa las muestras de la obra de su viejo -dibujos, manuscritos- en todo el mundo. Está presente en las inauguraciones, es el que hace las declaraciones. Parece llevar cómodamente la carga de ser, antes que nada, el-hijo-de. Como el mismo lo señala, no tiene un padre contra el que rebelarse y al que acusar, como sí les sucede a los Wainwright, Rufus y Martha, a los que nunca les va a faltar algo que echarle en cara al machote Loudon, padre despótico por derecho propio. "Siempre pensé que a mi música le hubiese venido bien algo de esa rebeldía, de la que carecen mis discos", confesó hace poco en una entrevista. El bueno de Adam, en este nuevo disco, en vez de rebelarse simplemente charla con su viejo, canción tras canción. "Me apropié de muchas de las charlas que tuvimos los dos, para transmitírselas a mi hijo, Cassius", confiesa Adam, que explica que el cuarto disco de su carrera contiene dos cosas, charlas de padre a hijo y, por supuesto, también canciones de amor. Como ésta, que es las dos cosas y resulta ser el primer simple del álbum, y también engalana el Lado B de un no-programa que tuve medio abandonado, pero merece algo mas de atención. La misma que Adam parece tener con su hijo Cassius, cuya foto ilustra la portada de We go home. ¿O simplemente piensa que así estará compensándolo por las ausencias propias del negocio musical? Atención o compensación, qué mas da. Tanto Cass como este Música Cretina de marzo se merecen todo lo que tengamos para darles. Pasen y escuchen, entonces. Que con Adam nos volvemos a casa.