martes, 20 de mayo de 2014

PJ Harvey, "Send his love to me"


Mis brazos demasiados débiles para aferrarme/ Mis ojos demasiado secos para llorar

Uno sabe que ya está grande cuando lo que todos piensan que es la vieja PJ uno la recuerda como la nueva PJ. Porque la PJ Harvey de To bring you my love, la que luce vestido y lápiz de labios en el arte de su tercer dfiscvo de estudio, es la PJ peinada y bien vestida, que ocupó el lugar de la que mostraba el sobaco peludo y amenazaba con su sexo. Aunque en realidad nunca una nunca le haya dejado el lugar a la otra, sino que conviven. ¡Y vaya que conviven! Meet za monsta. PJ nunca hizo un disco malo. Antes de los White Stripes, ya estaba rockeándola como si viniera de otro tiempo, sólo que cargada del sexo que todos los que vinieron antes que ella tenían que ocultar. Más que del sexo, en realidad, de las preguntas sobre él. Pero claro, era minita. La loquita. Gracias que todavía la dejamos rockear. Como nos pasó a todos, con el tiempo las preguntas importantes de la vida dejaron de ser los cómo y por qué y llegó el turno de los cuándo y dónde, y las canciones cambiaron de intensidad. Pero queremos igual a PJ, la queremos sexuada, la queremos rockeando, la queremos llorando, queremos a todas, punto. Este amor se convierte en una tortura/ este amor, mi único crimen. Por eso suena mejor que nunca en este martes nublado de un invierno que aún no se atreve a mostrar su cara descubierta. Y también casi cerrando el Lado A del último Música Cretina, entre Patricio Rey y Jorge Pinchevsky. Consortes cretinos.  

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