miércoles, 27 de noviembre de 2013

Polifemo, "Oye Dios, qué me has dado"


No he encontrado todavía un lugar/ donde la gente baile el rock sin parar

Nada mejor que un rocanrol soleado para un mediodía nublado. Nunca entendí el odio que despertó Polifemo en su momento dentro del rock nacional. Es verdad, sus discos enteros tienen momentos que pueden resultar infumables, pero es un grupo con un par de temas realmente luminosos, y con mucho menos que eso más de una banda ha sabido encontrar un mínimo reconocimiento. Hoy Polifemo, sí, es respetado, o al menos recibido con una sonrisa por el conocedor. Pero en su momento fue tan resistido por ese “nosotros” del rock nacional, que ya estaban separados para cuando salió su segundo disco. ¿Por qué habrá sido? ¿Eran demasiado “superficiales” al pedirle al rock que se suelte en un momento que el género había decidido tomarse demasiado en serio? Recuerdo que en aquel reportaje de Spinetta con Grinberg en el Como vino la mano, el Flaco se despachaba a gusto contra el arte de tapa del primer disco del grupo, y especialmente contra Lebón. ¿Habrán sido los celos, entonces? ¿El hecho de que el grupo, que estaba integrado básicamente por los músicos que rodeaban a Sui Generis, se quedase tocando después del Adiós? Oye Dios es un simple que salió entre el primer disco y el segundo, y anticipa cómo sonaría, de entonces y para siempre, el mejor Daivis solista. Además, casi cuatro décadas después, sigue sonando fresco como una lechuga. Y así es como cierra el Música Cretina de esta semana, antes de que el nuevo empiece a pedir pista. Seguiré buscando hasta encontrar/ alguien que me invite a bailar.

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