Te juro historia no creo llorar/ cuando te hayas muerto/ No creo canción que llores también/ cuando yo haya muerto
Aunque fue uno de los discos que le puso punto final al año
pasado, el Viva la patria de Fernando Cabrera es el disco con el
que abrí este año. Tuve que hacer tiempo en Tres Cruces, de regreso de un fin
de año en la costa uruguaya, cuando lo vi y no me pude aguantar. Ya sé, ya sé.
Que este año va a salir acá, que por el laburo seguro llegaría a mis manos, que
el cambio estaba muy caro, y hasta que ya lo tenía copiado en un pen drive
gracias a un uruguayo que se lo había llevado a la costa en su disco duro. Pero
nada de eso me importó, lo vi en la disquería y me lo traje, tenía que tenerlo.
Y la compra garpó. El nuevo disco de Fernando Cabrera, que me confesó que casi
estaba listo cuando sacó el anterior, Canciones propias, es el
mejor disco del año, de cualquier año, del pasado o de éste. Y es un disco que
lo regresa a su mejor camino, y en mucha mejor forma que Viveza,
que era más un resumen, un acá estoy de regreso, una nueva carta de
presentación. Viva la patria no saluda ni se presenta, es un disco que te toma
del cuello, se te mete en la cabeza y te la enreda con rimas y más rimas
deslumbrantes e hipnóticas, mágicas, únicas. “No sabés todas las cosas que se
pueden decir en dos minutos, sin estribillos y sin solos”, me desafió alguna
vez Andrés Calamaro, en su momento más salmón. Cabrera le aguanta la parada, y
demuestra semejante afirmación con creces. Algo que se puede verificar en el
tema que bautiza el disco, que no se por qué me pone la piel de gallina al
escucharlo en un día que simplemente es la antesala de mañana –en que la patria
será un billete y la historia demostrará estar viva y culeando--, y que también
suena casi al principio del Lado A del último Música Cretina. Pasen y escuchen
al nuevo salmón.
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